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Melvin Sotelo Avilés

La educación que necesitamos

En Nicaragua desde el tiempo de la colonia hasta nuestros días ha habido una fractura cargada de estigma entre el trabajo manual y el trabajo intelectual. El primero es visto de manera peyorativa y como una actividad propia de sectores de bajos ingresos, mientras que el segundo es generador de status social. Esa forma de pensamiento ha impedido que haya una orientación hacia la ciencia y la técnica y se siga enfocando la  educación con énfasis en el campo humanístico en sus diferentes niveles.

El resultado es la poca promoción e interés de la educación técnica, tecnológica y científica, tanto por parte de las autoridades como de los estudiantes, que responda a un modelo de desarrollo que genere, por un lado una inserción más rápida de adolescentes y jóvenes en el mundo laboral y, por otro, que eleve la productividad en el país.

Partiendo que la educación es un derecho humano fundamental, la misma debe verse como un medio para desarrollar las potencialidades humanas. Se necesita un sistema educativo que forme personas con capacidad innovadora, emprendedoras, con pensamiento crítico y con valores.

En ese sentido, sería bueno que quienes dirigen el país, tomen conciencia que la educación no solo es una responsabilidad del gobierno, también lo es de los otros sectores de la sociedad, a los cuales se les debe incorporar, me refiero a los distintos centros especializados en el tema de la sociedad civil, la empresa privada, los padres de familia y los estudiantes para que juntos asuman un acuerdo de nación del tipo o los tipos de educación que requiere el país, el cual debe convertirse en política de Estado.

Establecido este acuerdo, también se debe llegar al consenso de hacer de la educación una prioridad. Tanto la sociedad como el Gobierno deben de dejar de verla como un gasto y reconocer que la misma es la mejor inversión para sacar al país de la pobreza y alcanzar un mayor desarrollo humano y económico.

Es importante resaltar que las políticas sociales también crean riqueza económica cuando formamos capital humano, más aún si apostamos a que los estudiantes puedan manejar las herramientas técnicas, tecnológicas y científicas que se demandan para que haya una verdadera transformación del modelo agroexportador que nos tiene situado en el segundo país más pobre de América Latina.

Esta voluntad política de hacer de la educación una prioridad, debe reflejarse en un incremento del presupuesto, el cual debe estar atado a un plan de corto, mediano y largo plazo y un cambio de la currícula orientado a la calidad y a la pertinencia. Educar para la vida, pero también para ser un factor de cambio en el medio en el que se desarrollan los estudiantes.

El otro elemento fundamental es la articulación del sistema educativo en sus diferentes subsistemas de: educación general básica y media, educación técnica (básica, media y superior), capacitación y educación universitaria. En el subsistema de educación no superior debe haber las diferentes modalidades de bachillerato normal, técnico y científico y la ubicación de los alumnos deberá estar sujeto al desempeño académico de los mismos para que puedan o no alcanzar la educación superior.

No está de más decirlo, que todo acuerdo de política educativa a la que se llegue, sea descontaminado de los elementos políticos que en un país polarizado como el nuestro obstaculizan el entendimiento. Esta es una condición para garantizar su continuidad  independientemente de quien gobierne.

El autor es sociólogo. Autor del libro: Ramiro Sacasa Guerrero. El Poder de Servir.

Opinión educación Nicaragua Opinion archivo
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