Los días de semana, después de las cinco de la tarde, el hashtag #TraficoNI en Twitter es utilizado para comunicar la saturación del tráfico vehicular en la ciudad de Managua, los accidentes y sugerir el uso de vías alternas. Son tweets geniales y manifiestan el grado de ansiedad de los conductores.
Aproximadamente en Nicaragua se venden anualmente unos 13,000 autos nuevos, cifra que se incrementa un 25 por ciento anual.
Un elevado porcentaje del ingreso es destinado a su adquisición y uso, a tal grado que es, después de la vivienda, el segundo de los bienes en importancia económica, medida por los recursos que se destinan a su producción y consumo.
Para calcular el volumen global de consumo de bienes y servicios implicados en esta actividad debemos tener en cuenta: a) los automóviles, con todo lo que implica su producción y utilización por los usuarios; b) su transporte, distribución y comercialización; c) los lugares donde se guardan y protegen y lugares públicos de estacionamiento; d) los terrenos que se utilizan en ello; e) los repuestos y accesorios; f) el tiempo que se emplea en su manutención, limpieza y reparación; g) la producción, distribución y consumo de combustibles, aceites, neumáticos y los demás elementos para su funcionamiento; h) la cantidad de talleres mecánicos y eléctricos donde se efectúan servicios de mantenimiento y reparación; i) el personal y recursos destinados a regular el tránsito vehicular, los semáforos y sistemas de control; j) los seguros contra accidentes y robos; k) los accidentes de tránsito (una de las principales causas de muerte y que dan lugar al uso de un elevado porcentaje de los presupuestos de salud) y l) la construcción, manutención y ampliación de calles y carreteras.
Ello dinamiza la economía, contribuyendo en los indicadores de crecimiento de la producción y consumo. Pero, ¿constituye realmente un proceso de desarrollo si lo evaluamos desde las personas y la comunidad, que son el fin último de la economía?
En cuanto a necesidades, la más importante que atienden estos bienes y servicios es el transporte y desplazamiento de las personas. Pero a medida que aumenta la cantidad de automóviles, la satisfacción marginal va disminuyendo rápidamente porque la introducción de cada vehículo incrementa la congestión del tránsito de tal modo que disminuye la velocidad media de circulación.
En horas pico, oscila entre 10 y 20 kilómetros por hora y, si consideramos el tiempo que las personas dedican a estacionar, lavar, mantener, reparar y utilizar sus automóviles, y se lo divide entre la cantidad de kilómetros que las personas se desplazan en ellos, se llega a cifras del orden de 5 a 10 kilómetros por hora, esto es, tanto como desplazarse caminando.
Cualquier aumento adicional en el consumo de automóviles disminuye la utilidad neta de ellos, medida según la satisfacción de necesidades que proporcionan, y aumentan los costos implicados en la satisfacción de esta necesidad (ensanchamiento de calles y carreteras, espacios de estacionamiento y accidentes de tránsito) así como el aumento del ruido, el impacto sobre el medioambiente y las consecuencias a nivel de salud físico-psicológica de las personas.
No he planteado la satisfacción de otras necesidades que proporciona el automóvil a sus propietarios, como las relacionadas con el prestigio social, sobre el cual habría mucho que decir respecto a la calidad de satisfacción que se obtiene de esa manera.
Es de esperarse que a futuro se dicten medidas de restricción a la circulación de vehículos —que es similar a la disminución del consumo— para mejorar la eficiencia global del transporte, reducir el número de muertes por accidentes y que concitan la adhesión de los usuarios afectados por la misma restricción tal como lo manifiestan en Twitter.
El autor es Zootecnista y escritor.