Alexander Mejía tuvo una noche distinta este sábado. Después de un combate fragoroso con Abelino Cáceres se quedó con el cinturón que ahora lo acredita como el campeón Fedecentro de las 126 libras de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB). El punto final llegó cuando Cáceres tiró la toalla en el noveno y último round.
Mejía tiene la cualidad de ir al frente como un condenado a muerte, en su boxeo quedó impregnado el hostigamiento que ponía en práctica en sus tiempos de amateur, explotando al máximo sus recursos y tratando de dar mejores cierres, lo que fue minando a un Cáceres que se detuvo al fuego cruzado, hasta quedarse sin corazón y sin condiciones en el noveno capítulo que dijo “no más”.
En medio de lo espinosa que es la vida para Mejía, ha tenido un aterrizaje exitoso en el boxeo profesional, en el que ahora exhibe un registro de seis triunfos y de ellos cuatro por nocauts. Mientras alterna sus tiempos en el gimnasio con la venta de jocotes y mangos en las calles, “Popeye” teje la esperanza de un futuro fructífero y este cinturón ha sido el primer paso en la dirección correcta.