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Así quedó el carro de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal luego de su asesinato. LA PRENSA/ ARCHIVO

Así quedó el carro de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal luego de su asesinato. LA PRENSA/ ARCHIVO

La crónica del asesinato de Pedro Joaquín Chamorro

Así contó LA PRENSA en la edición vespertina del 10 de enero de 1978 el asesinato de su director, Pedro Joaquín Chamorro Cardenal

Un día como hoy a las 8.20 de la mañana, fue asesinado Pedro Joaquín Chamorro Cardenal. Esta es la crónica que LA PRENSA publicó ese mismo día, el 10 de enero de 1978, en su edición vespertina.

¡Mandaron a asesinarlo!

Balas asesinados segaron esta mañana la vida del doctor Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, director de LA PRENSA.

El cobarde y vil asesinato tuvo lugar a las ocho y veinte minutos de la mañana aproximadamente, sobre la Segunda Calle Sur-Oeste de la vieja Managua. Exactamente el crimen se cometió de donde fue el Banco Nicaragüense cuadra y media abajo, sobre la conocida calle del Trébol.

El doctor Chamorro Cardenal venía en su carro para su trabajo a la dirección de este diario. Venía solo y desarmado como lo acostumbraba siempre.


Reportaje: Vida y muerte de Pedro Joaquín Chamorro


Los autores del asesinato fueron dos sujetos que utilizaron una escopeta recortada para matar al hombre, que con su pluma y su vida, defendió siempre a los nicaragüenses.

Un testigo

Silvio Peña Rivas, involucrado en el asesinato de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, declarando en un juicio en 1978. LA PRENSA/ ARCHIVO
Silvio Peña Rivas, involucrado en el asesinato de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, declarando en un juicio en 1978. LA PRENSA/ ARCHIVO

En el lugar del atentado criminal encontramos al señor Wilfredo Fuertes Chamorro, quien se gana la vida como mecánico y chofer. Sobre el crimen, nos dijo: “Yo venía circulando sobre la Avenida Bolívar de Sur a Norte como a las ocho y media de la mañana de hoy 10 de enero de 1978.  Al llegar a la intersección de la calle del Trébol, los pasajeros que venían en mi carro oyeron unos disparos”.

“Cuando yo vi hacia la izquierda para ver si no venía vehículo alguno, circulando sobre la preferencia, me sorprendió ver un vehículo que me pareció que corría solo, sin conductor…”

“… pero fue sorpresa mía ver que el vehículo subía sobre la acera y al correr sobre los escombros, vi como la cabeza del conductor subía y bajaba.”

“El vehículo —dijo el testigo— corrió hasta detenerse contra un poste que sostiene alambres…”

Vio a dos asesinos

El testigo Fuertes Chamorro dijo que cuando el carro del doctor Chamorro se detuvo contra el poste, vio en esos precisos momentos  a los individuos que lo balacearon.

Los individuos viajaban en un carrito pequeño color verde. Doblaron sobre la Avenida Bolívar en la dirección contraria a la que estaba el testigo.

Tomaron hacia el sur, pero a la media cuadra se pararon y abordaron otro vehículo color café posiblemente Ford Granada que esperaba, para seguir en esa misma dirección hasta perderse.

El carro

El vehículo que utilizaron los dos asesinos para segar la vida del doctor Chamorro es un Toyota Corolla, color verde con placa MA-2D-333 del año 1977.

Dentro del vehículo estaba una toalla color rosado bastante raída, una bolsa plástica, sin ningún contenido; cinco tarros viejos de cerveza Victoria; una caja de Kleenex; una camisa color blanca con dibujos en cruces de morado; un trapo viejo como sacudidor y un ejemplar del diario Novedades.

En la guantera del vehículo había un cepillo de cabeza color amarillo, bastante usado.

Se supone que los tarros de cerveza y la caja de Kleenex fueron puestos allí por los asesinos para desviar la atención.

Mucha gente

En el lugar donde sucedió el atentado se llenó rápidamente de personas que querían conocer del suceso. Cuando se dieron cuenta de qué se trataba, los pesares y lamentos se regaron.

Se vieron a varios sujetos con aparatos de Walkie-Takie hablando, no se sabe con quién pero se presume que con autoridades de Policía de Seguridad.

También andaba dando vueltas por el lugar un jeep del BECAT.

Una de las personas que estaba en el lugar de los hechos exclamó: ” estos H… de P… lo mandaron a matar…”

Está muerto

“Está muerto… está muerto”, dijo agobiado por el dolor el licenciado Pedro Joaquín Chamorro Barrios, hijo del Dr. Pedro Joaquín Chamorro Cardenal y primer miembro de la familia que se enteró del abominable crimen que sacudió el país esta mañana.

En el diario LA PRENSA, todo transcurría normal a las 8:00 de la mañana. Se emprendía la febril actividad del diario, pero algo extraño comenzaba a flotar en el ambiente. La presencia del Dr. Chamorro Cardenal, quien siempre fue cumplido en sus obligaciones de Director, no se hacía efectiva.

De repente llegó la noticia de que había sufrido un accidente en los escombros. El licenciado Chamorro Barrios y otros miembros del personal de LA PRENSA, partieron raudamente hacia el sitio señalado. El vehículo estaba chocado en las proximidades del Banco de América y bañado en sangre. Luego el dramático peregrinaje culminó en el Hospital Oriental, donde se confirmó el atroz asesinato.

Visiblemente abatido el licenciado Chamorro Barrios, empezó a comunicar al resto de su familia el trágico acontecimiento.

A los pocos minutos, los pabellones del Hospital Oriental comenzaron a invadirse de familiares y amigos. El cuerpo inerte del Dr. Pedro Joaquín Chamorro, con su cuerpo impactado por las balas, arrancó lágrimas de todo el mundo.

Hasta las enfermeras del Hospital Oriental, lloraron dramáticamente al enterarse del suceso.

En LA PRENSA varios vehículos militares se aparcaron en la entrada, dando la impresión de que estaba tomada militarmente. Sin embargo el personal se movilizó normalmente sin ninguna obstrucción por parte de los elementos castrenses.

Las escenas de intensa emoción, se sucedieron continuamente en el Hospital Oriental.

Una abigarrada multitud comenzó a concentrarse en los alrededores de LA PRENSA en procura de información. La redacción del periódico, fue invadida por decenas de periodistas de todos los medios de comunicación.

Realmente era tarea difícil la redacción de noticias.

No obstante, siguiendo el hermoso ejemplo de las grandes convicciones periodísticas y el alto sentido de la redención de este país que siempre manifestó el Dr. Chamorro, se re-emprendió la tarea del periódico con el incesante vibrar de las máquinas.

Al principio… un choque

Al principio todo era confusión y aparentaba ser la noticia corriente de un accidente de tránsito protagonizado por el Director de LA PRENSA, doctor Pedro Joaquín Chamorro Cardenal.

Efectivamente, unos taxistas llegaron apresurados a este diario para informar que el doctor Chamorro acababa de tener un choque en su vehículo, y que se hallaba desangrándose en el interior de su carro del edificio del Banco de América una cuadra al lago y una hacia abajo.

Eran como las ocho y veinte minutos de la mañana de hoy. Inmediatamente un redactor y un fotógrafo de LA PRENSA se trasladaron al lugar indicado, pero en el momento de arribar una ambulancia de la Cruz Roja conducía ya a nuestro Director agonizante al Hospital Oriental donde llegó ya sin vida.

Fue el humilde taxista Wilfredo Fuertes Chamorro, el que dio a nuestros representantes la tremenda, alucinante y horrible noticia de que el doctor Chamorro Cardenal había sido atrozmente asesinado, en un acto de perversidad y cobardía que únicamente puede ocurrir en este desdichado país donde las libertades públicas y el resguardo ciudadano han sido vulnerados a los largo de cuarenta años.

La versión incontrastable del señor Fuertes Chamorro aparece íntegra en otro lugar de esta edición y por ella se darán cuenta exacta nuestros lectores de la barbarie cometida, del abominable asesinato del doctor Pedro Joaquín Chamorro.

Los cobardes criminales perpetraron su salvaje atentado en un carro viejo, Corona Mark Two con placa MA2D333, el que abandonaron del Banco de América una cuadra al algo, una abajo y media al sur.

Informar cuántos disparos recibió en su cuerpo  el doctor Chamorro, determinar con precisión los impactos de bala, no tiene ya mayor significación. El hecho crudo y desgarrador es que él ya no está con nosotros, y que su vida se ha ido para siempre por la acción vituperable de tenebrosos criminales cuyas manos fueron armadas por quienes quieren que Nicaragua siga siendo feudo y no recobre nunca sus perdidos atributos republicanos.

Toda su vida batalló valientemente contra el régimen somocista, sufrió cárceles, destierros y torturas y nadie pudo jamás hacerlo desviarse, ni con halagos ni amenazas, de su inclaudicable senda de verticalidad, de su insobornable convicción de ver libre a nuestro país. A esa dura y azarosa tarea entregó los mejores años de su existencia, de su capacidad intelectualidad, de periodista grande, y en ella ha ofrendado su vida y su sangre, la cual indudablemente tendrá que caer no solo sobre los victimarios físicos, sobre los que alzaron su mano criminal contra él, sino que implacablemente contra quienes los usaron de cobarde instrumento.

Por eso, porque su vida estuvo signada por el martirio republicano, porque siempre estuvo presente en las primeras filas de la lucha para liberar a Nicaragua, Nicaragua entera y todo su pueblo se movilizaron inmediatamente indagando sobre el atentado criminal, queriendo saber los detalles que rodearon su muerte.

Centenares de ciudadanos de todos los estratos sociales prácticamente corrieron hacia el Hospital Oriental a informarse de la tragedia, todos con la esperanza de que se salvara, y cuando conocían de su fallecimiento no ocultaban su llanto y su hondo pesar ante la infausta noticia, ni su fuerte repulsa contra semejante hecho.

En el propio Hospital Oriental las mismas enfermeras y auxiliares derramaron lágrimas al enterarse de que ya nada podía hacerse científicamente para rescatarlo de la muerte.

Tanto en el centro asistencial como en la casa del doctor Chamorro Cardenal como en las oficias de este diario, las llamadas telefónicas eran casi imposible de atender, todas preguntando sobre el tenebroso asesinato.

Las mismas llamadas se recibían de todo Centroamérica, de parte de estaciones de radio, televisoras, diarios impresos, notables ciudadanos del istmo, todos queriendo saber e informar a sus públicos del vil atentado que segó la vida a uno de los más grandes nicaragüenses.

Bomberos lo trasladaron

El DR. Pedro Joaquín Chamorro Cardenal falleció cuando la ambulancia N° 11 del Cuerpo de Bomberos de Managua iba hacia el Hospital Oriental. Aproximadamente de donde fue el Hotel Nicaragua tres cuadras arriba, poco antes de las nueve de la mañana.

Fue el raso Oscar Morales, quien se dio cuenta de su fallecimiento. Todavía ignoraba la identidad del herido, para el que Edwin Urroz, había solicitado un servicio de traslada a las 8:36 minutos, según el informe dado en el Cuartel de Bomberos de Managua.

El raso Morales realizó el servicio en compañía del teniente Rigoberto Mayorga que conducía el vehículo. Cuando llegaron al lugar, del Banco de América una cuadra abajo, encontraron, conforme dijeron a uno de nuestros redactores, a unas 30 personas, se decía que se trataba de un accidente.

Notaron, agregaron, que como a la media cuadra, sobre la avenida estaba aparcado un carro pequeño verde marca Toyota, en el que se había informado viajaban los asesinos del Dr. Chamorro Cardenal.

Respecto a este carro, fuentes oficiales de la policía señalaron que fue robado, igual que la placa que andaba la número MA2D333. Sobre el otro vehículo, color café en que se montaron los asesinos, después de perpetrar el atentado, nada se ha dicho.

Nacionales LA PRENSA Pedro Joaquín Chamorro archivo

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COMENTARIOS

  1. El Leones
    Hace 7 años

    Otra muerte sospechosa es la de Antonio Lacayo. Se lo volaron como a Torrijos, quitando tornillos a la avioneta. Estos piricuacos son duros a los asesinatos que lucen como accidentes. Lacayo podría haber sido el único que aglutina las fuerzas opositoras en torno a él.

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