Un amigo lector de esta columna solicita aborde el caso del joven universitario de 20 años que mientras realizaba un examen en una universidad capitalina presentó una crisis cardíaca que le arrebató su valiosa vida.
El joven presentó muerte súbita (MS) que es el fallecimiento inesperado, que se produce en la primera hora desde el inicio de los síntomas, en una persona aparentemente sana, que se encontraba bien en un plazo de 24 horas previas.
Su principal causa es un trastorno del ritmo cardíaco llamada Fibrilación ventricular (FV) que produce una situación en la cual el corazón no puede contraerse o bombear la sangre de forma organizada, por lo que deja de latir y aparece el paro cardíaco. Pierde el pulso y la conciencia, no puede respirar, no responde a los estímulos. La presión arterial cae en cero y se anula el riego sanguíneo del cerebro y resto del cuerpo. La persona se pone morada o cianótica por la falta de oxígeno.
La FV es muy rara en personas que tienen corazón sano, puede verse en portadores de enfermedades cardíacas previas, como las miocardiopatías hipertróficas y otras anomalías “eléctricas” del corazón, que pueden ser detectadas a través de chequeos médicos.
En mayores de 35 años son los infartos o ataques cardíacos la causa de MS.
Cuando hay antecedentes de enfermedad o muerte cardíaca en la familia, historia diabética, hipertensión arterial, grasas elevadas de la sangre, sedentarismo o cualquier otro padecimiento crónico de importancia se hace obligatorio el chequeo médico.
Un buen interrogatorio y examen físico, el electrocardiograma y otras pruebas más avanzadas ayudan a detectar quién pudiera ser candidato a sufrir MS y actuar con sentido de prevención evitando estas tragedias. El médico internista puede brindar un valioso apoyo en esta dirección.
