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Los “hombres fuertes” de Nicaragua

La historia de Nicaragua ha estado marcada por la presencia de caudillos que aparecen cada cierto tiempo y, para bien o para mal, determinan una época.

Después del 11 de julio de 1893, cuando triunfó la revolución liberal, cuentan que estaban reunidos para redactar el acta de la Junta Revolucionaria los jefes Baca, Balladares, Ortiz y otros relevantes participantes. Se preguntaron quién la presidiría y todos guardaron silencio. Entonces una voz pausada, segura y dominante irrumpió diciendo: José Santos Zelaya.

Era la voz del propio Zelaya. Ese gesto —según el relator de la anécdota, Simeón Rizo Castellón—, retrata el instinto de poder, el carácter y su decisión de obtener poder. Zelaya luego se convertiría en un dictador que estuvo 16 años en el poder, gobernando con dureza contra los opositores conservadores, quienes intentaron derrocarlo en 16 ocasiones y no pudieron.

Zelaya también se atribuyó proezas de otras personas, como del general Anastasio Ortiz, exitoso triunfador de la guerra con Honduras en 1896, según cuenta Rizo Castellón en su libro Caudillos y acaudillados. Y el caso más conocido fue con el reincorporador de la Mosquitia, Rigoberto Cabezas. Con los años se generalizó tanto la idea de que la reincorporación fue gestión del caudillo que la Mosquitia pasó a llamarse departamento de Zelaya. Y a Cabezas lo honraron poniéndole a Bilwi Puerto Cabezas.

El general José Santos Zelaya. LA PRENSA/ ARCHIVO

Y es que, según Rizo, “el caudillo y los acaudillados dicen que todo lo que se hace es gracias a su enorme capacidad y visión, y si no, los aduladores acaudillados se encargan de modificar la historia para achacárselos”.

Así también se dice del actual presidente designado por el poder electoral, Daniel Ortega. El sociólogo Óscar René Vargas, hablando de que la gente a veces no entiende lo que ocurre en el país, “permite que quieran cambiar la historia, diciendo que el único que llevó la revolución fue Ortega y ponen como gran cosa que (Rosario Murillo) estuvo presa cuatro horas en Estelí. Cambian los hechos para imponer la mentira institucional”.

En Nicaragua —explica el filósofo Alejandro Serrano Caldera—, hemos tenido caudillos casi desde que se produjo la independencia de España en 1821, debido a que en la Constitución Política de Nicaragua se adoptaron los principios del constitucionalismo europeo, como la subordinación del poder a la ley, la supremacía de la Constitución Política, jerarquía de la norma jurídica, separación e independencia de los poderes del Estado, entre otros, pero en la realidad del país nunca se ha logrado que se cumplan dichos principios ya que los gobernantes casi siempre están por encima de la Ley. “No funciona la subordinación del poder a la Ley pero (el gobernante o caudillo) se anuncia como subordinado a la Ley. Actúa de facto y después cambia la Ley. La Ley se adecua al poder y no al revés”, dice Serrano Caldera.

Otros analistas señalan que el caudillismo, que es característico principalmente en América Latina y otros países pobres del mundo, viene desde la época precolonial, cuando los indígenas eran dirigidos por caciques. Moisés Hassan menciona el caso del cacique Nicarao, quien, “si nos atenemos a la historia oficial, hizo que diez mil indígenas abandonaran sus costumbres y se bautizaran”.

El escritor Simeón Rizo Castellón menciona como un precursor del caudillismo a Pedrarias Dávila, quien marcó el sello de la conquista y colonización en Nicaragua. “Pedrarias, militar de fuerte personalidad, implacable, autoritario y que usó el poder a su discreción, venía investido por el poder real y no necesitó desplegar características carismáticas personales”, aclara Rizo Castellón.

“Un daño terrible”

Durante la administración del caudillo Anastasio Somoza García la economía de Nicaragua era aceptable de acuerdo con los parámetros centroamericanos, pero la población sentía que algo andaba mal. El poder de Somoza descansaba sobre la Guardia Nacional.

 

Somoza García gustaba de dialogar con sus opositores y a algunos ofrecerles dinero. Pero siempre tenía lista la opción de la represión si alguien se resistía a sus ofrecimientos generosos. Una frase que le atribuyen a Somoza resumía su política así: “Plata para los amigos, palo para los indiferentes y plomo para los enemigos”.

Los analistas indican que el caudillismo ha sido negativo para el país. “Los caudillos han causado tremendo daño, irrespetan los derechos de la ciudadanía, implantan la corrupción, la educación es algo que para ellos es peligrosísima, mantienen a la población en el más bajo nivel cultural que se pueda, usualmente son ineptos para manejar la economía, le lavan el cerebro a la gente para que no piense, tratan de convertir a la gente en mendigos, pedigüeños, en fin, el daño que han hecho es terrible. Son personajes funestos, inescrupulosos”, argumenta Hassan.

Para el excandidato presidencial José Rizo lo negativo de los caudillos es que hacen colapsar la institucionalidad y hacen que prevalezca la voluntad de ellos por encima de las leyes. De esa manera también van empobreciendo al país. “Casi siempre los caudillos se apartan de la democracia”, dice Rizo.

Los “hombres”

Al caudillo lo definen como a “alguien que obtiene el poder por sus propias cualidades carismáticas” y en ese sentido algunos consideran que el actual presidente Daniel Ortega, designado por el poder electoral, no es en realidad un caudillo, aunque tenga personas que lo sigan, especialmente dentro del sandinismo.

El presidente designado por el Consejo Supremo Electoral, José Daniel Ortega Saavedra. LA PRENSA/ ARCHIVO

El exguerrillero Moisés Hassan explica que para él un caudillo, además de ser una persona con una gran habilidad para engañar al pueblo, debe tener algún brillo, como José Santos Zelaya quien fue un gran militar o Anastasio Somoza García que tenía elegancia, personalmente era agradable y galán con las damas. Pero de Daniel Ortega dice que “no tiene ninguna gracia social”. “No es buen orador, no tiene méritos militares aunque se los han inventado”, expresa Hassan, quien reconoce que Ortega sí se distingue por hacer componendas, “retroceder un poquito para avanzar más”.

Varios de los nueve comandantes han revelado que tras el triunfo revolucionario, en 1979, a Ortega lo eligieron como miembro de la junta de gobierno porque era visto como el menos ofensivo y aparentemente con menos ambición de poder. El tiempo se encargó de decir lo contrario.

Otras voces sí consideran como un caudillo a Ortega. El sociólogo Óscar René Vargas dice que el actual gobierno de Ortega tiene características de caudillismo, como la existencia de una democracia restringida o de fachada, nepotismo, continuismo, el Estado se considera un botín, hay autoritarismo, desprecio a la Ley, favores y alianzas políticas, sectarismo y servilismo, entre otros indicios.

Sea Ortega un caudillo o no, el exdiputado Víctor Hugo Tinoco considera que Ortega lo único que está haciendo es repetir lo que han hecho otros caudillos como Anastasio Somoza García, como impedir elecciones libres, gobernar sobre la base de favores clientelares, negarle espacio a sus compañeros dentro de su propio partido y concentrarlo en sus familiares. “Es el líder cargando actitudes negativas, antidemocráticas”, dice Tinoco.

A través de la historia nicaragüense se ha identificado a una serie de personajes como caudillos. Empezando por Cleto Ordóñez, quien vivió en los tiempos de la independencia de Centroamérica. Era un líder carismático que era aficionado a fumar y al amor libre. “Se casó dos veces y no dejó ningún hijo. Qué mejor descripción de un líder carismático con visos y oportunidades para convertirse en caudillo”, escribió el cronista Jerónimo Pérez.

Se ha considerado caudillo también a Bernabé Somoza y al filibustero William Walker. Y del general Augusto C. Sandino unos dicen que era caudillo y otros que era anticaudillo, porque sabía que los caudillos le habían hecho mucho daño al país.

Sin embargo, él mismo se habría reconocido como caudillo. “El general Somoza piensa destruirme. ¿Y qué vale el general Somoza? Vale por el empleo. Después, nadie lo vuelve a ver. Yo sí, yo sí soy caudillo. Yo puedo quedar desarmado, pero con un grito que lance, ahí nomás tengo la gente, porque en mí sí creen”, habría dicho al ministro de Agricultura, Sofonías Salvatierra, pocas horas antes de que los asesinaran.

El excandidato presidencial José Rizo señala que históricamente los nicaragüenses han sido seguidores del “hombre fuerte”, o simplemente “el hombre”. “Los caudillos florecen casi siempre en países con subdesarrollo intelectual. Las personas no siguen las ideas sino al hombre”, dice Rizo.

Una cultura atrasada

En 1979 más del cincuenta por ciento de la población nicaragüense no sabía leer ni escribir. Para los analistas eso explica por qué siempre en Nicaragua han surgido caudillos, porque el atraso cultural hace que las personas se caractericen por subordinarse al poder personal y obtener directa o indirectamente beneficios psicológicos, económicos o sociales.

El sociólogo Óscar René Vargas va más allá y dice que con saber leer y escribir no es suficiente, sino que también hay que comprender lo que se lee y en ese sentido todavía hay mucho analfabetismo “funcional” en el país, lo cual se demuestra, por ejemplo, cuando hay periodos de campaña electoral, pero el ciudadano no cuestiona o no comprende las propuestas de los candidatos. Es decir, el pueblo nicaragüense todavía no sabe elegir a sus líderes.

“Nadie discute los programas electorales de los candidatos. Los políticos saben que existe analfabetismo funcional, que a las personas no les interesa o no entienden las propuestas, aquí nadie entiende”, dice Vargas.

 

Moisés Hassan advierte que no quiere ofender pero compara a quienes siguen a los caudillos, los acaudillados, con perritos. “No buscan a un líder que si no va por el camino correcto le digan ‘usted estorba’, pero siguen a una persona que mientras les dé de comer no preguntan si el amo es bueno o no. Una cosa es un líder, estoy de acuerdo con él, pero si este líder no actúa como yo creía, no está actuando como la persona que yo esperaba, no es el tipo que voy a seguir”, indica Hassan.

José Rizo indica que los acaudillados “se caracterizan por la sumisión, alienan su pensamiento y le entregan al caudillo la facultad de pensar en lugar de él, hipoteca su pensamiento y capacidad de decidir, se aliena totalmente”.

El filósofo Alejandro Serrano Caldera acusa que la base social de Nicaragua no tiene una cultura política. “La ciudadanía no tiene una cultura política basada en la institucionalidad, el Estado de derecho y la democracia. Esa falta de cultura democrática se refleja, hay caudillos porque la sociedad los produce”, explica.

Una experiencia que cuenta Óscar René Vargas es que en Suiza hay un Consejo de Ministros donde todos son iguales, tienen igual poder, y año con año se van alternando en la presidencia. “Ahí nadie es el caudillo. Si en esos países existiera un caudillo no serían desarrollados”, alega.

La posible “cura”

Leer. Analizar. Participar. Debatir. Dialogar. Esas son las posibles maneras para que la población se vacune en contra de los caudillos, indica el filósofo Alejandro Serrano Caldera.

Serrano indica que es comprensible que gran parte de la población se muestre indiferente ante los problemas políticos del país, tomando en cuenta que también tienen que preocuparse por la alimentación, la ropa, la educación de sus hijos, un techo, entre otras necesidades.

“Hay que enfatizar que una cosa no está desligada de la otra. Que eso (bienestar) se da donde hay respeto a la seguridad ciudadana y el poder hace solo lo que la ley le dice. Que la ciudadanía tiene derechos”, aconseja Serrano Caldera.

Los analistas coinciden en que el empobrecimiento a que llevan los caudillos hace que las personas sufran un desencanto, pero aseguran que se está avanzando en la conciencia ciudadana y están conscientes de que Daniel Ortega actualmente solo repite lo de otros caudillos debido al atraso cultural de la población. “El problema no es si cae Daniel o no —dice Moisés Hassan— el problema es que no se repita la historia (del caudillismo)”.

Características de un caudillo

La palabra caudillo deriva de la palabra latina capitellum que significa “el que dirige”. Según el libro Cultura Política de Nicaragua, del fallecido analista Emilio Álvarez Montalván, todo caudillo debe reunir las siguientes condiciones:

—Disfrutar de carisma personal.

—Dedicarse enteramente a la política y cuidar su clientela.

—Tener rasgos paternalistas, lo cual exige ofrecer dinero, ya sea propio o tomándolo del Estado.

—Cualidades como accesibilidad y fácil comunicación, especialmente con los más pobres. Reconocerlos cuando se encuentra con ellos.

—Tomar decisiones rápidas y heroicas.

En Abril de 1950 se firmó el “pacto de los generales”, entre los caudillos Anastasio Somoza García y Emiliano Chamorro. LA PRENSA/ ARCHIVO

Caudillos a medio camino

En la historia del país también ha habido caudillos que no han logrado desarrollarse completamente. Los analistas mencionan con especial atención a dos de ellos: el general Augusto C. Sandino y Fernando Agüero.

De Sandino dicen que en realidad era un hombre que dirigía principalmente a personas con escasa preparación académica. Al principio Sandino era humilde, pero conforme avanzó el tiempo y su lucha se fue tornando importante, especialmente porque tuvo eco mundial, su personalidad fue cambiando. Poco a poco se fue creyendo alguien que estaba predestinado para ser un líder. Pero Sandino, a diferencia de otros caudillos, no tenía la habilidad para engañar a sus seguidores. Tampoco se dio cuenta que a veces sus intereses no eran los mismos de sus acaudillados, especialmente de políticos que eran partidarios de él. Por eso habría dicho, poco antes de su muerte: “Me embrocaron los políticos”.

Fernando Agüero era alguien que tenía un carisma excepcional y le seguían multitudes. Famosa es la canción cuyo estribillo dice: “Con Agüero ando, con Agüero muero”. Era la esperanza de las personas descontentas con la dictadura somocista pero terminó pactando con Anastasio Somoza Debayle y ese fue su fracaso.

Curiosamente, otro caudillo, Emiliano Chamorro, también pactó con el primero de los Somoza y perdió un poco la confianza de sus seguidores, pero recuperó su brillo cuando fue encarcelado por los sucesos de abril de 1954 y luego en 1956, tras el asesinato de Somoza García.

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COMENTARIOS

  1. Trinidad Ramos
    Hace 7 años

    Si la mitad del pueblo no sabia leer ni escribir en el 79, ¿Que se podia esperar? Para cambiar Nicaragua se necesitaria que la mayoria de la poblacion tuviera una educacion minima como ser la primaria completa. Ademas llama la atencion que aunque supuestamente sepan leer y escribir, en la realidad tienen ese analfabetismo funcional.

  2. Ruddy Bravo
    Hace 7 años

    Ortega no reúne las cualidades requeridas de caudillo, la diferencia la hicieron los petrodólares de Venezuela. “Con dinero baila el perro”. Combinados con la falta de educación política del pueblo de Nicaragua que, entre otras cosas, ni siquiera sabe la definición de derecha e izquierda. Muchos solo repiten esas palabras sin saber su verdadero significado. Y así son fácilmente manipulados por unos dolares mas. Salud!

  3. Francisco Marin
    Hace 7 años

    Que va, eso no lo entiende ni un pastor evangelico…..

  4. Walter
    Hace 7 años

    Unica y mas viable forma de terminar con caudillos es que diputados Sean escogidos y electos directamente por la ciudadanía. No hay de otra manera… asi ellos tendran que dar cuenta a su pueblo y no a caudillos,”” así de simple” vengo pregonando este sencillo pero eficaz método.. así se inicia el sistema viciado y obsoleto caudillista de una vez.

    1. Omar
      Hace 7 años

      Muy acertada observación! Solo empoderando a los ciudadanos a escoger a sus verdaderos representantes nos libraremos del sistema caudillista feudal y retrógrado…

  5. Ralph Smith
    Hace 7 años

    El gobierno debe de estar gobernado por la ley, pero en Nicaragua la ley está gobernada por el gobierno.

  6. Mauricio Davila Wills
    Hace 7 años

    Pedrarias Davila fue el gobernante mas fuerte en Nicaragua de los ultimos casi 500 años de historia despues de la llegada de Cristobal Colon a “Punta Cabo Gracias a Dios”.

    Lo unico y mas tragico en la historia, es que se le achaca a Pedrarias el de haber sido el mas tirano de todos ellos, cosa que hasta cierto punto es falso y la historia que lo quiere juzgar de prisa e injustamente, considerando las circunstancias y situaciones infrahumanamente precarias que rodearon al periodo de su gobierno, mas las cosas positivas que este le infundio’ a la vida de los nicaraguenses de aquella epoca.

  7. Edmund Dantes
    Hace 7 años

    Un articulo bastante coherente y lleno de aciertos. Mi unica contribucion (si los censores de La Prensa se sobreponen) es que la cura que he estudiado por muchos años, consiste en empiderarnos con la diseminacion del conocimiento de los unicos verdaderos pilares que sacan a los paises adelante y sobre los cuales se construye todo lo demas: Aprendamos bien lo que es, derechos y responsabilidades, y el esfuerzo personal que requieren: Democracia, Ciudadania, Civismo.

  8. Economista Mundial.
    Hace 7 años

    La educación, la cultura, la lectura, filosofía, ética, civismo y el razonamiento lógico pueden sacar de la ignorancia eterna y histórica a un pueblo como el Nicaragüense, nuestro país es rico en recurso naturales y una posición privilegiada aprovechemos para nuestro desarrollo y crecimiento alcanzar estadios de progresos de altos niveles.Nicaragua esta urgida de lideres globales de nueva generación que tengan visión de una patria grande y soberana.Aceleremos el paso para nuestro crecimiento económico, tecnológico, social y educativo.

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