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El caso conocido como “La carne débil”, reveló cerca de cuarenta casos de frigoríficos pidieron pasar por alto prácticas antihigiénicas, como el procesamiento de carne en mal estado y plantas en funcionamiento con trazas de salmonella. LA PRENSA/AFP

Carne pone a Brasil contra las cuerdas

La operación “Carne Débil” (Carne Fraca, en portugués) se ha convertido en una crisis prioritaria para el gobierno de Michel Temer porque amenaza la imagen exterior de Brasil, provoca pérdidas millonarias y deja en el aire miles de empleos.

La operación “Carne Débil” (Carne Fraca, en portugués) se ha convertido en una crisis prioritaria para el gobierno de Michel Temer porque amenaza la imagen exterior de Brasil, provoca pérdidas millonarias y deja en el aire miles de empleos.

La crisis, que afectó de inmediato a las exportaciones, se ha trasladado también al mercado interno, con una caída en el consumo y medidas como la anunciada este viernes por la Secretaría Nacional del Consumidor, dependiente del Ministerio de Justicia, que ordenó a tres empresas investigadas —Souza Ramos, Transmeat y Peccin— retirar sus productos de los establecimientos.

El escándalo estalló el viernes 17 de marzo, cuando la policía informó que la operación “Carne Fraca” había destapado una red de corrupción que incluía sobornos a fiscales sanitarios para comercializar carne vencida o no apta para el consumo, adulterada con productos químicos.

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Aunque ni el Gobierno ni las patronales ganaderas han ofrecido un balance global de pérdidas, el sector tardará en recuperarse del impacto del escándalo, que mantiene cerradas 21 plantas productoras de tres gigantes del sector y ha puesto a unas veinte empresas bajo investigación.

Desplome de exportaciones

Según estimaciones oficiales, tras el escándalo, las exportaciones de carnes han caído de los 63 millones de dólares diarios a 74,000 dólares, y la Asociación Brasileña de Proteína Animal (ABPA) estimó que los exportadores de carne de pollo y de cerdo perdieron al menos cuarenta millones de dólares en una semana.

La operación ha dañado la imagen de Brasil, mayor exportador mundial de carne bovina y de pollo, y cuarto en el segmento de cerdos, que tendrá que luchar para mantener su cuota de mercado internacional.

Hong Kong, uno de los mayores clientes del país, anunció la retirada de los supermercados de las carnes —tanto de res y cerdo como de ave— importadas del gigante sudamericano, mientras que conocidas cadenas internacionales de comida rápida adelantaban que retirarían la oferta brasileña de sus menús.

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Hong Kong fue uno de los primeros en poner en cuarentena la carne brasileña, pero hay cerca de una veintena de países, entre ellos China, que han impuesto restricciones o suspendido temporalmente las importaciones de carne brasileña.

El ministro de Agricultura, Blairo Maggi, prepara un viaje a China para tratar de recuperar la confianza del gigante asiático que, según analistas locales, podría estar utilizando el conflicto de la carne para negociar condiciones ventajosas en la importación de otros productos brasileños.

Maggi recibirá también la próxima semana al comisario europeo de Salud y Seguridad Alimentaria, Vytenis Andriukaitis.

Consumo interno también se enfría

Mientras tanto, la patronal del sector confía en que el mercado interno, destino del ochenta por ciento de la producción, mantenga sus niveles de consumo para paliar pérdidas.

“La crisis no mueve absolutamente nada (en el mercado interno). El hábito brasileño es ese, están confiados y tranquilos”, afirmó Francisco Turra, presidente de la ABPA.

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“Tengo la certeza de que el mercado interno va a absorber y comprender, y al contrario va a ayudar para el consumo y vamos a tener varias acciones para activar el consumo de carne brasileña”, agregó.

Sin embargo, el consumo ha caído, tanto en mercados como en restaurantes, y se precipitará aún más tras la decisión de algunas de las mayores cadenas, como Walmart, Carrefour o Pao de Acucar, de retirar de sus establecimientos en Brasil los productos de las empresas investigadas.

En medio de la crisis, decenas de miles de trabajadores ven sus puestos peligrar si se mantiene el desplome de la producción.

La compañía JBS, una de las mayores exportadoras de carne del mundo, afronta una paralización de tres días en la producción de carne bovina en 33 de sus 36 plantas ante la caída de la demanda.

Además, adelantó que “la próxima semana la compañía operará en todas sus unidades, con una reducción del 35 por ciento de su capacidad productiva”.

Gobierno y empresas insisten en lanzar un mensaje de tranquilidad: “La salida es mostrar la transparencia, esa es nuestra arma y nuestra seguridad”, concluyó el presidente de la patronal.

“El trabajo que tenemos por delante es recuperar, reorganizar nuestras fuerzas, viajar por el mundo y mostrar efectivamente que lo sucedido acá es que algunas personas actuaron mal y no fue la culpa de un sistema o una industria”.
Blairo Maggi, ministro de Agricultura de Brasil.

Panamá se une al rechazo

China, Hong Kong y Chile —que juntos representaron el cuarenta por ciento de las exportaciones de carne roja brasileña en 2016— cerraron sus mercados. La Unión Europea (UE), Suiza, Japón, México y Sudáfrica vedaron la entrada a productos procedentes de frigoríficos bajo sospecha. El último en sumarse a la lista fue Panamá, donde las autoridades ordenaron retirar de los supermercados los productos cárnicos importados de Brasil. Otros países, como Estados Unidos, Corea del Sur, Argentina y Arabia Saudita —principal comprador de carne de pollo brasileña— aumentaron sus controles.

Apela ante la OMC

Brasil pidió el miércoles ante la Organización Mundial de Comercio (OMC) evitar restricciones “arbitrarias” contra sus exportaciones de carne, que podrían ocasionar hasta 1,500 millones de dólares de pérdidas a la potencia agroganadera latinoamericana.

Desde que estalló el escándalo por denuncias de adulteraciones en cortes para consumo humano, veinte mercados cerraron parcial o totalmente sus puertas o intensificaron sus controles sobre los productos cárnicos brasileños, golpeando un negocio que tiene clientes en 150 naciones y que generó más de 13,000 millones de dólares el año pasado.

“Lo que estamos sufriendo ahora es un golpe, un puñetazo en el estómago”, graficó el ministro de Agricultura, Blairo Maggi, en una presentación ante el Senado.

En un intento por minimizar los daños, Brasil entregó en Ginebra un mensaje a sus socios en OMC, instándolos a evitar “medidas que constituirían restricciones arbitrarias al comercio internacional o contrarias a las disciplinas contempladas en el Acuerdo SPS (de aplicación de medidas sanitarias)”.

La petición fue distribuida en una reunión del Comité de medidas sanitarias y fitosanitarias del organismo de 164 países.

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