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Secuelas de guerra
Ramón Maldonado García

A 34 años de la visita de Juan Pablo II

En 1983 el papa Juan Pablo II iniciaba una gira pastoral por Centroamérica y había advertido que la noción de un Jesús político, revolucionario, subversivo de Nazareth, no estaba en armonía con las enseñanzas de la Iglesia. Nicaragua estaba incluida en la gira.

En ese tiempo cinco sacerdotes formaban parte del gobierno del FSLN. Esto originó contradicciones que aumentaron en 1982, cuando el diario norteamericano The New York Times publicó un artículo donde se expresaba que la visita del papa Juan Pablo II a Nicaragua era obstruida por la presencia de sacerdotes en cargos gubernamentales.

Los obispos estuvieron anuentes a que el papa viniera a Nicaragua. Decisión de los sandinistas fue que el sacerdote Miguel Escoto no formaría parte de la comisión por la posición del Vaticano respecto a sacerdotes en el gobierno sandinista.

Después surgieron otras controversias. Daniel Ortega pretendía ir al lado del papa en el papamóvil, pero representantes del Vaticano se opusieron. La concesión fue otra: estar en el ala izquierda de la tarima donde el papa oficiaría misa en la Plaza 19 de Julio. Y así fue.

Llegó el día y la hora en que SS Juan Pablo II estaría en Nicaragua. Una hora antes de la anunciada del arribo del sumo pontífice, llegó el doctor Sergio Ramírez Mercado, miembro de la Junta de Gobierno sandinista. Él llevaba copias de los discursos que pronunciaría el papa en Nicaragua. Los leyó y no encontró ninguna expresión contra la revolución.

Ramírez comentó: “El problema fue el tono que él empleó, eso cambió cuando las madres le pidieron oración por la paz de los muertos y él se disgustó”, afirmó Ramírez Mercado. No se dijo del tono que emplearon quienes solicitaban la oración. Y que el pontífice era interrumpido y tenía que decir enérgicamente ¡Silencio, silencio!

Esta visita sirvió de gran experiencia al papa Juan Pablo II, por el  recibimiento no muy grato de parte de los partidarios del  gobierno (FSLN). El pueblo católico nicaragüense sí le brindó apoyo y hospitalidad al máximo representante de la Iglesia católica en el mundo.

Daniel Ortega S. dijo en un fragmento de su discurso: “Hoy como ayer son los Estados Unidos los que intervienen cada vez más en defensa de una causa injusta perdida”, señaló.

En respuesta el pontífice dijo: “Saludo cordialmente a quienes son mis hermanos en el episcopado, obispos de la Iglesia católica de Nicaragua y en primer lugar a monseñor Miguel Obando Bravo, arzobispo de la Diócesis”.

“Pero mi saludo es con gran afecto a los millares de nicaragüenses que no han hallado cómo acudir a los lugares de encuentro. Me trae a Nicaragua una misión religiosa para que cesen los sufrimientos de inocentes de esta área del mundo para que acaben los conflictos sangrientos, el odio y las acusaciones estériles”, agregó el papa.

Mientras el pontífice hacía una pausa, la multitud continuó gritando,  “¡Queremos la paz!” “Unos minutos de silencio, unos minutos de silencio”, pidió el papa en tono enérgico.
Al final, las masas sandinistas comenzaron a moverse hacia las cercanías de la tarima. De pronto se escuchó la grabación del himno del Frente Sandinista, que había sido puesto en la radio oficial del gobierno y conectado al sistema de audio de la Plaza 19 de Julio.

El papa se retiró con su comitiva. Se dirigió hacia el aeropuerto Internacional de Managua. Los comandantes sandinistas y el doctor Sergio Ramírez Mercado comenzaron a agitar a la multitud, alzando los brazos y la gente sandinista respondió agitando las banderas y pañuelos rojinegros, gritando consignas partidarias y antiimperialistas, diluyéndose en su fanatismo. Mientras el papa avanzaba al Aeropuerto Internacional de Managua.

El autor es médico.

Opinión Iglesia Católica Juan Pablo II archivo
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