14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.
El escritor José Ovejero cierra el libro con una gran confesión pública, que le sirve de “desahogo”, y no es otra que la adicción que tuvo al sexo. LAPRENSA/ARNULFO AGÜERO

El escritor José Ovejero cierra el libro con una gran confesión pública, que le sirve de “desahogo”, y no es otra que la adicción que tuvo al sexo. LAPRENSA/ARNULFO AGÜERO

Publicarán Drogadictos, una antología del cuento sobre sexo, drogas y alcohol

“Tenía la nariz taponada por tanto golpe de polvo seco. Pero eso jamás detiene a un cocainómano; nada lo detiene cuando está en pleno romance con la cocaína. Ni su madre ni sus hijos ni su pareja”, escribe Carlos Velázquez

A lo largo de la historia artistas y escritores han buscado en las drogas experiencias personales o inspiración para sus obras, pero también hay otras dependencias involuntarias. Ahora 12 escritores dejan su testimonio literario sobre sus adicciones al sexo, la coca, el alcohol o los orfidales.

Opio, Cocaína, Morfina, Marihuana, MDM, Talidomida, Lorazepam, Alcohol, Tabaco, Tripi, Base, Sexo son los 12 capítulos escritos por otros tantos escritores españoles y latinoamericanos en esta antología de cuentos, que bajo el título de Drogadictos, publicará Demipage el 20 de marzo.

Así, entre la realidad y la ficción, porque no se sabe si les ha ocurrido a ellos o a otros, como es el caso de Lara Moreno, cuando habla de cómo una niña en una familia muy relajada toma opio para calmar el dolor de una quemadura, el libro dedica un capítulo a cada autor.

El escritor mexicano Carlos Velázquez, que ya habló de su amor a la cocaína en El karma de vivir al norte, ahora viaja a Lima para buscar la mejor coca y darse un banquete de 13 gramos en cuatro días.

Nada lo detenía

“Tenía la nariz taponada por tanto golpe de polvo seco. Pero eso jamás detiene a un cocainómano; nada lo detiene cuando está en pleno romance con la cocaína. Ni su madre ni sus hijos ni su pareja”, escribe Velázquez

Sara Mesa reclama más morfina para evitar el sufrimiento de un paciente que ya ha superado su cupo, y el “mono” del enfermo se convierte también en el suyo. Juan Bonilla mete la droga MDMA en un ático en Barcelona que supuso un viaje de iniciación imposible de repetir.

El argentino Mario Bellatín narra en primera persona las consecuencias de la ingesta de talidomida por parte de su madre durante el embarazo.

Y el escritor José Ovejero cierra el libro con una gran confesión pública, que le sirve de “desahogo”, y no es otra que la adicción que tuvo al sexo. Algo por lo que pasó y no había contado hasta la fecha.

“Termino aquí. Desalentado. Más triste de como empecé a escribir esta historia. Es difícil mirar el propio pasado sin que las propias miserias tiñan el resto. No, quizá no sirva de nada compartirlo con los demás. No cambia absolutamente nada. Así que esto es todo. Repito: esto es todo. No voy a volver hablar de esto nunca. Mi vida, a partir de ahora, es cosa mía…” concluye Ovejero.

Pero en estas páginas también están Juan Gracia Armendáriz, que habla de la marihuana; Javier Irazoki que lo hace del tabaco y el colombiano Andrés Felipe Solano del alcohol.

Además Marta Sanz toma orfidal para su relato Lorazepam y contar las consecuencias de tomar este ansiolítico. “Yo escucho Orfidal y veo orquídeas negras y blancas, orquidal, orquitis, testículos abultados, proteínas pura…”, escribe.

El escritor peruano Richard Parra ficciona sobre la pasta base, conocida como la droga de los más pobres. Y finalmente el viaje del Tripi sirve de literatura para el escritor Manuel Astur.

Cultura adición Coca José Ovejero sexo archivo

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí