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Edgar Macías Gómez

La primera piedra

Sin el asesinato de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, el líder de la oposición cívica unificada en UDEL y director del Diario LA PRENSA, el FSLN aún estuviera peleando su guerra de guerrillas en la montaña o descansando en Cuba o Costa Rica. No fue sino el asesinato de Pedro Joaquín el que desencadenó la furia popular. Este momento lo aprovechó Fidel Castro, quien tenía un gran olfato político, para unir aceleradamente a las tres tendencias en que se hallaba dividida la guerrilla marxista nicaragüense, y navegando sobre la ola producida por su asesinato, convertir al FSLN, merced al prestigio que le dio Edén Pastora con su toma del Palacio Nacional, y el apoyo de cierto sector de la burguesía, en la vanguardia de la insurrección armada.

Esto le dio la supremacía sobre los otros sectores que no estaban armados, adueñándose del poder en Nicaragua. “La insurrección de Monimbó —dice Sergio Ramírez— no fue planeada por el FSLN; el Frente se montó sobre esa ola para tratar de conducirla, pero lo que pasó fue que después de las acciones de octubre y del asesinato de Pedro Joaquín, la actitud insurreccional de las masas comenzó a tener un efecto multiplicador, frente al cual no había aparato militar ni organizativo que contuviera toda esa efervescencia, esa agitación que comenzó a producirse en todo el país”.

Y Dora María Téllez dice a su vez: “Ya habíamos medido ese ánimo insurreccional y sabíamos que era incontenible. ¿Por qué? Porque aquí ya había habido un 10 de enero, que fue el asesinato de Pedro Joaquín Chamorro con todo su caudal de indignación popular… Había habido ya una captación en febrero de 1978 de la idea de la insurrección de Monimbó”.
El asesinato de Pedro Joaquín Chamorro también desencadenó la ira antisomocista internacional; así, él produjo con su sacrificio, los dos factores fundamentales de la caída de la dictadura: la insurrección popular (que no hay que confundir ni reducir a la lucha armada) y la insurrección diplomática y el apoyo internacional respaldado ampliamente por las internacionales, socialista y demócrata cristiana.

En 1959, recién logrado el triunfo de la revolución castrista, los nicaragüenses opositores a Somoza visitaron todos por la misma época la isla de Cuba para solicitar de Fidel Castro ayuda para combatir a la dictadura. Entre esos visitantes estaba un hombre ahora ya muerto desde hace 38 años: Pedro Joaquín Chamorro Cardenal. Cuenta el veterano periodista Onofre Gutiérrez una anécdota muy interesante, que habiendo llegado a conversar con Castro, este le preguntó: “¿Y usted, cómo se llama?” “Pedro Joaquín Chamorro”, contestó el otro. “Ah sí —respondió Castro—, conque usted es Pedro Joaquín Chamorro. Pues verá —agregó casi gritando— a usted yo no lo voy a ayudar jamás. Ustedes los Chamorro son parte de quienes han explotado a los nicaragüenses, así que jamás ayudaré a ningún Chamorro”.

—¿Y qué quiere —contestó Pedro Joaquín, también casi gritando— que me saque la sangre?

Pero Fidel Castro cumplió su palabra y Pedro Joaquín no consiguió jamás su ayuda. Aún así el audaz periodista se metió a combatir a los Somoza y organizó, junto a Reinaldo Antonio Téfel y otros opositores, un movimiento armado que intentó luchar en dos sitios llamados Olama y Mollejones, lugares situados en los departamentos de Chontales y Boaco. No triunfó. Fue capturado y juzgado en un Consejo de Guerra y condenado a cárcel y a deportación.

Diecinueve años más tarde, cuando el 10 de enero de 1978 Pedro Joaquín fue asesinado en una calle de la vieja Managua, una calle destruida por el terremoto de 1972, Castro aprovechó entonces la sangre del hombre que no quiso ayudar, sangre que un asesino se la sacó a escopetazos, para apadrinar a sus hijos putativos, los miembros del FSLN, llevándolos a la toma del poder luego de que el pueblo de Nicaragua derrotara a Somoza. Así, la sangre del hombre que Fidel Castro, también hijo de burgués, no quiso ayudar, le ayudó a él (a Fidel) a capturar otra República, que desde entonces sufre, no la explotación de los Somoza ni el liderazgo de los antiguos Chamorro, sino la propia tiranía castrista.

El autor es escritor. Fue secretario ejecutivo de udel. Extracto de su libro Nos han robado un sueño.

Opinión Edén Pastora FSLN archivo
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