14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.
lucha de una mujer

Aunque le faltan sus manos, Susana Catalina Zamorán Pérez se las ingenia para hacer algunos deberes en su casa. Sus hijos la ayudan en los quehaceres domésticos. LA PRENSA/I. LACAYO

Los nueve años de lucha de una mujer a la que su pareja dejó sin manos

Susana Zamorán Pérez tenía 23 años cuando su pareja le mutiló las manos con un machete. Nueve años después de la tragedia cuenta cómo ha salido adelante con sus tres hijos

Susana Catalina Zamorán Pérez tenía 23 años cuando su compañero de vida la macheteó hasta mutilarle las manos, dejarle otras heridas graves y secuelas psicológicas imborrables. La brutal agresión la presenciaron sus tres hijos.

Busca día a día la sobrevivencia para ella y sus tres hijos. Cuando se le consulta sobre qué pasó hace nueve años baja la cabeza y se le salen las lágrimas, luego dice: “De eso no quiero hablar”.

“Todas las noches pienso y pienso sobre la suerte de mis hijos David, Darwin y Aydalina. Vivimos con lo que nos dan, rodeados de violencia, delincuencia y vicios, me preocupa que un día ellos sean víctimas de eso y yo no pueda hacer nada”, comentó Susana.

Con trapos enrollados en sus manos Susana limpiaba afanosamente las barandas de su casa, junto con ella Aydalina limpiaba el corredor con la escoba y Darwin también acompañaba con la limpieza de barandas y paredes de la casita colorida que abriga y da seguridad a esta familia de guerreros. También lava la ropa con sus pies y arregla camas.

“Aquí no se habla de lo que pasó, pero mi hijo mayor David, que ahora tiene 16 años, recuerda todo, estoy segura, no lo dice pero cuando él me ve mal, angustiada, molesta, enferma, cambia su carácter y se pone agresivo, luego se nos pasa a los dos y nos abrazamos, nuestro lugar preferido es en esta hamaca colgada en la sala, aquí nos acostamos los cuatro y jugamos, reímos, somos felices”, comentó.

Aydalina es dulce, resuelta a hablar, amistosa, alegre. “Yo era igual que ella, ahora no confío en nadie, me cuesta hablar, soltarme, hacer amistad, de mi parte quisiera pasar solo escondida en la casa”, dijo.

En estos nueve años que han pasado mucha gente ha conocido la historia de sobrevivencia de Susana. Ha recibido apoyo de muchas personas y la donación de una casa por parte de la Alcaldía de Bluefields, construida por un empresario local.

Susana Catalina Zamoran Pérez, tenía 23 años cuando su compañero de vida la macheteo hasta mutilarle sus dos manos, dejarle heridas graves, daños físicos permanente y secuelas psicológicos imborrables, la brutal agresión la presenciaron sus tres hijos. ILEANA LACAYO/LA PRENSA
Los tres hijos de Susana estudian y ella procura que avancen para que sean profesionales y uno de ellos pueda defender a los que sufren violencia como abogado. LA PRENSA/I. LACAYO

“No puedo ser malagradecida, pero no recuerdo todos los nombres, pero sí quisiera mejorar mi casita con un baño e inodoro, pero por mi cuenta no puedo, mi casita es bonita y fuerte, pero está construida sobre un suampo y eso es un poco feo porque no tenemos patio”, dijo.

Zamorán asegura que se siente orgullosa de que sus hijos estudien “y haré todo lo que pueda para que eso continúe así, mi niño mayor tiene 16 años y ya va para cuarto año de secundaria; el segundo, David, tiene 14 y va para tercero; y mi niña tiene 10 y si Dios quiere este año termina su sexto grado. Yo me hago ilusiones de que ellos se hagan profesionales, pero sí quiero que al menos uno sea abogado, para que defienda a niños y mujeres que sufren violencia”.

Qué hacen sus hijos

David, el mayor de sus hijos, trabaja en sus tiempos libres desde que tiene 11 años. Ayuda en una distribuidora como despachador.

“Mi mami ha pasado cosas muy duras, todos los días sus heridas y no tener manos le recuerdan que ese hombre casi la mató, pero es una buena madre, aunque a veces quisiera olvidarme de todo y correr, me acuerdo que soy el mayor y debo apoyarle, nunca dejarla sola”, dice David.

“El más aplicado en clase y tímido es Darwin, el de en medio, él poco habla pero es un niño bien aplicado, pasó con notas excelentes y no es malcriado”, asegura Susana.

Aydalina sueña con ser una gran estilista y maquillista en el futuro. “Me gusta arreglar a las mujeres, tener mi propio salón de belleza, pero, claro, también seguir estudiando”, agrega.

Aunque Susana asegura que en la casa no se habla del tema de sus heridas y quién las hizo, Aydalina dice: “Mi papá le hizo eso a mi mami, él nos maltrataba también a nosotros, él era malo y tomaba licor”.

“Padezco de dolor de cabeza, de preocupación, pienso y pienso mucho, pero no puedo hablar o contarle mis preocupaciones a nadie. Cuando había Comisaría de la Mujer yo iba allí con la psicóloga y estaba empezando a mejorar un poco, pero ahora me mandan a otro centro y aunque la doctora es buena, no logro hablar bien con ella”, asegura Susana.

La Red de Mujeres Costeñas contra la Violencia articuló el movimiento feminista y de lucha contra la violencia, pero desde hace unos 8 años el trabajo se ha debilitado y ahora solo existen pequeños movimientos o mujeres autoconvocadas.

“No sé si es que yo no me doy cuenta de mucho y no platico con las personas, no me doy cuenta de lo que está pasando, pero tengo la idea que las mujeres que sufrimos violencia estamos solas ahora y eso me preocupa, porque yo no pude sobrevivir hasta hoy sin el apoyo de grupos de personas, de mujeres”.

Susana Catalina Zamoran Pérez, tenía 23 años cuando su compañero de vida la macheteo hasta mutilarle sus dos manos, dejarle heridas graves, daños físicos permanente y secuelas psicológicos imborrables, la brutal agresión la presenciaron sus tres hijos. ILEANA LACAYO/LA PRENSA

Lo que pasó ese día

Susana preparaba el almuerzo mientras sus tres hijos jugaban en el piso de tierra de su vivienda. A las 11:30 de la mañana de ese diciembre del 2007 llegó su entonces compañero, Boanerges García, preguntó por la comida y Susana, con voz tímida, le dijo “hace falta que termine de estar el arroz”.

Sin decir nada el hombre arremetió con el primer machetazo; David, el hijo mayor, quien entonces tenía 7 años, se abalanzó sobre el hombre y de una patada este lo estrelló contra la pared.

El niño corrió para pedir ayuda a unos familiares que vivían cerca, estos le hicieron torniquetes en ambos brazos a Susana y le envolvieron la cabeza, improvisaron una camilla y caminaron tres horas hasta El Tortuguero, donde recibió atención médica; luego la mandaron en panga hasta el hospital de Bluefields, donde pasó seis meses interna.

García fue linchado después de la agresión por familiares y vecinos, murió en la comarca El Lajero, municipio de El Tortuguero, donde vivía con su familia.

Susana vive gracias al apoyo de personas y una pensión de 4,200 córdobas que le brinda el Consejo Regional del Caribe Sur.

¿Cómo era la Susana de antes?

Cuando se le pregunta cómo era la antigua Susana, ella sonríe y dice: “Me gustaba pasear, tener amistades, viajaba los fines de semana a El Tortuguero, a conocer, y a bailar los sábados, pero a los 16 salí embarazada y mi vida cambió, nunca tuve suerte con mis parejas, me embarazaron y me dejaban y el último era agresivo, bebía mucho y era como enfermo de violento, porque participó en la guerra de los ochenta”.

“Ahora me consume la duda, el pensar si mañana algo cambia y las personas dejan de ayudarme, qué será de mis hijos y de sus estudios, pero solita vuelvo a meterme ánimos y pensar que no puedo ser negativa”, concluye Susana.

Puede interesarte

COMENTARIOS

  1. elgavilansegoviano
    Hace 7 años

    …Con todo el respeto a los lectores y al Periodico, pero al Animal lo deberian de haber Capado!!,….

  2. manolo
    Hace 7 años

    dios bendiga a esta mujer luchadora

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí