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OEA, Nicaragua, elecciones municipales, partidos políticos

A 27 años luz de un 25 de febrero

Con una votación masiva del 86.23 por ciento del electorado, mi madre Violeta Barrios de Chamorro a la cabeza de la Unión Nacional Opositora (UNO) obtuvo el 54.7 por ciento de los votos

No fue un 25 de febrero ventoso y común como otros, sino que pasaría a la historia como un día histórico porque era la primera vez que en Nicaragua tenía lugar una elección, masiva, libre, competitiva y observada nacional e internacionalmente como ninguna otra.

Era también la primera vez que una mujer alcanzaba la Presidencia, no solo en Nicaragua, sino en las Américas y era la primera vez en la historia que un gobierno que había llegado al poder por medio de las armas instaurando un régimen totalitario, salía del poder por medio de los votos.

Con una votación masiva del 86.23 por ciento del electorado, mi madre Violeta Barrios de Chamorro a la cabeza de la Unión Nacional Opositora (UNO) obtuvo el 54.7 por ciento de los votos contra un 41.82 por ciento que obtuvo el candidato del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), Daniel Ortega Saavedra.

La elección ha sido la de mayor participación que se tenga registro en Nicaragua y una de las más masivas que han tenido lugar en el continente americano. El presidente del Consejo Supremo Electoral, el doctor Mariano Fiallos Oyanguren, condujo aquel proceso con absoluta transparencia e imparcialidad, a pesar de su militancia política sandinista, lo cual le da un doble mérito a su gesta.

Aquella campaña electoral fue cuesta arriba, el Gobierno tenía todo a su favor menos la economía que estaba en bancarrota, la guerra que había devastado al país y la perspectiva de que la guerra podía continuar porque las fuerzas de la Resistencia Nicaragüense permanecían intactas en diferentes zonas del país como garantía de que en caso de que la voluntad popular fuese adversa al sandinismo, esta sería respetada.

Había una espina que apretaba el zapato de Ortega al final de la campaña: era la saga del Servicio Militar mal llamado “patriótico” (SMP) porque era al servicio de un partido, que tanto luto y éxodo había causado, pero en lugar de prometer su derogación, no lo hizo y en cambio mi madre prometió su inmediata derogación.

Fue una campaña única: mi madre visitó la mayor parte de Nicaragua en una silla de ruedas porque en septiembre de 1989 se fracturó la rodilla derecha y anduvo enyesada la mayoría del tiempo, pero aquel 25 de febrero le ayudé a atravesar el parque Las Palmas con la ayuda de un bastón para acudir a su centro de votación.

Era aquella una mañana ventosa y un sol radiante iluminaba las inmensas colas de gente que desde muy temprano se agolparon en todas las Juntas Receptoras de Votos (JRV). Al salir de la JRV de la Escuela de Danza en Las Palmas le pregunté a mi madre si había votado por ella misma, lo cual yo consideraba normal y necesario. Sorpresivamente ella me respondió que no, que había votado nulo porque no consideraba éticamente correcto votar por sí misma.

Como una persona sumamente justa que siempre lo fue, en su código de ética no cabía el autovoto. También denotaba aquel gesto, que ella no era política sino que sentía que tenía una misión que cumplir, que había dejado inconclusa mi padre con su temprano asesinato.

Y así fue. La primera misión fue restaurar la paz, por medio de la tolerancia y el respeto, restaurar todas las libertades públicas que en la década de los 80 habían sido conculcadas, privilegiando la libertad de expresión, tantas veces avasallada en nuestra historia.

Con la invaluable ayuda de Antonio Lacayo (q.e.p.d.) y su equipo de trabajo, se logró estabilizar la economía, reducir tremendamente la deuda externa, detener la inflación y la caída libre que traía la economía. Miles de nicaragüenses regresaron a su patria y establecieron sus inversiones, revirtiendo así el éxodo masivo que el país experimentó en la década de los 80.

Se independizaron los poderes del Estado, se institucionalizó y profesionalizaron las instituciones de la Policía y el Ejército, que poco a poco pasaron a ser instituciones nacionales y no partidarias.

Lastimosamente, nuestro país ha sufrido una reversión de años luz en estos avances democráticos, acentuada durante los últimos 10 años. Retomar la senda correcta que una vez dio inicio aquel 25 de febrero para garantizar una paz firme y duradera, debe ser tarea de todos los nicaragüenses.

El autor es periodista, ex ministro y ex diputado.

Columna del día elecciones Violeta Barrios de Chamorro archivo

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