Las autoridades del Distrito Naval del Pacífico (DNP) indicaron que mantienen una lucha en el Litoral Pacífico, de 352 kilómetros, para erradicar el uso de la bomba de mecha lenta, cuya onda expansiva causa estragos hasta 90 metros de profundidad, afectando el ecosistema marino, extermina las larvas y constituye un riesgo para los pescadores que faenan.
El capitán de Navío Gerardo Roberto Fornos, jefe del DNP, informó que hay una orden del jefe del Ejército de Nicaragua, general Julio César Avilés, de proteger los recursos naturales.
“Esto como sistema de pesca no lleva a ningún lugar; debe ser una lucha de todos: población, alcaldías, Marena, Ministerio Público y hasta de los mismos pescadores artesanales honestos que deben advertir, que nuestros hijos y nietos conozcan siquiera las especies de peces”, dijo Fornos.
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Agregó que “se han ocupado lanchas en Padre Ramos, Casares, Corinto, pero ellos (los pescadores) lanzan los explosivos al mar y ese delito no se puede comprobar”.
Expresó que la orden a los jefes de pequeñas unidades en Potosí, el Golfo de Fonseca, Padre Ramos, Masachapa, Puerto Sandino, Casares, El Astillero y San Juan del Sur es que se trabaje fuerte y concienciar a los pescadores de no utilizar la bomba de mecha lenta, porque se perjudica a toda la comunidad costera del Litoral Pacífico.
“Se mantienen una o dos patrulleras en San Juan del Sur, en Padre Ramos o en Masachapa y permanentes en aguas jurisdiccionales de La Tigüilotada, La Salvia y Punta Cosigüina, vigilando por la utilización de las bombas”, sostuvo Fornos.
En el año 2016 se ocuparon cinco lanchas con bombas y en el 2017 una. En el 2016 hubo acusaciones en Casares, pero en el seguimiento del problema la Fuerza Naval del Ejército conoció que las autoridades policiales acordaron con los pescadores que estos no continuarían con la práctica nociva.
“De los talleres ilegales que fabrican (las bombas) se encarga la Policía, que ha dado golpes a estos. Muchos de los pescadores se están sumando, porque si no se toman medidas, será catastrófico”, dijo Fornos.
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“Necesitamos que el Gobierno tome cartas en el asunto, actualmente los pescadores faenan para pagar sus deudas y no hallan mucho producto y si no se toman medidas, a la vuelta de un año la pesca artesanal va a desaparecer”, advirtió el pescador Orlando Antonio Berroterán.
En El Astillero, Tola
Por otra parte, la preocupación de los pescadores de la zona sur, principalmente de Tola, Rivas, es que dicen tener varios años denunciando ante las autoridades locales la pesca con explosivos de parte de pescadores procedentes de Masachapa, Casares, La Boquita y de otras partes del Pacífico, donde las áreas de pesca están agotadas y temen que en poco tiempo ocurra lo mismo en las costas toleñas.
“Hay 15 pangas boca abajo en la costa de El Astillero, porque la pesca está mala, ya no se halla pescado como antes, cuando una panga traía entre 200 y 400 libras, ahora solo se sacan entre 70 y 200 libras, y a veces uno viene sin nada, por culpa de esa pesca con bombas”, señala Justo Villagra Obando, miembro de la Confederación de Pescadores de El Astillero, Tola.
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LA PRENSA trató de obtener la versión de la delegación del Ministerio del Ambiente y los Recursos Naturales (Marena) en Rivas, pero el delegado departamental, Ronald Miranda Mejía, estaba en reunión fuera de su oficina y no regresaría ese día.
Matan la larva
“El problema de la pesca con bomba (explosivos) es que matan la larva de todas las especies marinas, cuando estas mueren flotan y los peces grandes suben a comer y ahí ellos aprovechan (los pescadores) para sacar hasta 700 libras de pescado por panga, pero van terminando con todo, y en poco tiempo ya no habrá qué pescar”, expresó Justo Villagra Obando, miembro de la Confederación de Pescadores de El Astillero, Tola.
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