Torturas
Si le otorgamos a la Policía el derecho de torturar a quién ella crea que se lo merezca, más temprano que tarde podría estar usted mismo guindado de manos, recibiendo una paliza o choques eléctricos, sea que haya cometido delito o no, como parte de ese procedimiento, cavernario y cobarde, que usted en algún momento defendió como legítimo.
Sueños
Refinería. Puerto de aguas profundas. Hidroeléctrica Tumarín. Satélite chino. Gran canal Interoceánico. Ferrocarril. Riego masivo con aguas del gran lago. Nueve pasos a desnivel en Managua. Ciclovía. Ocho rotondas más. 27 puentes vehículares. Carretera costanera. Carretera alterna a Masaya. Como diría Arjona, “el problema no es que me mientas el problema es que te creo”. Gracias, Comandante.
Taxistas
Entonces el gobierno le cerró la puertas a Uber porque dicen los taxistas que esta compañía no cumple con la ley, porque no traerá carros nuevos como mucha gente piensa y le van a cobrar más caro a los usuarios. Y porque, además, ellos pueden darle al usuario todo lo que Uber ofrece. Qué buena gente estos taxistas. Ellos representaron al usuario y decidieron lo que era mejor para ellos. Algo así como “El pueblo taxista”.
La ley
No se trata de sentir lástima por quienes mataron a dos policías que cumplían con su deber. Ni de defender su inocencia. Se trata de defender una decisión que como sociedad tomamos algún día porque la consideramos correcta y la expresamos en el artículo 36 de la Constitución Política de Nicaragua: “Toda persona tiene derecho a que se respete su integridad física, psíquica y moral. Nadie será sometido a torturas, procedimientos, penas ni a tratos crueles, inhumanos o degradantes. La violación de este derecho constituye delito y será penado por la ley”. En el momento que decidimos que alguien no se merece que se cumpla la ley con él, la ley deja de tener sentido. ¿Eso es lo queremos? ¿Que se instale la tortura como método de interrogación o de desahogo de los policías?
William Walker
Las elecciones del noviembre pasado deberían estar entre las más extrañas que ha vivido Nicaragua, tal vez solo superadas por aquellas que ganó William Walker el 29 de junio de 1856 cuando consiguió votos en algunos cantones que superaban hasta en cuatro veces la totalidad de la población de los mismos. Las de noviembre fueron sin rivales, sin propaganda, sin planes de gobierno y, finalmente, sin votantes. Lo que si hubo fueron cifras oficiales de voto masivo, repartidera de cargos y cobros al erario “por gastos de campaña”. Tan parecidas son las de Walker con las de Ortega que, en tono de burla, escuché a alguien que decía: “Este Daniel me ha quedado mal, no me consiguió trabajo, a pesar que voté cuatro veces por él en las elecciones pasadas”.
Inocentes culpables
¿Se acuerdan de aquel muchacho de Rivas que ya había confesado ser el asesino y violador de su novia y luego fue liberado porque apareció el verdadero asesino? ¿Cómo creen que decidió “confesar”? Pues eso es lo que logra la tortura: que la Policía resuelva pronto, sin importar mucho que alguien sea o no culpable.
Lo viejo y lo nuevo
Esta no es una batalla entre taxistas y Uber. Es el clásico enfrentamiento entre lo viejo y lo nuevo. Entre lo que nace y lo que muere. Y no crean, yo entiendo a los taxista. El temor que ellos pueden sentir es el mismo que seguramente sintieron los dueños de coches de caballos cuando empezaron a aparecer los automóviles taxis. En vez de aferrarse a un estilo de negocio en declive, deberían dar un paso adelante, reinventar su servicio adaptando las nuevas tecnologías, como lo hicieron en su tiempo los cocheros que se convirtieron en taxistas.
Torturadores
Ahora aparecen los acusados de asesinar a dos policías con sus caras inflamadas y las costillas rotas, señalando a sus custodios de tortura. Y vi a mucha gente aplaudiendo la golpiza porque “se lo merecían”. Y a otros justificando a los policías por la rabia que deben sentir por sus hermanos muertos, como si no fuese el apego a la ley lo que debería diferenciar a los policías de los delincuentes.