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De la confianza a la fe

Si yo no conozco a alguien me es difícil confiar en esa persona. Lo más normal es que, si una persona que no conocemos, nos dice: “Señor o señora, confíe en mí”; nosotros le contestemos: “Mire, señor o señora, yo podría confiar en usted, pero el problema es que no le conozco”.

Si yo no conozco a alguien me es difícil confiar en esa persona. Lo más normal es que, si una persona que no conocemos, nos dice: “Señor o señora, confíe en mí”; nosotros le contestemos: “Mire, señor o señora, yo podría confiar en usted, pero el problema es que no le conozco”.

¡Y es verdad! Fe y confianza van de la mano. Quien cree, confía y quien confía, cree. La confianza viene por el conocimiento y crece o disminuye a medida que más o menos conocemos a una persona. Así es la fe. La fe es confiar, fiarse de, y esto solo es posible, cuando conocemos a la persona y nos damos cuenta de que sí se merece nuestra confianza.

Hoy vivimos en un ambiente social, político y familiar de desconfianza. No nos fiamos de nada ni de nadie. Desconfiamos del gobierno y de la oposición. Desconfiamos de los políticos y de los sindicatos; desconfiamos de los servicios públicos y de la misma policía; desconfiamos del desconocido que viene detrás de nosotros siguiendo nuestros pasos.

Desconfiamos de nuestra misma familia. Los esposos desconfían entre sí, desconfían los hijos de los padres y los padres de los hijos. La desconfianza nos acompaña hoy en todo momento, no sabemos en quién confiar.

La mujer samaritana: desconfía de Jesús; por eso, cuando Jesús le dice: “Dame de beber” (Jn. 4,7), la samaritana solo ve en Jesús a un pobre judío (Jn. 4,9), digno de desprecio para ella como cualquier otro judío; por eso, Jesús tiene que decirle: “¡Si tú supieras quién es el que está hablando contigo!” (Jn. 4,10).

Sin embargo, la samaritana siente curiosidad por conocer a ese judío e inicia un bello y sincero diálogo con él, que, por cierto, le desconcierta porque le está descubriendo los trapos sucios de su vida no muy correcta (Jn. 4,16-18).

Y en ese diálogo abierto y sincero surge en ella, de una manera progresiva, el conocimiento de Jesús: Ya no es solo el judío enemigo, ahora es “Señor” y “profeta” (Jn. 4,19). Hasta que llega a descubrir que, por encima de todo ello, es “el Cristo” (Jn. 4,25-26.29), el “Salvador del mundo” (Jn. 4,41).

En la samaritana se ha dado todo un proceso en su vida a través de un diálogo que le ha llevado a conocer quién es, en verdad, Jesús. Ha pasado de la duda y la desconfianza a una confianza total. Ha pasado de la no fe a la fe en Jesús y, por esa confianza en Jesús, ha cambiado de vida.

Si un gobierno quiere hacerse digno de la confianza de sus ciudadanos, tiene que hablarles con toda claridad y sinceridad, sin darles las más mínimas posibilidades de recelos y dudas.

Si unos esposos quieren ganarse mutuamente una plena confianza, tienen que tratarse y comunicarse con toda sinceridad. Si unos padres o unos hijos quieren merecerse la confianza mutua, no podrán nunca llegar a ello con la mentira, el temor o el miedo a que sepan quién soy o cómo actúo, sino a través del diálogo sincero y abierto de todos.

Si unos cristianos quieren tener la fe y la confianza que la samaritana puso en Jesús, eso no se va a conseguir ni con bautismos, ni con templos, ni con rezos, sino a través de un conocimiento cada vez más perfecto de la persona de Jesús y así puedan decir como los samaritanos a la mujer del evangelio: “Ya no creemos por lo que tú nos has contado, sino por lo que hemos visto y sabemos de él. Estamos convencidos de que él es el Salvador del mundo” (Jn. 4,42).

San Agustín empezó a creer en Jesús, cuando lo conoció; fue entonces, cuando se dio cuenta de la gran riqueza que durante tanto tiempo había dejado de tener y dijo: “Tarde te conocí, belleza siempre antigua y siempre nueva”.

Ser cristiano es creer, fiarnos y confiar en Cristo, y solo podremos confiar en Él en la medida que le conozcamos. Solo conociendo a Cristo podremos llegar a confiar en Él como la samaritana.

Religión y Fe Confianza cristianismo Fe archivo

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