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Inmoral. Pintura de Fabricio Cascio. LAPRENSA/Archivo

Inmoral. Pintura de Fabricio Cascio. LAPRENSA/Archivo

Otras nuevas romerías

Tú no sabes resistirte, mi niña, ante un poema hecho a tu medida. Continúo embriagado de vos. Tenía una sonrisa fácil. Eso confundía a todos, creyeron que también era fácil de llevar a la cama. Si para recuperar tu amor tengo que viajar hasta los confines del universo, ten seguro que lo haría de nuevo. […]

Tú no sabes resistirte, mi niña, ante un poema hecho a tu medida.

Continúo embriagado de vos.

Tenía una sonrisa fácil. Eso confundía a todos, creyeron que también era fácil de llevar a la cama.

Si para recuperar tu amor tengo que viajar hasta los confines del universo, ten seguro que lo haría de nuevo.

Solo tuve que escuchar una vez sus razones, para saber que la amaba.

Fue una noche breve la larga madrugada que compartí a su lado.

Cada noche sueño con vos, desafiando lo briosa que eres en la cama.

Como en las telenovelas, ella soñaba con un mundo donde las negras se juntasen con su blanco y cada rico con su pobre.

Te busco por donde nunca has andado, sabiendo que encontraré a otra igualmente bella, porque vos ya tenés dueño.

Acostúmbrate a llevar el peso de este amor inconmensurable.

Solo esperaba que tu padre agregara, qué como Remedios, la bella, ¡ascenderías virgen al cielo!

No olvides llevarte contigo las últimas migajas de este amor derrotado.

Entre más prohibido más apetecible.

¿Gocemos sin límites? ¿Eso qué supone? ¡Dejo todo a tu imaginación!

¡Disfruto verla caminar desnuda, mostrándome su trasero de negra.

¿Bajo la ducha o en la bañera? Eso vos decidilo.

No dejes que el agua enfríe. Entra ya a la bañera, no vaya a ser que yo me enfríe también.
¡Atrévete a besarme y enloquecerás!

Insaciable, no conoce reposo.

Amo su desenfado, su mente pervertida y su entrega sin límites.

Posee una inteligencia despierta y una sabiduría para hacer el amor, ¡que enloquecen!

Cada noche me pregunta por viejos amores, cuando yo indago lo suyos, se hace la desentendida.

Tenemos un año de compartir cama, lecturas, pequeñas caminatas y una comunicación emocional garante de nuestra felicidad.

Tiene el corazón de niña y una inteligencia de mujer adulta.

Leer y amarte son para mí las dos caras de la luna. No puedo pasar un solo día sin leer. Sin tu amor, ¡no podría vivir ni un solo instante!

Nunca me pidas escoger entre vos y mis lecturas. Ambas complementan y vuelven feliz mi existencia.

Te amo con la misma pasión que canta el ruiseñor por las mañanas.

¡Pídele a Dios que mi gracia te sea concedida!

Cuando la vi de frente, una corriente electrizante se apoderó de mí. Apenas dio la vuelta, el encanto desapareció. Carecía de la prenda más deseada entre mis prendas más queridas. Su espalda bajaba recta hacia sus piernas.

Jamás me quitó de encima su mirada impertinente. No era bella. Me sedujo su descaro.

Sírvete a fuego lento, no te precipites, avanza despacio, deléitate probando los sabores de mi carne y bebe un poco de mis aguas cristalinas. Solo cuando yo te diga, podrás entrar alborozado al jardín de tus placeres.

Lo hicimos una sola una vez y nunca la he podido olvidar.

¿No se te antoja comerme tostada al sol embadurnada de miel?

Solo quienes nos hemos encaramado en la Montaña Rusa, podemos desafiar el vértigo de tus movimientos.

¡Ahora te toca! ¡Empezaré cuando lo haga mejor que vos!

¿Sabes cuántos movimientos distintos realizo cada vez que hacemos el amor? ¡Perdona, respondió, pero perdí la cuenta!

Volvamos a repetir lo de anoche. ¡No! Mejor ensayemos algo nuevo.

En ella todo es intenso, especialmente su manera de amar.

Amo todo lo tuyo, tu altura, tu boca grande, tus piernas largas y tu corazón de niña.

Tiene grande el corazón, grande como su alma grande.

No te enfurruñes, hagámosle de nuevo, todavía queda tiempo.

Nunca dejes de preguntarte cuál de tus encantos la retiene entre tus sábanas.

Nos acoplamos tan bien, que pareciera un solo cuerpo balanceándose en el aire.

Con la ternura de su voz podría embrujar serpientes.

No habían transcurrido los nueve días de duelo, cuando alzó vuelo de nuevo.

Hay redes en las que uno debe dejarse atrapar.

Toca la firmeza de mis pechos. Siente la dureza de mi lanza.

Me tomó la mano y discretamente fue guiándome por parajes insospechados.

Deja quieta esa mano! ¿Solo vos creés tener derecho de hacer con la tuya todo lo que te plazca?

Siempre que lo hacemos pareciera como si fuese la primera vez.

Nunca acabo de distinguir dónde es mayor tu sabiduría. Si en tu boca que me provoca espasmos o en la cadencia de tus movimientos que me hace levitar.

Cultura Guillermo Rothschuh Villanueva Poema romerías archivo

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