Randy Caballero se fue a la cama anoche con su peso estacionado en 122 libras, tonelaje que debe marcar hoy en la ceremonia de pesaje en California, Estados Unidos, para que todo quede en orden para su combate de mañana frente al mexicano Jesús Ruiz, con el título de la Federación Norteamericana de Boxeo en juego.
Una de las primeras frases que dice Randy en esta entrevista es la siguiente: “Estoy feliz por el regreso”. “El Matador” sabe que muchos ojos estarán sobre él, quizás los más importantes sean los de su promotora Golden Boy, de Óscar de la Hoya. Es lógico, porque según cómo luzca, se le podrían abrir más puertas o carrera.
Pelea el jueves,¿cómo se siente?
Muy bien. Todo me salió bien en el campamento. Estoy listo para pelear. Ya hoy marqué la categoría, no hay problemas con mi peso. Tengo hambre de un gran regreso.
¿Qué tipo de Randy veremos?
A un Randy motivado, presionando la pelea, con mucha energía. Hice una gran preparación con mis sparrings, tengo el apoyo de mi familia, y eso es bueno. Sé que él (Jesús Ruiz) va a venir de frente, pero trabajé para frenarlo.
Está saliendo de una larga pausa, esa es la mejor noticia…
Definitivamente, estoy feliz. Es un sueño regresar. Tengo la confianza de mi promotora y van a lanzar la pelea a través de ESPN, eso es algo muy grande para mí.
¿Es probable que le afecte la inactividad?
No sé. Yo siempre me he mantenido de cerca al gimnasio. Trabajando duro. Estaba listo para pelear en Nicaragua, luego me dicen que no. Solo descansé dos semanas y volví a prepararme. Me siento bien físicamente, ansioso de dar el peso.
Luego de dos años difíciles, ¿esta pelea le llena de esperanza?
Sí, pero no estoy centrado en mirar atrás. Me quiero enfocar en mi pelea. Verme al ciento por ciento en el ring. Sé que ese pasado no tan bueno es parte de mi vida, pero no quisiera recordarlo. Poco a poco voy recuperando camino. Ya ves, este es un título pequeño, pero espero que dentro de poco sea por uno más grande.
¿Cómo vivió esta preparación?
Fue duro, muy duro. Todos los días me levanté a las seis de la mañana a correr. Volvía a mi casa, descansaba y en la tarde me iba al gimnasio. Me preparaba cuatro horas, junto a mi equipo, con el pensamiento de que todo pinte mejor en mi vida y en mi carrera como boxeador.