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Cartas al Director, farsas electorales
Kenneth Jassiel Hernández G.

Volvamos a la Biblia

Me da tristeza conocer que una joven literalmente pereció por la falta de conocimiento de la Biblia, ya que no pudo darse cuenta que se encontraba en peligro, por no escudriñar las escrituras, lo que originó que se presentara donde un “pastor” para que este orara y producto de esa oración surgió una revelación de parte de Dios, “según el pastor”, la cual consistía en que “la joven sería liberada de un espíritu maligno, pero que necesitaban hacer un fuego para que el espíritu malo sea expulsado ahí”. Trayendo como consecuencia el fatal suceso que todos conocemos.

En su defensa, el “pastor” dice: “Dios, mediante una profecía, ordenó que había que hacer un fueguito y que el demonio iba a salir ahí” y que la joven “se suspendió y cayó en el fuego”, dando a entender que todo fue un accidente y que él (pastor) no acostumbra hacer esas liturgias.

Ahora bien, estamos ante un suceso que ha tenido toda la atención nacional, como internacional, donde se ha puesto en tela de duda el evangelio de Jesucristo. Pero,  ¿realmente este “pastor” practicaba el verdadero evangelio de Jesucristo?, ¿estaba el reino de Dios y la justicia operando en él? A raíz de los hechos acaecidos considero que no, en primer lugar, la profecía no es un don de Dios para expulsar demonio, sino un don del Espíritu Santo para edificar, exhortar y consolar.

Por otro lado, el “pastor” argumenta “una revelación de parte de Dios”. Aunque sea cierto, que la revelación es un don de Dios, la cual se encuentra encauzada en la palabra de ciencia, sabiduría y discernimiento de espíritu, claramente se puede notar que la “revelación imputada” por el “pastor” no cumple con lo que dice la Biblia, ya que la revelación en cuestión no compartió el conocimiento de un hecho pasado o presente (palabra de ciencia), no manifestó un hecho de acontecimiento futuro (palabra de sabiduría), ni tampoco, logro discernir el espíritu que tenía la joven presuntamente endemoniada (discernimiento de espíritu).

A mi criterio, no cabe duda que lo acontecido deja entrever que en Nicaragua se padece de una grave crisis religiosa, una enfermedad peligrosa, esto exige la búsqueda de remedios efectivos y preguntarse: ¿Qué podría hacerse para mejorar la condición del conocimiento bíblico de nuestro pueblo?

Las respuestas a esta interrogante pudieran ser muchas y contradictorias, pero sugiero que la medicina para el mal que nos aqueja es el estudio de la Biblia, la santa palabra de Dios debe volver a las escuelas y centros de estudios, tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento, de forma no sectaria ni religiosa, sino como un documento central en la persona de Jesús porque es repugnante escuchar prédicas de personas que manipulan las enseñanzas de Dios y de Jesús.

Y es la Biblia la fuente de lectura no adulterada, mediante la cual, comprenderemos que no se trata de creencias, se trata de conocimientos decisivos y el conocimiento debe ser parte de nuestras escuelas y centros de estudios, para que exista una formación integral, que ayude a alcanzar una voluntad firme, de manera que nadie pueda engañar, enseñando falsedades, perturbando el camino de la fe, para querer apartar de la verdad con sutileza y dejarte fuera del conocimiento del Dios de la Biblia.

El autor es abogado y docente universitario.

Opinión cristianismo evangelio archivo
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