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Gonzalo Cardenal M.

La intolerancia

Continuando con la carta de mi amigo “Chale” Mántica a mi primo Pablo Antonio Cuadra, con la que concuerdo absolutamente, les copio algunos otros de sus párrafos:

“Lo que comenzó con una revolución sexual que vaciaba la relación sexual de todo sentido de responsabilidad y la separaba de la procreación de los hijos, propugnando el uso de contraceptivos, hasta circunscribirla al mero campo del placer, (que también se proclama como un derecho), se exige ahora para homosexuales y lesbianas el derecho a contraer matrimonio entre sí y el de adoptar niños que crecerán a su imagen y semejanza. La petición de comprensión y respeto (tolerancia) se torna en exigencia al demandar igualdad de oportunidades en el trabajo, con derecho a exigir de una empresa, un colegio de niños, el seminario sacerdotal, o del ejército, la contratación o reclutamiento de los suyos en equis proporciones”.

“Todos estos son logros ya obtenidos en los Estados Unidos y en otros países, y que quizás tienen explicación bajo otro nombre o excusa, (quizás como instrumento eficaz para la limitación de la natalidad) pero no como una expresión de tolerancia, sin trastocar e inflar la definición del concepto tolerancia. Lo mismo puede decirse del aborto, que pasó de ser tolerado por casi todos los Estados (gracias a Dios que no el nuestro) a ser exigido como un derecho, y hoy —en casi todos los países— se obliga a los contribuyentes a financiar con sus impuestos, en clínicas estatales la ejecución gratuita de una forma de asesinato con la que no pueden estar de acuerdo. Las tres cosas, homosexualidad, lesbianismo, aborto y tantas otras que se agregan cada día, tienen como argumento común el que somos dueños de nuestro cuerpo”.

“Los ejemplos anteriores no agotan el sinnúmero de cosas que se exigen en nombre de la tolerancia. En las últimas semanas hemos presenciado el gran alboroto que se armó alrededor de la acumulación de basura en nuestras aceras. A nadie se le ocurre reclamar tolerancia o salir en defensa de la inmundicia o la contaminación. Pero tolerancia es precisamente lo que reclaman como un derecho (el de la libertad de expresión) quienes se empeñan en inundar de basura e inmundicias, no nuestras calles, sino nuestros hogares y las mentes de nuestros hijos mediante la difusión de la violencia, la pornografía y la idiotez en los medios de comunicación”.

“Yo me pregunto sinceramente si una tolerancia así entendida puede ser camino a la concordia o si más bien no ha sido y seguirá siendo causa de fricciones. Si la presente crisis nicaragüense, si nuestra principal piedra de tropiezo, y la que nos puede llevar una vez más al caos, no está siendo precisamente la tolerancia que se ha tenido con lo intolerable. La tolerancia tiene un límite y es el establecido por la ley. No se puede esperar concordia de la tolerancia a la corrupción administrativa penada por la ley, a la arbitraria usurpación de la propiedad privada y de la propiedad estatal, a la destrucción o daño de los bienes del pueblo, el cierre de calles y carreteras, la toma de edificios públicos o la contaminación del medioambiente bajo el amparo del derecho a la huelga”.

“La razón por la que creo que una tolerancia tal no puede ser camino a la concordia es muy seria. La concordia de los pueblos y la pacífica convivencia de los ciudadanos está basada en el respeto al derecho ajeno: El respeto al derecho ajeno es la paz”.

EL AUTOR ES MIEMBRO DEL CONSEJO DE COORDINADORES DE LA CIUDAD DE DIOS.
[email protected]

Opinión intolerancia archivo
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