La elevación del colesterol en sangre (hipercolesterolemia) es uno de los principales factores de riesgo cardiovascular debido a la formación de placas en las arterias (ateroesclerosis).
La hipercolesterolemia puede resultar de hipertensión arterial, diabetes, obesidad, hábito de tabaco y licor, dieta inapropiada y estilo de vida sedentario.
También existe hipercolesterolemia familiar, un desorden genético del metabolismo de las grasas en sangre que se asocia con la presencia de signos característicos como acumulaciones de grasa en la piel (xantomas) en codos, articulaciones, tendones, rodillas, manos, pies, glúteos o alrededor de los ojos.
Cuando se diagnostica esta enfermedad, por ser de carácter genético es necesario detectarla lo más pronto posible en descendientes directos.
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En niños se recomienda evaluar el colesterol por primera vez entre los 9 y 11 años y repetirlo entre los 17 y 21 años. En algunos casos las evaluaciones deben hacerse desde los 2 años de edad.
Hábitos saludables
Modificaciones en alimentación y estilo de vida son importantes en el tratamiento de la HF pero no excluyen el tratamiento con fármacos. Es necesario controlar peso corporal, practicar actividad física, dejar hábito de tabaco, licor y café, además de manejar algunos factores psicosociales como estrés y depresión entre otros.
Cada kilogramo de pérdida de peso representa un descenso de 0.8mg/dl en niveles de colesterol en sangre. Caminar diariamente 30 minutos incide en controlar el colesterol.
En cuanto a alimentación, se requiere consumir sustancias que ayudan a disminuir el colesterol, como fibra, especialmente proveniente de legumbres, hortalizas, frutas, cereales integrales. Ingerir de tres a cinco gramos diarios, puede disminuir los niveles de colesterol aproximadamente cinco mg/dL.
Los fitoesteroles contenidos en legumbres y cereales también contribuyen a reducir el colesterol.
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Comer huevo cocinado sin grasa no incrementa significativa los niveles de colesterol. El chocolate negro o amargo sin leche, consumido en cantidades moderadas, tampoco eleva el colesterol.
Controla la ingesta de grasa
Controlar cantidad y tipo de grasa sí tiene relación directa con el nivel de colesterol, especialmente grasas saturadas (GS) y trans (GT). GS se encuentra en leche entera (3%) y todos sus productos; piel de pollo y otras aves, grasa de res, cerdo, pollo.
Y GT presente en aceites parcialmente hidrogenados y productos derivados como margarinas, mantecas, comidas rápidas, repostería, galletas, helados cremosos, sándwiches y frituras. Estos alimentos deben restringirse drásticamente. Consuma lácteos descremados y carnes magras.
Grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas son saludables. Ingeridas en cantidades moderadas no generan incremento de niveles de colesterol. Las primeras están contenidas en aguacate, nueces, aceite de olivo.
Las segundas, omega 6 y omega 3, son indispensables para la salud. Omega 6 se encuentra en aceites de soya, maíz y girasol. El consumo excesivo puede ser perjudicial. Omega 3 está en mayor proporción en peces de aguas frías (atún, salmón) en linaza y chía.
La suplementación con Omega 3 tiene más impacto en niveles de triglicéridos que en los de colesterol.
En resumen, para disminuir riesgos de accidente cerebrovascular, infarto y otras consecuencias de la hipercolesterolemia, le conviene cumplir con su tratamiento médico-nutricional incluyendo la práctica regular de actividad física moderada.
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