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Masacre 22 enero
Editorial

Un pírrico informe electoral

Tal como se temía, el informe sobre la situación electoral de Nicaragua que la secretaría general de la OEA  suscribió con el régimen orteguista ha sido pírrico y  decepcionante.

No hay en ese documento nada que garantice que en el futuro inmediato habrá en Nicaragua elecciones justas y limpias, de conformidad con los estándares internacionales y los instrumentos jurídicos y políticos de la misma OEA. El informe  se limita a recomendar algunas medidas para  maquillar el sistema electoral orteguista,  el cual seguirá     excluyente y fraudulento hasta que los ciudadanos nicaragüenses recuperen por sus propios medios, fuerza y voluntad,  el  derecho de votar,  elegir y ser elegidos  en comicios libres, competitivos y transparentes.

La  poca  esperanza que se tenía en el informe de la OEA no era porque se creía que este  organismo  de los gobiernos interamericanos debe  resolver el problema electoral de Nicaragua. Esto es algo que deben  hacer los mismos nicaragüenses, como lo hicieron en 1990 cuando las condiciones políticas del país eran peores que ahora. Los nicaragüenses han demostrado que cuando  pueden  demostrar  su voluntad  en las urnas electorales,  la demuestran con claridad y  contundencia. Así  lo hicieron en las elecciones del 25 de febrero de 1990, cuando derrotaron con el voto popular a la dictadura sandinista; y lo volvieron a demostrar el 6 de noviembre pasado con la abrumadora abstención en la farsa  electoral orteguista.

Sin embargo, la lucha por la restauración de la democracia y el respeto al derecho  de elecciones libres y limpias, se facilita en condiciones externas   favorables a la causa de la democracia y amerita la solidaridad internacional.  En este sentido  lo que  se quiere es  que la OEA  cumpla su obligación de velar por el cumplimiento de los instrumentos jurídicos de ese mismo organismo, que establecen los estándares democráticos que deben cumplir todos, absolutamente todos, los Estados Miembros.

Se puede entender que por mucha buena voluntad que tenga el secretario general  de la OEA, no  puede obligar a  todos los  gobiernos  a honrar sus obligaciones jurídicas, políticas y morales con la democracia. La OEA, de la que Almagro es un funcionario ejecutivo, está integrada no solo por gobiernos  democráticos solventes, como los de Costa Rica,  Uruguay o Argentina, sino también por impresentables dictaduras como las de Venezuela y la misma Nicaragua. Estamos claros de que el cumplimiento del secretario general Almagro del compromiso que asumió  en el artículo que publicó el 31 de diciembre pasado en el diario El País, de España,  reproducido por LA PRENSA de Nicaragua, no depende solo de  su propia voluntad.

No obstante,  tenemos la convicción de que   aunque  la lucha por la democracia y las elecciones libres y limpias en Nicaragua no tenga  la comprensión y el acompañamiento de la OEA, que prefiere acompañar a Daniel Ortega,  de todas maneras esa lucha continuará hasta sus últimas consecuencias.  Como dijo Pedro Joaquín Chamorro en una ocasión,  de los Estados Unidos, que apoyaban a la dictadura somocista o se hacían los disimulados con ella,   con la OEA, sin la OEA o contra la OEA, en Nicaragua volverá a haber elecciones verdaderas, libres, justas y limpias.

COMENTARIOS

  1. El Nica
    Hace 7 años

    Un congresista Americano habia dicho que este podi’a salir con su informe de circo .

  2. Justo
    Hace 7 años

    Amen!

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