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¿Y si no regresara?, una historia sobre el guerrillero Edwin Castro Rodríguez

La medianoche del 15 de mayo de 1960 la dictadura asesinó, en la cárcel La Aviación en Managua, a los reos políticos Edwin Castro Rodríguez, Ausberto Narváez Parajón y Cornelio Silva Argüello, condenados en Consejo de Guerra a 10 años de prisión por haber participado en el complot del 21 de septiembre de 1956, cuando Rigoberto López Pérez balaceó en León a Anastasio Somoza García.

La medianoche del 15 de mayo de 1960 la dictadura asesinó, en la cárcel La Aviación en Managua, a los reos políticos Edwin Castro Rodríguez, Ausberto Narváez Parajón y Cornelio Silva Argüello, condenados en Consejo de Guerra a 10 años de prisión por haber participado en el complot del 21 de septiembre de 1956, cuando Rigoberto López Pérez balaceó en León a Anastasio Somoza García. Esa noche, que los liberales celebraban con un baile la postulación del autócrata a otro período presidencial, Edwin Castro cortaría la electricidad de la Casa del Obrero y estallaría bombas de mecate para atenuar los estampidos de los disparos. Esa parte del plan falló por imponderables relacionados con Somoza. Rigoberto fue masacrado por la fallida seguridad del muerto, y en multitudinaria y feroz cacería fueron apresados los conjurados.
A pesar del infortunio padecido durante los casi cuatro años que permaneció prisionero, Castro cultivó su talento poético; desarrolló amistad con Tomás Borge, también encarcelado y se carteó con Carlos Fonseca, secretario de la Junta Directiva del Centro Universitario de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, quien un año después del triple asesinato, fundó el FSLN. En el prólogo del libro ¿Y si no regresara? (Aldilá Editor, julio 2016), José Coronel Urtecho escribió: en un país como Nicaragua, donde a pesar de todo, aún hay quizá más poetas que soldados, los poetas héroes y los poetas mártires, y hasta los poetas héroes y mártires, no son ya pocos en el martirologio de la lucha por la liberación. En sus poemas Castro expresó sus esperanzas y su actitud invencible ante la muerte, que en sus circunstancias siempre fue una amenaza real.
En las cartas enviadas a Carlos se puede conocer parte del pensamiento político de este patriota. Liberar Nicaragua de la dictadura fue el principal anhelo de su vida. El 7 de agosto del 58 escribió: he dado con satisfacción y sin volver los ojos atrás, lo mejor de mi vida: la felicidad de mi hogar y la mía propia, que no podía ser de otro modo, cuando el primer altar de mi amor lo he erigido a la Patria… El 19 de octubre el poeta aseveró: el pueblo necesita de guías sanos y honestos, incapaces de comerciar con sus miserias, y esos guías solo pueden surgir de la juventud. El 6 de noviembre le advirtió: con respecto a los partidos políticos, me atrevo a señalarte el peligro que representa caer en manos de cualquiera de ellos… Cuando los objetivos de lucha coinciden puede caminarse con ellos como compañeros de viaje, pero de ahí a identificarse plenamente debe haber una distancia insalvable. Es probable que Carlos le enviara el libro de Julius Fucick, porque le comentó: leí con verdadera devoción el reportaje al pie de la horca. Es un relato humano, conmovedor y heroico. Llega hasta el corazón de los que conocemos la angustia de las torturas, la humillación del insulto, y el tímido pero amigable gesto de un carcelero bondadoso… No es el verdugo que al filo de la medianoche me torturó quien triunfa… Los vencedores somos los torturados, los asesinados, los encarcelados. Nos llamamos Morales Palacios, Rivas Montes, Rigoberto López, Tomás Borge, Cornelio Silva, Rafael Praslín, Edwin Castro, etc., porque todos y cada uno, en la medida de nuestras fuerzas, hemos socavado los cimientos de la dictadura que se acerca a su final.
En la última carta publicada en el libro y dirigida a Carlos (5 de enero de 1959), le presenta lo que él llama su pequeña sinopsis política. Destaca lo que cree del liberalismo, doctrina que a su criterio llenó su cometido y pertenece al pasado; se declara liberal independiente, porque en el ala izquierda de ese partido caben sus principios; repudia el individualismo como precepto político, filosófico y económico, creador de grandes injusticias sociales de los conglomerados capitalistas; y se define socialista que cree en la necesidad de una economía dirigida para lograr la abolición de clases.
Pese a su situación, organizó su único poemario ¿Y si no regresara?, y con la intención de publicarlo le pidió a Carlos que lo apoyara, detallándole con inusual minuciosidad el tamaño del formato y motivo que ilustraría la carátula; las secciones que tendría; el tipo de material y número de páginas; y el precio a que debería ser vendido cada uno de los 1,500 ejemplares previstos. Para sufragar los gastos pensó en hacer una edición de lujo de 100 ejemplares, que vendería a mayor precio a igual número de suscriptores, en los que había pensado con sus nombres y apellidos.
En el prólogo del poemario Edwin Castro Rodríguez incluyó un escrito del novelista ecuatoriano Juan Montalvo, dirigido contra los tiranos de cualquier país y de cualquier época, y que en su primer párrafo se lee: La vida de un tiranuelo ruin sin antecedentes ni virtudes; la vida de uno de esos que engulle carne humana por instinto; sin razón y quizá, sin conocimiento; la vida de uno de esos seres maléficos que toman a pecho el destruir la parte moral de un pueblo, la vida de uno de esos monstruos tan aborrecibles como despreciables, no vale nada; azote de los buenos, terror de los pusilánimes, ruina de los dignos y animosos, enemigo de Dios y de los hombres, se les puede matar como se mata a un tigre, una culebra…

Cultura Cuento Mario Urtecho ¿Y si no regresara? archivo

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