En este punto de su vida, cuando se sabe que se coronó campeón mundial en 2013 al vencer al japonés Yota Sato, y que vive cómodamente con su familia dándole la espalda a la pobreza, es difícil imaginar al tailandés Srisaket Sor Rungvisai recibiendo monedas como pago por recoger basura en el centro de Bangkok, la capital de su país, o hacerse la idea que solo comía sopas instantáneas porque vivía con un presupuesto raquítico.
El ídolo de la provincia de Sisaket, una de las 76 que conforman Tailandia, creció en medio de una familia empobrecida que se divertía practicando Muay Thai, una disciplina de puños y patadas que le despertó su instinto deportivo. “Yo puedo ser bueno en esto”, se dijo, y de niño se subió a pelear en cuadriláteros improvisados en ferias populares, para reforzar la débil economía de su casa.
A los 13 años, escapando de la escasez, Rungvisai abandonó su provincia y buscó fortuna instalándose en Bangkok, lugar al que llegó sin conocer a nadie, pero arropado por el sentido de supervivencia.
Mientras trabajaba en lo que podía, Rungvisai fue a parar a un gimnasio y le dio color a sus días con los guantes puestos, hasta debutar como profesional en 2009 en Japón, aunque para su desdicha fue noqueado por Akira Yaegashi en tres asaltos.
Sin embargo, luego de una victoria, un empate y tres derrotas en sus primeras cinco peleas, Rungvisai tejió 17 triunfos al hilo hasta coronarse campeón de las 115 libras del CMB en 2013, pero Carlos Cuadras lo venció un año después, hasta que apareció Román González, a quien Rungvisai enfrentará el 18 de marzo en Nueva York, Estados Unidos.