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José Antonio Zarraluqui

Comportamientos poco profesionales

Los chinos se están descarando un poco bastante demasiado. Usan sus logros en el espacio para meter miedo y en el mar han construido unas islitas a partir de las cuales extienden sus aguas territoriales. No quieren que nadie penetre en ellas, pero sus navíos incursionan cada vez más lejos y están negociando con Cuba el establecimiento de bases militares.

En diciembre pasado una embarcación oceanográfica estadounidense recogía dos pequeños submarinos pilotados por control remoto al nordeste de Subic Bay, en Filipinas, cuando apareció una nave militar china y en las narices de los científicos americanos capturó uno de los drones y se lo llevó. Washington solicitó su devolución inmediata y enfáticamente declaró que el comportamiento de la marina china era muy poco profesional. Unos días después los chinos devolvieron el drone. Son rapidísimos en desarmar, estudiar, medir, fotografiar y reproducir cualquier artilugio mecánico o electrónico por complicado que sea. De modo que el incidente no pasó a mayores. Como los cubanos son más lentos les tomó cierto tiempo devolver el cohete aire-tierra Hellfire que preocupaba mucho al Pentágono haber perdido. Washington se felicitó de que el deshielo con la isla adelantado por el presidente Barack Obama permitiera tratar directamente —y resolver rápidamente— ciertos asuntos de suyo espinosos.

De manera que, cuando tras año y medio Cuba devolvió el cohete, nadie habló de comportamientos poco profesionales, no solo porque la isla no se había robado el Hellfire, sino porque habría sido necesario mencionar a quien lo había enviado por correo a Cuba desde Europa en junio de 2014, donde estaba para unas maniobras militares de la OTAN. Cuando sí Washington habló de comportamiento poco profesional fue en enero de 2016 porque la guardia revolucionaria de los ayatolás —otros que se están descarando un poco bastante demasiado— apresó en alta mar dos lanchas con marines americanos y los humilló, los retrató y filmó arrodillados y con las manos en la nuca y pidiendo perdón y llorando, y a la única mujer del grupo cubierta con un velo mahometano. El secretario John Kerry, indignado, se puso al habla enseguida con su colega iraní para negociar, convino un rescate muy considerable en efectivo y le agradeció la liberación de los secuestrados que se produciría días después. Eso sí, tachó el comportamiento iraní de poco profesional.

Un mes antes, en diciembre de 2015, y posteriormente en varias ocasiones, Washington ha repetido lo del comportamiento poco profesional de la guardia revolucionaria iraní porque esta ha tomado la manía de disparar y efectuar vuelos rasantes sobre los navíos norteamericanos de patrulla en el Estrecho de Ormuz.  Se diría, pues, que el increíblemente generoso para Irán acuerdo nuclear suscrito con los Estados Unidos ha servido para maldita la cosa dado que a los ayatolás Washington tiene que recordarles un día sí y el siguiente también que se comportan con poco profesionalismo.  Aunque ignoramos cuán profesional considera Washington el tratamiento hostil que ha dispensado durante los ocho últimos años al premier Bibi Netanyahu y la puñalada trapera que, en el albur de arranque, esta administración le ha asestado a Israel en las Naciones Unidas. FIRMAS PRESS

El autor es analista político.

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