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Eliseo Subiela junto a Mario Benedetti. LA PRENSA/ARCHIVO

Eliseo Subiela junto a Mario Benedetti. LA PRENSA/ARCHIVO

Eliseo Subiela el director argentino que miró a los desaparecidos

Miradas a las obras fílmicas de Eliseo Subiela, el director de cine argentino cuya obra dialoga entre lo estético y lo social

Eliseo Subiela, fallecido el 25 de diciembre de 2016 (dos días antes de cumplir 72 años de edad), pertenece a la generación de cineastas argentinos surgida después de la dictadura militar (1976-1983).

La primera película de impacto mundial de esta generación, que marcó la estética de la transición a la democracia, fue La historia oficial (1983) de Luis Puenzo (con Norma Aleandro).

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Los Desaparecidos

El filme aborda el tema de los desaparecidos (frecuente en el cine posterior a 1983) y ganó el Óscar a la mejor película no hablada en inglés. A esta generación pertenece también la realizadora María Luisa Bemberg.

Podemos retrotraer las raíces del cine de Subiela y sus contemporáneos al gran filme documental argentino, La hora de los hornos (1968) de Fernando Ezequiel “Pino” Solanas.

La hora de los hornos fue la partida de nacimiento del llamado tercer cine latinoamericano, alejado de los modelos dominantes de Hollywood y el cine europeo, con el propósito de buscar un estilo que fuera producto de la realidad social de los países latinoamericanos, con mensajes revolucionarios, producido por colectivos de cine al margen de la industria.

La hora de los hornos, caracterizado por leyendas subversivas, maniqueísmo político y la intención de agitar y conmover al espectador, fue recuperado por el peronismo, cuando Perón retomó el poder en 1973.

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El lado oscuro del corazón es una película argentina-canadiense dramática-surrealista escrita y dirigida por Eliseo Subiela. LA PRENSA/ARCHIVO.

Reconocimientos

Subiela obtuvo reconocimiento internacional con su película Hombre mirando al Sudeste (1986) sobre la interacción de un siquiatra (Lorenzo Quinteros) y su paciente (Hugo Soto), quien se identifica como mensajero de otro planeta.

El intelectualismo del filme no impidió su éxito a escala mundial. La película germano-estadounidense K-Plax de Iain Softley (con Kevin Spacey y Jeff Bridge) utilizó el mismo argumento sin darle crédito a Subiela.

Después de Últimas imágenes del naufragio (1989), realizó otro filme cargado de símbolos e intelectualismo, El lado oscuro del corazón (1992), sobre un poeta derrelicto (Darío Grandinetti), que habla con la muerte (Nacha Guevara) y encuentra en su camino a Mario Benedetti, recitando sus poemas en alemán, y al periodista Jorge Lanata.

Se entremezclan en la trama fragmentos poéticos de Juan Gelman y Oliverio Girondo.

Su filme más fascinante, aunque menos reconocido que los dos anteriores, fue No te mueras sin decirme adónde vas (1996), sobre un proyeccionista (Grandinetti) que inventa una máquina para filmar los sueños. La película es un homenaje al inventor británico-francés William Kennedy Laurie Dickson, cuyos trabajos en Estados Unidos fueron determinantes para la invención del kinetoscopio en los laboratorios de Edison.

El filme trasciende el realismo mágico para convertirse en uno de los pocos filmes auténticamente surrealistas de la historia del cine. Además de ser un homenaje al cine, aborda temas como el amor, la naturaleza del tiempo, la realidad y la reencarnación.

Con el director en Miami 

Logré hablar dos veces con Subiela en el Festival Internacional de Cine de Miami, fundado y dirigido por Natalio Chediak. En ese festival se estrenaron en Estados Unidos algunos de los primeros filmes de directores (como Almodóvar, Kiarostami, Takeshi Kitano), que pronto adquirirían renombre en los últimos años del siglo XX.

Subiela, un hombre sumamente humilde (como Pontecorvo, al que conocí en casa de Rossana Lacayo), explicó lo difícil que resulta hacer cine en un país que no tiene una sólida industria cinematográfica (Argentina la tuvo en la década de 1930, hasta ser reemplazada por México en la década siguiente como principal productor de películas latinoamericanas).

Cada película es una empresa en sí misma por lo que se debe buscar un equilibrio entre el cine de autor y el cine comercial para lograr un producto capaz de recuperar la inversión.

Explicó también cómo el tercer cine sufrió una metamorfosis después de la crisis del socialismo europeo, manteniendo el mensaje indigenista desde una perspectiva de izquierda, pero abandonando la promoción de la lucha armada y la violencia como solución a los problemas sociales.

Tangos en el filme

Quizá el mejor ejemplo de este cambio sea el filme Tangos, el exilio de Gardel (1985), que contiene la canción Tango de papel compuesta por el realizador del filme, Fernando “Pino” Solanas (cantada por Roberto Goyeneche y Gabriela Toscano), himno a la libertad individual (Un país donde valga tu opinión, aunque seas un ratón) que contrasta con el maximalismo tercermundista de su mítico documental, La hora de los hornos.

Cultura cine Eliseo Subiela Latinoamérica archivo

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