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Fernando Bárcenas

Las masas tras un partido de combate

Hugo Torres, dirigente del MRS, escribió un artículo de opinión en el diario LA PRENSA, el pasado 31 de diciembre de 2016, en el cual sostiene que Ortega divide a sus adversarios y ataca con saña a los más fuertes.

Ello es falso. Ortega ataca a tontas y a locas, da manotazos a todos. La guardia, también, hacía genocidas operaciones de limpieza con la población indefensa en las ciudades atacadas, luego que los guerrilleros se retiraban.

Un movimiento campesino que intenta arribar a Managua pacíficamente, es atacado a balazos frontalmente por Ortega, con un descabellado despliegue de policías y de paramilitares, destruyendo puentes, secuestrando vehículos, con retenes en todas las carreteras del país, suscitando la ira de los transeúntes retenidos. Ortega piensa que esa exhibición estúpida de fuerza bruta no tiene consecuencias en la conciencia de la ciudadanía, y en los cuadros sandinistas de base, que guardan en su subconsciente cierto vínculo ideológico con el movimiento libertario de finales de los setenta. Parece que el dictador Ortega es un lobo para Ortega, quien actúa irreflexivamente por instinto de mandamás.

La realidad es que sin una táctica de lucha política para derrotar a la dictadura, las simples maniobras de partidos opositores para sobrevivir legalmente, conducen al grito divisionista de sálvese quien pueda, en busca de un espacio político que Ortega puede abrir o cerrar a voluntad. Escribe ingenuamente Torres:

En política (divide y vencerás) es una máxima que se aplica para debilitar a tus oponentes que aspiran a derrocarte del poder, sobre todo si este es producto de la usurpación a través del fraude y la represión; máxima que el déspota debe aplicar de forma permanente, usando todos los medios a su alcance.

De pronto, Torres escribe con propia experiencia desde un poder dictatorial. Divide y vencerás tiene, en sus orígenes, otro significado en latín. El sentido es: divide y dominarás. Dado que la dominación no siempre está asociada a una victoria reciente, pero, sí a un sistema de avasallamiento. Por ello, esta máxima tiene valor universal, de una época histórica a otra, y de una región del mundo a otra. Dividir a los dominados, pasa por conseguir que sus propias contradicciones salgan a flote; por fomentar intereses inmediatos desiguales; por conceder privilegios disímiles; o provocar la aparición de caudillos mediocres y traidores; por darle ilusiones y prebendas a la ambición; por vincular al fortalecimiento de la dominación intereses de cúpulas; por premiar la cobardía y el servilismo.

La dominación puede producir una división inteligente entre los dominados, sin violencia aparente. No es el caso de Ortega, que sigue un comportamiento represivo, torpe.

El poder absoluto, por inercia, genera poder, pero, hasta cierto punto… Todas las fuerzas se alinean espontáneamente ante la fuerza dominante, por tendencia natural a la pasividad política. Pero, hasta cierto punto… Hasta que los desmanes y abusos precipitan de golpe el hartazgo y el odio acumulados en la población. El grave error de Ortega es que su corrupción y abuso tienen un ritmo diez veces más acelerado que el somocismo (que bien que mal, modernizaba institucionalmente al Estado).

Escribe Torres con fanfarronada burocrática:

Ortega, quien tiene en la conspiración su forma permanente por excelencia de hacer política, conoce y aplica esta máxima (divide y vencerás), sin perder de vista su objetivo principal: golpear y destruir a su principal enemigo. / Ortega sabe que el Movimiento Renovador Sandinista (MRS) y el Frente Amplio por la Democracia (FAD) son esos formidables adversarios.

La conspiración es indispensable en todas las formas de lucha. Por ello, es una condición inevitable en la estrategia política combativa contra la dictadura. El enemigo principal de Ortega es el pueblo, en la medida que su régimen atenta abiertamente contra los intereses vitales de la nación. Obviamente, su objetivo principal, es desarticular al pueblo.

En tal sentido, unir las masas a una dirección política combativa y lúcida es una conquista histórica, que exige un trabajo organizativo metódico, aglutinador, consciente.

Formidables adversarios son quienes poseen una estrategia correcta de combate. Habría que hablar de la estrategia para ganar a las masas, en lugar de presumir tontamente, como un mérito, del papel de víctimas predilectas de Ortega.

El autor es ingeniero eléctrico.

Opinión Daniel Ortega Hugo Tórres MRS archivo
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