La pérdida de bosque en la Reserva de Biosfera de Bosawas no es un tema nuevo; sin embargo, aún no hay eco por parte de las autoridades de Gobierno. Esto demuestra que ha bajado el interés por el cuido y preservación de la reserva considera Víctor Campos, director de Centro Humboldt.
Desde el 2011 al 2016, Bosawas perdió 92, 157 hectáreas de bosque latifoliado cerrado, lo que forma parte de la tasa de deforestación que es del seis por ciento anual.
Campos, quien tiene más de diez años de trabajar en la protección del medioambiente, asegura que en un tiempo hubo interés por parte de las autoridades por la preservación de la Reserva de Biosfera, y uno de los puntos claves era el trabajo articulado con los alcaldes, pero eso se desarticuló, dice.
Al “quedar libre la reserva”, es decir, sin protección se abrió la posibilidad que más gente comenzara a llegar, y eso aportó a que las áreas de deforestación se incrementaran. Y si a esto se suma la minería artesanal, también fue un espacio para que más personas entraran a la Reserva.
Por su parte, el coordinador interino de la organización Misión Bosawas, Carlos García, expresa que la ausencia de bosque significa la pérdida de biodiversidad.
Como parte de su gestión, desean instaurar un diálogo multisectorial para preservar la Reserva, además de fomentar la educación ambiental y continuar con las prácticas de reforestación.
Lo cierto es que mientras se instaura el diálogo o las autoridades toman cartas en el asunto, la ganadería demostró un crecimiento acelerado, así lo prueba el incremento de 997, 916 hectáreas de pastizales del 2011 al 2016.
Dicha actividad productiva tiene fuertes impactos ambientales según la Agenda Ambiental para el Desarrollo Sostenible.
Cumplir con la ley
Para Víctor Campos la solución ante la situación de deforestación que sufre la Reserva de Biosfera de Bosawas se refiere al cumplimiento de la ley y a la incorporación de los alcaldes de la zona, quienes deberían ser los principales responsables.
“Hay un descuido gubernamental en proteger y conservar estas reservas, que son lo último que nos queda de una naturaleza, que hace algunos años era prodigiosa, en términos de cuántos recursos tenía”, expresa Campos. A la vez, menciona que el conflicto de tierras entre colonos e indígenas requiere un estudio a profundidad, para evaluar caso por caso.
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