14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

Edgard Rivas Choza presenta su cuento Nastalí

La lluvia era torrencial, estaba empapado desde la ropa hasta los huesos, temblando de frío.

La lluvia era torrencial, estaba empapado desde la ropa hasta los huesos, temblando de frío. Recostado sobre el barandal del puente, el muchacho tristemente miraba cómo el rugiente río arrastraba cuanto quedaba a su ribera. Pensó en ella y en la casita que por falta de recursos la mamá de Nastalí se vio obligada de prestarle al coloso un pedazo de sus orillas en tiempos de lluvias escasas.
Bien nervioso, bajó como enloquecido y siguió corriendo a la par de las aguas encrespadas; aún de lejos pudo ver la humilde vivienda cuando el enfurecido Guasayal la envolvía entre sus violentas correntadas hasta perderse por completo. Se llevó las manos a la cabeza para sujetar su pesadilla cuando sus ojos se llenaron de lágrimas, las que se entremezclaron con la lluvia que golpeaba su rostro. Cansado y cabizbajo pudo regresar al sitio en donde estaba construido el ranchito; ahora, sólo quedaba una gran masa de agua color pinolillo, que haciendo un embudo, hacía girar entre su círculo botellas plásticas, muebles y pedazos de madera podrida.
Días después una brigada de socorristas rescató el cuerpo descompuesto de doña Engracia, la madre de Nastalí; pero el de la joven, nunca fue encontrado. Enredado en unos arbustos, el repartidor de periódicos de la localidad pudo hallar una chaqueta color azul, propiedad de la linda joven, novia de German.
El encariñado joven se resignó a soportar el dolor que le provocaba la pérdida de una ilusión. Todas las tardes el muchacho llegaba al paraje en donde antes estuvo la humilde morada de la muchacha ojos azabache. Ahora, en su lugar crecieron los arbustos y las flores silvestres que jugueteaban con las aguas mansas y cristalinas de aquel gigante ahora quieto, reposado e inofensivo.
Después de cinco años, la gente del lugar fue olvidando lo sucedido y volvieron al prestarle al río un pedacito de tierra para vivir. Un día del mes de abril German se fue del rinconcito que lo vio nacer, estableciéndose en otra ciudad. Posteriormente conoció a una joven morena de mediana estatura con la que cultivó una especial amistad. Años más tarde decidieron casarse.
El día de la boda, la iglesia lucía bonita; arreglada con rosas blancas, rojas y amarillas vestidas con el frescor de los helechos. En el altar el joven esperaba a la novia. La imponente marcha nupcial asperjó sus notas sobre el ambiente y padre e hija desfilaron en procesión ritual sobre la alfombra roja que conducía hacia el altar donde debía cumplirse la promesa de entregar su apreciado tesoro al elegante enamorado.
Dio inicio la santa misa, tres lectores: dos varones y una mujer vestidos de blanco combinado con los colores litúrgicos propios de la ocasión, estaban de pie, listos para pronunciar la palabra de Dios. La chica era la última en la fila; ella manifestaba ansiedad en su rostro. German atento miró al centro del altar cuando el sacerdote revestido de blanco se dirigía a la feligresía: “Hijos míos, la tarde de hoy estamos aquí reunidos para celebrar la unión eterna de German e Isabela…”.
El más chico de la fila con voz sonora recitó la primera lectura; enseguida, el segundo continuó con el salmo responsorial, y por último la joven, con la voz entrecortada e insegura de sí misma, empezó a leer, esto llamó la atención de German e hizo que volviera la vista hacia la lectora, quedando impaciente y dejándolo mudo la bruma de los recuerdos. ¡Ahí estaba ella! La muchacha no pudo concluir y corriendo atravesó la puerta de la sacristía.

.LAPRENSA/THINKSTOCK

Cultura Cuento Edgard Rivas Choza nastali archivo

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí