Dixon Flores es un boxeador engañoso. Es como un bombillo que acciona de forma intermitente, un día se enciende y al otro se apaga, no es predecible desde ningún ángulo. De pronto lo vemos como Caupolicán y en otras ocasiones huye por la puerta trasera, acobardado.
Dicho esto, ¿qué esperar que haga frente a Aron “La Pantera” Juárez mañana, día en el que peleará por el cinturón Fedecentro de las 118 libras de la Asociación Mundial de Boxeo? No se debe negar que arriesga y que se crece como lo hizo ante José “El Danto” Pérez, pero cuando entra en terrenos complicados, se sacude el polvo y se entrega, como frente a Juan Hernández y Khalid Yafai.
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No existen diferencias marcadas entre Flores y Juárez, por lo que debe esperarse un combate cerrado. “La Pantera” defenderá el cetro, será probado en el fuego como el oro, después de coronarse como campeón absoluto en la copa de pesos gallos que promovió la promotora Pinolero Boxing el año pasado. Se desboca en ataque, y a juzgar por el estilo frontal de Flores, es previsible un choque fragoroso.
“Esperancita”, mote con el que es conocido Flores en el boxeo, y “La Pantera” pertenecen a una camada de peleadores de 118 libras que caben todos por igual en un solo bolsón: ahí también están Alexander Espinoza y Yesner Talavera. Los más aventajados parecen ser Flores y Espinoza, quienes le deben un combate a la afición boxística.
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Con experiencia en pelea de título del mundo ante el mexicano Carlos “El Príncipe” Cuadras, Flores siempre causa interés cuando es anunciado, pero suele desinflarse en el segundo tramo de la pelea, dejando dudas sobre su preparación. ¿Qué Dixon se verá? Es una incógnita. Si llega sin contemplaciones, Juárez podría mantenerse reinando.