14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.
Hernán Rivera, cultura

“Mis libros están inspirados en la vida real”, dice el chileno Hernán Rivera Letelier

La muerte es una vieja historia es el título de la primera entrega de lo que será una trilogía, con La muerte tiene olor a pachulí —ya publicada en Chile— y una tercera aventura en la que Tira Gutiérrez y la hermana Tegualda se trasladarán a La Habana

“Nunca me han gustado las novelas de policías, me aburren en la tercera página”. Así de rotundo se muestra el chileno Hernán Rivera Letelier, quien por esa razón llega al género negro con humor y fijándose “más en el lenguaje que en la trama”, asegura a Efe.

Su objetivo: adentrar al lector en la historia criminal con un lenguaje muy trabajado, con humor e ironía y unos personajes que rozan el surrealismo más real frente a una trama muy sencilla, según reconoce en una entrevista telefónica con Efe.

La muerte es una vieja historia es el título de la primera entrega de lo que será una trilogía, con La muerte tiene olor a pachulí —ya publicada en Chile— y una tercera aventura en la que Tira Gutiérrez y la hermana Tegualda se trasladarán a La Habana.

Una pareja protagonista que demuestra claramente esa intención del escritor de sorprender y divertir al lector.

Por un lado, un investigador con un título obtenido por correspondencia tras años de trabajo en las minas de salitre. Por el otro, una joven religiosa evangélica que se convierte en su asistente y que es el contrapunto perfecto para un protagonista de vuelta de todo. Y juntos investigan la violación de varias mujeres.

Sus personajes

Estos salen de la vida de Rivera Letelier (Talca, 1950). “Todas mis novelas tienen algo de autobiográfico”, reconoce. El detective, de su propio pasado como trabajador en las minas salitreras del desierto de Atacama durante más de treinta años. La religiosa, de una hermana Tegualda que conoció en su niñez.

La acción de sus obras se sitúa siempre en el norte de Chile, en el desierto o en Antofagasta, donde transcurre La muerte es una vieja historia y donde vive el escritor, a unos 1,300 kilómetros de la capital.

“Aquí toda la gente me conoce. Voy a un café cada día a escribir. La gente me interrumpe y eso también es muy lindo porque voy a escribir al café para estar en contacto con la gente. Mis libros están inspirados en la vida real. Chorrean vida”, explica.

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí