Entre las líneas de la Santa Biblia se revelan las promesas más hermosas que jamás haya escuchado. Cuando leo alguno de sus libros, siento deleitarme con una carta de amor del Padre Celestial para mi vida. Al leer y releer el momento en el que se describe a Jesús despidiéndose de sus discípulos, descubro la promesa de nuestro Salvador hacia nosotros, la cual sujeta el regalo más especial que pudo darnos al momento de partir hacia al Padre.
“… Pero es verdad lo que les digo: les conviene que yo me vaya, porque mientras yo no me vaya, el Protector no vendrá a ustedes. Yo me voy, y es para enviárselo”. Juan 16:7. Al escuchar estas palabras del Señor Jesús, los discípulos estaban claramente tristes, porque aunque no sabían lo que estaba a punto de suceder con el Maestro, sentían que estaba desarrollando un discurso de despedida, en el cual les expresaba las dificultades que tendrían que enfrentar por seguir su Nombre, pero también les prometía un Protector.
“Les conviene que yo me vaya”, ¿por qué Jesús asegura que es mejor que Él vaya hacia al Padre? Porque Él promete que su rebaño no quedará solo, Él tiene preparado a un Protector. En otras versiones de la Biblia se le conoce como el Paráclito, que en su término hebreo, parakletos, significa: abogado, defensor, agente que levanta el ánimo a los soldados de un ejército.
Un Protector que mostrará la diferencia entre el bien y el mal, revelará la verdad y la justicia de Cristo. “Y cuando venga Él, el Espíritu de la Verdad, los guiará en todos los caminos de la verdad. Él no viene con un mensaje propio, sino que les dirá lo que escuchó y les anunciará lo que ha de venir. Él tomará de lo mío para revelárselo a ustedes, y yo seré glorificado por Él”, continúa explicando Jesús.
Cuando leo estas Palabras, mi espíritu se fortalece, mi fe se acrecienta y mi alma encuentra paz. Porque en Jesús encontramos la Salvación para nuestra alma, con la esperanza de la vida eterna, pero también nos ofrece su Espíritu Santo, como protector del cristiano, de modo que no solo nos abre las puerta a un camino eterno, sino que nos envía su Espíritu para que seamos guiados durante todo nuestro camino.
De allí, que el Espíritu Santo debe ser todo para el seguidor de Jesús, sin el Espíritu Santo fácilmente el hombre y la mujer se pierden de la voluntad de Dios. Es el Espíritu de la Verdad quien nos revela el amor de Jesús y es quien renueva nuestras fuerzas para que podamos avanzar por el camino del bien. Seguir el camino que nos lleva a Jesús es cada día más angosto y difícil de atravesar, pero cuando retomamos la promesa de Jesús, conseguimos las fuerzas para no desmayar.
Cada día que pasa, el mundo se fortalece en la maldad, las tinieblas han cobrado fuertemente su lugar. Injusticias, mentiras, traiciones, egoísmos, orgullos o cualquier clase de delitos están siempre rodeándonos, sin embargo, en medio de todo lo inmundo que nos podamos tropezar, no es lo mismo vivirlo solos que acompañados con el poder del Espíritu Santo. ¿Por qué no buscarlo?
¿Por qué no obedecer su voz? Te aseguro que Él constantemente nos busca, nos llama, pues quiere protegernos, guiarnos, y llevarnos a la verdad de Jesús. Les aseguro que en el mundo siempre tendremos desafíos, pero jamás una dificultad será igual cuando tenemos al Espíritu Santo de nuestro lado. ¿Qué esperamos para recibirlo? Él se encuentra a la distancia de una oración.
El autor es Presidente de la Asociación Cristiana Jesús está Vivo.