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Los Patriots de Nueva Inglaterra se preparan para defender la corona de campeón de la NFL, ahora en el Super Bowl LI ante los Falcons de Atlanta, LA PRENSA/Bob Levey/Getty Images/AFP

Los Patriots de Nueva Inglaterra se preparan para defender la corona de campeón de la NFL, ahora en el Super Bowl LI ante los Falcons de Atlanta, LA PRENSA/Bob Levey/Getty Images/AFP

Patriots a limpiar imagen con triunfo en Super Bowl 51

Los Patriots de Nueva Inglaterra vieron golpeada su imagen por el caso conocido como Deflategate en la temporada pasada.

Los Patriots de Nueva Inglaterra han llegado a Houston para disputar su noveno Super Bowl, séptimo bajo la era del dueño Robert Kraft, el entrenador en jefe Bill Belichich y el mariscal de campo estelar Tom Brady, con la misión de conseguir un quinto título que les encumbraría para siempre como la mejor franquicia de todos los tiempos.

No solo dentro de la Liga Nacional de Futbol Americano (NFL) sino también en el deporte profesional de Estados Unidos, donde ahora todavía tienen el liderazgo los Yanquis de Nueva York en el beisbol de las Grandes Ligas.

Pero sobre todo, y aunque han evitado expresarlo públicamente, llegan al partido del Super Bowl LI a disputarse el domingo en el NRG Stadium de Houston, con motivaciones especiales de reivindicación de imagen y trayectoria deportiva del equipo, varias veces cuestionadas.

El primero es el propio comisionado de la NFL, Roger Goodell, hasta hace dos años gran amigo de Kraft, pero por la manera como ha manejado el escándalo de los balones desinflados ilegalmente se ha convertido en el enemigo número uno de los seguidores de los Patriots y persona no grata dentro de la organización de Nueva Inglaterra.

El castigo impuesto a Brady con cuatro partidos de suspensión y al equipo con un millón de dólares de multa, además de mostrarlos ante la opinión pública como culpables del llamado “Deflategate”, ha hecho que los Patriots respondiesen en el campo con marca de 16-2, incluida la de 14-2 durante la temporada regular, la mejor de la NFL.

A pesar que en su ofensiva no tienen a uno de los mejores jugadores, como es el ala cerrada Rob Gronkowski, quien está de baja indefinida desde el mes de diciembre al tener que pasar por el quirófano para operarle de una lesión en la espalda.

Kraft, desde que llegó el lunes a Houston con el equipo, no ha querido entrar en un enfrentamiento directo contra Goodell, tampoco lo han hecho Belichick y el propio Brady, por el contrario han mostrado toda la diplomacia del mundo a la hora de presentar el afán de venganza deportiva que traen escondida en su interior.

Victoria sería un golpe

Saben que la mayor humillación para Goodell será tener que hacer entrega el Trofeo Lombardi a los Patriots si el domingo vencen a los Falcons de Atlanta en el decisivo partido del mayor evento deportivo del año que se da en Estados Unidos.

Un acto que será visto por la televisión a través de más de 170 países de todo el mundo y en más de 20 idiomas diferentes.

Kraft se ha limitado a decir que su responsabilidad es defender a la organización porque se trata de la “familia” a la que se la implicó en un caso que consideró fue manejado de forma errónea e indebida.

Prueba necesaria

El éxito permanente que han tenido los Patriots es algo que no genera simpatía nacional, Kraft es consciente de esa realidad, la misma que hace que dentro del equipo exista una filosofía permanente de superación para demostrarles en el campo a los rivales que nada de lo que han conseguido se lo han regalado, ha sido producto de la suerte o lo que es peor de hacer trampa.

De ahí, que todos dentro de los Patriots reconocen que lograr el quinto título de Super Bowl sería la culminación perfecta a una temporada que se inició llena de sombras e interrogantes y que a falta del gran partido ha sido de auténtico “ensueño”.

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