Transparencia Internacional (TI) ha dado a conocer el Índice de Percepción de Corrupción correspondiente al año 2016, el cual pone en evidencia y confirma que ningún país se escapa de ese mal, pero también que Nicaragua es uno de los Estados más corruptos de América Latina.
La corrupción es un defecto de la naturaleza humana, por eso hay en todas partes del mundo. Sin embargo es mucho menor en los países cuya gente es bien educada, goza de una sólida cultura cívica y tiene un sistema político auténticamente democrático en el que funcionan eficazmente los controles institucionales y los mecanismos de rendición de cuentas.
En cambio, la corrupción es mayor en países como Nicaragua, donde el sistema de gobierno es centralizado, autoritario y enemigo de la transparencia.
El Índice de Percepción de la Corrupción va de 0 a 100, siendo menos corruptos los países que ocupan los lugares más altos y más los que se acercan a 0. Nicaragua ocupa el sitio 26 y según el informe de TI casi el 70 por ciento de los países reportados tienen una puntuación abajo del 50 por ciento.
Los países más corruptos son Somalia, Sudán del Sur, Corea del Norte y Siria, mientras que los más honestos son, en este orden, Dinamarca y Nueva Zelanda que están empatados con 90 puntos, seguidos por Finlandia con 89 y Suecia con 88.
No es casual que el título de país más corrupto de América Latina y el Caribe lo ostenta Venezuela, que sufre una grave descomposición económica, política y social causada por el “socialismo del Siglo XXI” y la dictadura chavista que encabeza Nicolás Maduro.
Nicaragua, ya lo dijimos, ocupa el lugar número 26 en el rango mundial. Es el tercero peor en el hemisferio occidental, solo encima de Haití y Venezuela que se ubican en el sitio 20 y 17 respectivamente de la tabla internacional de la corrupción. Y los menos corruptos, hay que destacarlos, son Uruguay con 71 puntos y Chile con 66.
Los detractores de este índice de TI alegan que no es válido porque mide una percepción subjetiva, que no es una medición objetiva y real. Pero es que la corrupción se practica a escondidas, los corruptos la ocultan de múltiples maneras y no es posible medirla como al Producto Interno Bruto. Lo que se puede medir es la percepción que tienen de la corrupción los actores económicos y sociales, desde los empresarios obligados a dar sobornos para poder hacer negocios hasta los conductores forzados a pagar mordidas y multas de tránsito recaudatorias.
Y la verdad es que el Índice de Percepción de Corrupción no engaña, muestra que la corrupción es mínima en los países donde hay más educación y cultura, en países donde funciona la democracia y los poderes formales y fácticos rinden cuentas a la sociedad, como Dinamarca y Nueva Zelanda; y que, lógicamente, es mayor donde imperan regímenes dictatoriales, como los de Venezuela y Nicaragua.