El monumento a Rubén Darío en la placita de Xalteva, en Granada, inaugurado el pasado noviembre, procuramos, que por la estética urbana sea un elemento que brinde orgullo ciudadano que todos debemos cuidar. Por ello me acerqué hace una semana a ver y recorrer el monumento, encontrando en la escultura algo que tiene que ser corregido inmediatamente por las autoridades o los artistas que lo crearon.
El hallazgo fue el fragmento del largo poema Coloquio de los Centauros que escogieron para ponerlo en la parte posterior del pedestal del monumento, está mal escrito, los versos están cortados incorrectamente y contiene dos errores ortográficos graves, que demeritan todo el esfuerzo y denota que no hubo cuido en ese aspecto y que dice mucho en mal de los granadinos. Donde correctamente debía leerse: “ni ase corva guadaña, ni tiene faz de angustia”, se lee: “ni ace corva guadaña, ni tiene fas de angustia”. Dos errores en un mismo verso.
Para que lo corroboren y que las autoridades de la comuna tomen cartas en el asunto para deshacer este desaguisado, comparto el fragmento del poema citado que corresponde a lo expresado por Medón cuando dice:
“¡La Muerte! Yo la he visto. No es descarnada y mustia
ni ase corva guadaña, ni tiene faz de angustia.
Es semejante a Diana, casta y virgen como ella;
en su rostro hay la gracia de la núbil doncella
y lleva una guirnalda de rosas siderales.
En su siniestra tiene verdes palmas triunfales,
y en su diestra una copa con agua del olvido.
A sus pies, como un perro, yace un amor dormido”.
En desacuerdo por monumento
Fueron muchas las voces que no estuvieron de acuerdo con la decisión de levantar, en la placita de Xalteva, una escultura en homenaje y reconocimiento a nuestro gran Rubén Darío y no porque no lo mereciera.
La lógica de esas múltiples voces era que ese espacio corresponde a nuestra historia prehispánica, a nuestros antepasados chorotegas y que al ser el epicentro de uno de los grupos más poderosos de la región de los dirianes, bien merecía levantar en ese sitio una estatua a la figura quizás más significativa de esta comunidad indígena como lo fue el legendario cacique Nequecheri.
Sin temor a equivocarnos es válido afirmar que gracias a la mano de obra indígena esclava se erigió la ciudad española de Granada de Nicaragua, que trazó el conquistador a partir de su plaza mayor o plaza de armas, con el sudor y la sangre de los indígenas chorotegas del poblado de Xalteva, con la fatiga de los pobladores aborígenes de Cuiscoma y la habilidad artística e industriosa de los artesanos de Tepetate, sin duda que su contribución fue considerable y ha perdurado a través de casi cinco siglos.
Ellos por tanto merecen un sitio de reconocimiento en el cuerpo urbano de nuestra ciudad centenaria, y qué mejor lugar que el de su propia plaza: Xalteva. Esa era a juicio de muchos granadinos y de los parroquianos del parque central Colón, la decisión política correcta para reconocer ese pasado patrimonial cuya existencia en este lugar data, según los historiadores, de quizás más de mil quinientos años antes de que Hernández de Córdoba trazara la plaza colonial a 700 metros aproximadamente hacia el Este de la más antigua plaza indígena.
Pero lamentablemente pese a los desacuerdos ciudadanos, la decisión se tomó y se iniciaron a comienzos del año 2016 las actividades para construir un monumento a Rubén Darío en la placita de Xalteva, que finalizado se inauguró, en noviembre de este mismo año, por las autoridades edilicias en el marco de las actividades de la campaña política del FSLN que se revistieron de un extraño proselitismo político-cultural atípico en las campañas electorales.
Ya está hecho y por respeto al artista, principalmente, no nos atrevemos a solicitar que se cambié de lugar ya que Darío, cabe en todos los espacios de nuestra geografía, y vale aquí señalar que en Granada el poeta tiene un parque Azul contiguo a la bodega muelle, una plazoleta Rubén Darío frente a plaza España en la calle La Calzada.
Además Rubén Darío cuenta con el homenaje de un obelisco conmemorativo en el parque central Colón, frente al palacio municipal, es decir los granadinos hemos dada muestras de nuestro reconocimiento al valor literario, cultural y humanístico de Rubén, y la misma Escuela de Bellas Artes del maestro Pedro Vargas es toda ella un homenaje permanente al gran renovador de la lengua hispana.