El informe de Freedom House sobre el estado de la libertad y la democracia en el mundo, indica que en Nicaragua el respeto a las libertades civiles y los derechos humanos cayó en 2016 a su nivel más bajo de los últimos veinte años.
El informe establece tres rangos de países: los completamente libres, los parcialmente libres y aquellos que del todo carecen de libertad. Nicaragua es ubicada entre los países medianamente libres.
La estadística del informe de Freedom House es precedida por un profundo análisis titulado Populistas y autócratas: la doble amenaza para la democracia global. En este ensayo, elaborado por el presidente y el editor de dicha institución, Arch Puddington y Tyler Roylance, se razona que la democracia en unos países sufre la amenaza del populismo y en otros la de regímenes autocráticos.
Pero el populismo y el autocratismo no necesariamente existen por separado, como formas independientes de poder político antidemocrático. En Nicaragua, por ejemplo, impera un régimen que es una mezcla de populismo de derecha con autocratismo de izquierda, el cual deriva, además, en una anacrónica dictadura familiar con pretensiones dinásticas y de dominación perpetua. Sin embargo, lo más relevante del informe de Freedom House no es la calificación de Nicaragua como país parcialmente libre.
Lo más importante es que revela que en este país se están perdiendo cada vez más las libertades fundamentales, que se respetan menos los derechos humanos de los nicaragüenses, que se agrava el deterioro de las instituciones, que no hay gobernabilidad democrática, que el aparato judicial del Estado se utiliza para castigar a la verdadera oposición y que el acto electoral del año pasado no se ajustó a los estándares democráticos internacionales, según explicó a LA PRENSA el director de Freedom House para América Latina, Carlos Ponce.
Precisamente lo que Freedom House consigna sobre Nicaragua en su informe sobre la libertad en el mundo, es lo que debió haber informado públicamente el secretario general de la OEA, Luis Almagro, quien conoce y ha podido confirmar la misma información sobre el país. No obstante Almagro prefirió hacer un acuerdo con el régimen orteguista que oculta la realidad política del país y — peor aún— favorece el objetivo de Daniel Ortega de permanecer en el poder por tiempo indefinido y seguir negando el derecho de los nicaragüenses a votar, elegir y cambiar gobierno en comicios libres y transparentes.
Algunos creían que con el azucarado acuerdo que Ortega hizo con la OEA, podría engañar a quienes en Estados Unidos promueven la ley “Nica Act” para sancionar al régimen orteguista por sus atropellos populistas y autocráticos a la libertad y la democracia.
Pero estaban equivocados de plano. Además, para todos los efectos pertinentes el informe de Freedom House sobre Nicaragua tiene mucho más valor que el acuerdo de la OEA con Ortega, si acaso este tuviera alguna importancia.