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Masacre 22 enero
LA PRENSA

¿Mejorar o superar el orteguismo?

La valoración mala o buena del informe de la secretaría general de la OEA sobre el sistema electoral orteguista, depende de que si lo que se quiere es superar el régimen dictatorial, o solo “mejorarlo”. Superar, decimos, en el sentido de vencer algo existente, no de ayudarlo a parecer mejor.

La historia política de Nicaragua está llena de dictaduras de distintas modalidades y de luchas frontales contra ellas. Pero también de componendas políticas, pactos para conseguir prebendas e inclusive de personas y grupos que se adaptaron al sistema dictatorial, no como zancudos o chupadores de sangre del pueblo sino porque ilusamente creyeron que podrían mejorarlo desde dentro.

Durante el somocismo fueron famosos los llamados “minifaldas”, un grupo de talentosos profesionales decepcionados de los políticos opositores tradicionales, porque los consideraban atrasados e incapaces de conseguir el cambio que necesitaba el país. Los “minifaldas” creían que participando en el gobierno podrían impulsar políticas nacionales modernas y progresistas, y que de esa manera se abriría el camino de una transición democrática gradual y ordenada.

El pueblo los llamó “minifaldas” después de que así los apodó Pedro J. Quintanilla, un destacado político liberal de izquierda y funcionario público en los gobiernos de Luis Somoza y René Schick, quien después se declaró opositor a la dictadura de Anastasio Somoza Debayle y fundó junto con Ramiro Sacasa Guerrero el Movimiento Liberal Constitucionalista (MLC).

Los “minifaldas” apoyaron la campaña política de Anastasio Somoza Debayle para las elecciones de 1967, después formaron parte de su gobierno y Quintanilla les puso ese apodo porque consideró que era un movimiento que pasaría rápidamente de moda, igual que la atractiva y popular prenda femenina que en ese tiempo lucían las mujeres.

Los “minifalda” no pudieron mejorar al somocismo, como era de esperarse, pero promovieron exitosas políticas progresistas en el campo económico y la administración pública. Sin embargo, políticamente el sistema dictatorial somocista siguió igual e inclusive peor. Anastasio Somoza Debayle no quiso escuchar a quienes desde la oposición, la comunidad internacional y su mismo gobierno, le demandaban y sugerían que permitiera elecciones libres para abrir a partir de ellas la transición pacífica a la democracia.

La intransigencia de Somoza condujo a que la gente se hastiara de la dictadura —a pesar de la buena situación económica de aquella época, que inclusive era mejor que la de ahora— y la motivó a respaldar la alternativa de la violencia armada promovida y practicada por el FSLN, que tomó el poder de manera sangrienta en julio de 1979 para imponer una nueva dictadura.

Ahora no hay condiciones internas ni exteriores para que se vuelva a practicar exitosamente la lucha armada, que además es absolutamente indeseable. Pero llegará el momento en que la ciudadanía se canse de la dictadura orteguista y se movilice por medio de la resistencia cívica y pacífica para sacarla del poder. Y de nada le servirán a Ortega las artimañas y medidas cosméticas como las que ha pactado con la secretaría general de la OEA.

Editorial informe de la OEA Luis Almagro OEA archivo

COMENTARIOS

  1. Ramon Salgado Valle
    Hace 7 años

    “Pero llegará el momento en que la ciudadanía se canse de la dictadura orteguista y se movilice por medio de la resistencia cívica y pacífica para sacarla del poder”

    Absolutamente, verdad. Y no hay porque dudarlo.

  2. Pronóstico
    Hace 7 años

    La única alnernativa es sacarlo del poder, nada de paños tibios.

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