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Blanca Castellón: “El día que soñé con un principio sin fin”

El día que soñé con un principio sin fin Ellos hacían la realidad mientras yo recogía silencios entre los pliegues de la naturaleza muerta.

Blanca Castellón

El día que soñé con un principio sin fin
Ellos hacían la realidad
mientras yo recogía silencios
entre los pliegues de la naturaleza muerta.
Ellos hacían verdades huecas
mientras yo contaba parpadeos del sol.
Demasiado tarde para reír
no era el tiempo adecuado para llorar
habían tinieblas en el bolso de mano
quería pagar con velas encendidas
la algarabía de los pájaros en mi jardín
pero se fueron antes de saber
cuánta melodía me habían regalado.
Empezó entonces la destrucción
las hojas en blanco volaban risueñas en mi ventana
estaba vacía la casa de mi muerte
todavía no te conocía y vos ya te habías fijado
en la transparencia de mis oraciones matinales
así habías escrito mi epitafio.
El reloj dio la orden de correr y correr
tenía que zambullirme en un pozo de recuerdos.
¿Quién le había extraviado el verde a la selva?
¿Quién se había quedado con la humedad del siglo?
¿Quién rugía inconsolable adentro de los mares?
¿Quién renunciaba a seguir mis líneas de expresión?
Estaba confundida
la balanza empezaba a crujir
con el peso de una pasión inédita
ya no explotabas en besos clandestinos
ya no acariciabas mis infamias selectas
no eras el mismo del reino mordaz
te habían nacido razones en el pecho
tenías la prudencia marcada en las sienes.
En medio de todo
había conservado el cuerpo de los libros grandes
Cervantes y Juanas. Dantes y Virgilios
Daríos y Borges. Vallejos. Pessoas
Verlaines. Rimbaudes
dormían seguros en mi frente ancha.
El cielo estaba distraído.
Las tardes eran pompas de jabón y nadie lo sabía
el calendario escapaba al otro lado de su nombre
¿dónde se asentarían los días?
¿dónde encontraría la fecha de tu viaje eterno?

En la región del aire se detuvo mi canto.
Condensé mi voz.
Alguna vez seré agua.

Cultura Blanca Castellón Poesia Nicaragua archivo

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