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El pequeño Mauricio Benavides, recibiendo el trofeo que lo reconoce como el Mejor Receptor del Campeonato Nacional de Beisbol Infantil “AA”. Foto: Carlos Valle

El pequeño Mauricio Benavides, recibiendo el trofeo que lo reconoce como el Mejor Receptor del Campeonato Nacional de Beisbol Infantil “AA”. Foto: Carlos Valle

Mauricio Benavides, el niño beisbolista que quiere ser como Salvador Pérez

Mauricio Benavides es un niño de once años con ADN de beisbolista. Es un receptor, es decir, ocupa esa posición detrás del plato, en medio del bateador y el umpire, para dirigir al pícher de turno. Conoce bien los límites de ese cuadrante imaginario donde los lanzamientos deben caer para ser declarados strikes.

Mauricio Benavides es un niño de once años con ADN de beisbolista. Es un receptor, es decir, ocupa esa posición detrás del plato, en medio del bateador y el umpire, para dirigir al pícher de turno. Conoce bien los límites de ese cuadrante imaginario donde los lanzamientos deben caer para ser declarados strikes.

Mauricio tomó de su padre el amor por el beisbol, además del nombre y el parecido físico. Ha crecido encariñado con el papel de cácher y cuando se le pregunta a quién admira, rápido contesta que a Salvador Pérez, el receptor venezolano que juega con los Reales de Kansas City en Grandes Ligas.

Originario de León, de un barrio llamado El Sagrario, el pequeño Mauricio fue un bombillo permanentemente encendido en el Campeonato Nacional de Beisbol Infantil AA, celebrado esta semana en Totogalpa, Madriz, donde el equipo de su sangre se coronó, y él, por su gran labor individual, fue incluido en el equipo Todas Estrellas y declarado Campeón Bate del certamen con .600 puntos.

“No me siento incómodo”

“Un día mi papá me llevó a ver un juego y le comenté que quería ser receptor. Muchos piensan que esta es una posición incómoda de cubrir o complicada, pero para mí no, ya que práctico mucho. El consejo que me da mi padre es que juegue siempre tranquilo y eso es lo que hago”, cuenta Mauricio, quien en su momento jugó como primera base, como tercera y fue jardinero derecho, hasta que encontró el éxtasis detrás del plato.

En algunos deportes como el boxeo, se da que el padre es el entrenador del hijo. En beisbol esta relación podría parecer una rareza, pero Mauricio tiene como mánager a su padre dentro del terreno y fuera del mismo, en el que ha aprendido que jugar y estudiar a la vez resulta tan contundente para la vida como conectar un jonrón.

“Estoy orgulloso de mi hijo. Yo vengo de una familia con tradición beisbolera y él ha captado eso”, comentó Mauricio, el padre.

¿Qué tiene que ver el beisbol con la astronomía? Probablemente nada, pero el pequeño Mauricio dice que le encanta ver las estrellas y conocer más de los planetas, por eso conecta duro la pelota, a ver si un día la llega tan largo como el firmamento.

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