14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

Kenler Blandón obtuvo uno de los promedios más altos de secundaria en el departamento de Jinotega. LAPRENSA/Lissa Villagra

Un genio en las sombras

Uno de los mejores estudiantes de secundaria de Jinotega está quedando ciego. En medio de la pobreza y la oscuridad que le impide ver una pizarra o una computadora, Kenler Blandón quiere ser un profesional

Kenler Blandón acerca su ojo derecho al examen que está en su pupitre. Casi besa la hoja. Como un coleccionista que revisa la calidad de piedras preciosas, el muchacho intenta completar los ejercicios de la prueba de admisión de la Universidad Centroamericana. A nadie del recinto le dijo que está ciego del ojo izquierdo y que con el derecho apenas mira el diez por ciento, o lo que es igual a ver una realidad envuelta en sombras.

Después de aprobar para entrar a la carrera de Psicología, la maestra lo llevó hasta una sala llena de computadoras. Le haría la prueba de actitud, el último requisito para entrar a la universidad. A pesar de no mirar con claridad, Blandón podía andar por los pasillos sin necesidad de guiarse con un bastón. Caminaba lento, temeroso, y ya adentro del salón le confesó a la encargada que no miraba los ejercicios en el monitor.

Kenler Blandón, de 18 años de edad, fue el mejor alumno de su sección, escuela, municipio y uno de los más sobresalientes de Jinotega. Su promedio académico de quinto año de secundaria fue de 99.7.

“Yo hubiera querido que todos mis estudiantes fueran como Kenler”, dice Socorro Valdivia, quien fue su maestra de Química en tercer año de secundaria. “Cuando mis estudiantes estaban saliendo mal, siempre le pedía a Kenler que les dijera cómo hacía para ser el mejor alumno”.

El muchacho es tímido, sonriente y lleva unos lentes gruesos que los usa para acercarse a la pizarra, una hoja o un cuaderno, e intenta mirar las letras o escribir. En un mundo lleno de sombras que le hablan, Blandón ha empezado a desarrollar el oído. “Yo me pongo a escuchar la clase y me imagino los ejercicios y los resuelvo”, dice, con una risita nerviosa. “Me quedo escuchando y después les explico a mis compañeros que no entendieron”.

Kenler Blandón está ciego del ojo izquierdo y solo puede ver con el ojo derecho el 10 por ciento. LAPRENSA/Lissa Villagra

La enfermedad

Blandón no puede ver el monitor de una computadora, una pizarra acrílica, un televisor o la pantalla brillante de un celular grande. El ojo izquierdo se le puso en blanco a los quince días de haber nacido. Idalea Úbeda, su mamá, pensaba que lo tenía lleno de “leche” y no le puso mayor atención. Nueve meses después al niño le estorbaba la luz y se tapaba la vista con las manitos. Cuando lo llevaron a la clínica le diagnosticaron glaucoma congénito, una enfermedad que afecta a uno de cada treinta mil recién nacidos a nivel mundial.

Lea también: Espíritu de hierro

En toda su vida lleva seis operaciones en sus ojos. Es por eso que con el ojo izquierdo no mira y con el derecho solo mira sombras. “Hay niños con glaucoma que no han seguido estudiando”, dice la doctora Valle, quien atiende al muchacho en el Centro Oftalmológico de Managua. “Yo lo admiro por su perseverancia”, remarca.

Con todo y su enfermedad, Kenler Blandón tiene el mejor promedio académico de Jinotega, obtuvo el segundo lugar en las competencias de Matemáticas, Ciencias Sociales, Lengua y Literatura. Fue seleccionado nacional en juegos de niños con discapacidad, donde corría con los ojos vendados. En el parque del municipio donde nació, San Rafael del Norte, colocarán una placa para honrarlo, y la promoción de quinto año fue dedicada a su nombre.

“Hay personas que no tienen los dos ojos, las dos manos, o les falta alguna parte del cuerpo, pero se convierten en modelos de educación”, dice Argentina Pineda, directora del Instituto Ángela Siles Rivera, donde se graduó Kenler. “Estamos orgullosos de que a pesar de sus limitantes, ha sido un ejemplo a nivel nacional”.

Idalea Úbeda con sus hijos Kenler y Marcos Blandón, afuera de su casa. LAPRENSA/Lissa Villagra

El sueño de ser psicólogo

Aquel día en la UCA, cuando hizo la prueba en la computadora, otro joven le explicaba los ejercicios, mientras él dictaba las respuestas. Sin embargo, Blandón reprobó el examen. “Es imposible que lo hayan reprobado con la inteligencia que tiene”, dijo la psicóloga Heimy Castro, cuando se enteró que no fue admitido en la universidad.

Castro se ha convertido en una especie de madrina de Kenler. Ella nació con una enfermedad en sus piernas que la tiene sentada en una silla de ruedas, pero no fue obstáculo para que se graduara. “Por la naturaleza de la prueba era imposible que Kenler pudiera contestar sin mirar los gráficos”, dice la psicóloga.

El muchacho que salió cabizbajo de la universidad nunca necesitó que sus maestros tuvieran una actitud especial. Le bastaba con sentarse en medio del salón y escuchar con atención. Cuando el profesor preguntaba, siempre levantaba la mano y tenía la respuesta correcta.

Una mañana Kenler Blandón se levantó temprano para explicar su problema en Managua. Le respondieron que haría otra vez el examen, esta vez de manera escrita. “Yo quiero ser psicólogo para entender el comportamiento de las personas y creo que también me ayudará a entenderme”, dice.

En la sala de su casa —de muro de concreto sin repellar y puertas de madera— Idalea Úbeda, su mamá, barre la pulpería que acaba de instalar. En sus tiempos libres lava y plancha ropa ajena para mantener a Kenler y su hermano Marcos, de 8 años de edad. Ella está dispuesta a abandonarlo todo y trasladarse a vivir a Managua, mientras su hijo estudia para cumplir su sueño de convertirse en psicólogo.

Kenler Blandón obtuvo uno de los promedios más altos de secundaria en el departamento de Jinotega. LAPRENSA/Lissa Villagra

La enfermedad de Kenler

El glaucoma congénito engloba un grupo de patologías que provocan un daño progresivo en el nervio óptico, encargado de transmitir las imágenes que llegan a la retina para que el cerebro las interprete. A medida que avanza la enfermedad, este nervio va perdiendo sus fibras y, como resultado, va disminuyendo el campo visual del paciente, que puede llegar incluso a la ceguera.

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí