La magnitud del fenómeno no se develó cuando la vicepresidenta designada por el poder electoral, Rosario Murillo, dijo el pasado 27 de febrero que el tema de los accidentes de tránsito era considerado ya una crisis. La verdadera magnitud del fenómeno asomó cuando la jefatura de la Policía Nacional visitó a las autoridades de la Iglesia católica para pedirles su apoyo en la reducción de los accidentes en las calles, que no solo sangran al país, literalmente, sino que exprimen los bolsillos públicos para atender a miles de lesionados que cada año resultan víctimas del caos vial que impera en el país.
¿Qué significado tenía que el poder real para frenar la accidentalidad le pidiera al poder espiritual su mediación para detener la matanza de vidas jóvenes en las calles? ¿Se había perdido la batalla técnica para detener el fenómeno y se pedía la incidencia del poder divino para frenar las muertes?
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Para la experta en temas de seguridad, socióloga Elvira Cuadra, esa visita al clero era en realidad un paso más, de los tantos que se deberían dar, para evitar que cada año aumenten las cifras de accidentes de tránsito y el inmenso daño económico, social y político que de ello deriva.
Antes de analizar lo positivo, o negativo de esos pasos, Cuadra prefiere analizar qué ocurrió desde que en diciembre del 2016 el fenómeno de las muertes en las vías explotara con una jornada sangrienta de casi 60 muertes en un mes.
A Elvira se le pregunta: ¿por qué han aumentado los accidentes? Para ella hay una respuesta obvia: “Porque hay más parque vehicular”, y luego, hay una compleja suma de factores que agrava el problema.
“Han aumentado los accidentes porque el sistema de transporte público no es eficiente, porque las vías no se desarrollan en la misma proporción en que crece el parque vehicular, porque la señalización vial es deficiente en todas las ciudades y vías, y porque hemos perdido un componente fundamental de la seguridad vial: la educación vial”, analiza Cuadra.
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Solo en 2016 murieron 791 personas y el ritmo macabro de casi dos muertes por día encamina la cifra a un macabro récord de más 1,000 en 2017 si no se frenan las causas de la accidentalidad.
“Nos sentimos más vulnerables porque además que los accidentes crecen en frecuencia, es decir, en cantidad, crecen también en gravedad”, dice Cuadra, quien observa un comportamiento nuevo que acompaña al fenómeno.
“Otro factor que se debe agregar es que ha variado significativamente el comportamiento tanto de los conductores, que en vez de ‘conducir’ de manera defensiva, más bien conducen de manera agresiva; y los peatones que circulan con descuido y desatendiendo las señales de tránsito, que también son para ellos”, dice Cuadra, observando que el factor humano es, en prioridad, el principal responsable de la mortandad de los últimos tres años.
¿Por qué llegamos a este punto? Cuadra reflexiona: “Porque efectivamente se han descuidado varios aspectos críticos de la seguridad vial. La Policía, por ejemplo, debería (desempeñar) un papel regulador y preventivo más que punitivo”, dice, en referencia al sistema de multas y control que la Policía realiza de forma cotidiana en las vías.
Y según la analista, el Estado casi que ha dejado en manos de la Policía el asunto: “Y no es la única responsable de la seguridad vial, también otras instituciones públicas forman parte del sistema de seguridad vial, entre ellas las alcaldías y el Ministerio del Transporte. Hasta ahora el papel de estas otras instituciones ha sido bastante negligente. Hace falta una mejor coordinación entre el MTI, las alcaldías y la Policía para el ordenamiento vial y la señalización”.
¿Qué significa esto? Cuadra dice que esto quiere decir que estas tres instituciones son las responsables de decidir la orientación de la circulación en las calles, cuáles son de doble vía, de una sola vía, qué tipo de señales es necesario colocar, dónde y por qué, si es necesario tomar medidas adicionales para que el tráfico fluya mejor y las personas puedan circular con seguridad.
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“Por ejemplo, no permitir que los vehículos se parqueen en una determinada calle entre las horas tales y tales. La parte de educación vial es una responsabilidad compartida entre instituciones públicas como el Mined, la empresa privada puede contribuir y los ciudadanos mismos”, ejemplifica.
Otro de los temas críticos en los que, a criterio de ella deben intervenir el MTI, las alcaldías y Policía, es el diseño del sistema de transporte público de cada localidad. Eso es: autorización de empresas de transporte, rutas, supervisión y control del estado de las unidades; calidad del servicio a los pasajeros, entre otras cosas.
Culpa de varias instituciones
A juicio del consultor en temas de seguridad y defensa, Roberto Cajina, la alarmante cifra de muertos por accidentes de tránsito en Nicaragua se debe a diversos factores, como la falta de educación vial, la facilidad para extender licencias de conducir y sobre todo la inexistencia de una política de seguridad pública. De por qué de repente hubo un “boom” en muertes por accidentes de tránsito, Cajina aseguró que es producto de la acumulación de los factores mencionados. “Es una olla de presión que ya explotó y creo que si la comisionada general Vilma Reyes (jefa de Tránsito Nacional) quiere enfrentar el problema, tiene que tomar todos los actores y factores y diseñar la política de seguridad ciudadana”.
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“Me parece que lo que no ha habido es un abordaje en conjunto, creo que el reto que tiene la comisionada general Reyes es como de Hércules, porque frenar esa pandemia no es potestad exclusiva de la Policía, sino de todos los que intervienen”, sostuvo Cajina, refiriéndose a la Alcaldía, Ministerio de Salud y el Ministerio de Transporte e Infraestructura (MTI).
791
personas murieron en 2016 por accidentes de tránsito, un aumento de 116 víctimas mortales en comparación con la cifra de 2015, cuando se cerró con 675, que a la vez era la más alta de muertes, desde que en 2014 murieron 669.
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Nos sentimos más
vulnerables porque además que los accidentes (de tránsito) crecen en frecuencia, es decir, en cantidad, crecen también en gravedad”. Elvira Cuadra, socióloga y analista investigadora de temas de seguridad.