Everth Cabrera ya no es más aquel chavalo brioso, que se atrevió a desafiar estándares y parámetros que suelen utilizarse para la evaluación y la proyección de un prospecto.
Sin embargo aún conserva el fuego y la fuerza que lo llevaron a las Grandes Ligas, y más que eso, ha imponerse ante las mil dificultades enfrentadas a través de su vida.
Cabrera amaneció el jueves ante un nuevo reto: volver a las Ligas Mayores, tras ser asignado al equipo Triple A de los Medias Blancas de Chicago, ubicado en Charlotte, Carolina del Norte.
Es decir, no logró colarse en el roster de 25 jugadores con los que la tropa de Chicago enfrentará la campaña. Nada malo para un muchacho que hasta hace poco no solo estaba fuera del beisbol, sino que hasta lucía fuera de sí.
Pero Everth saltó desde la modesta Liga Profesional de Nicaragua, hasta AAA con la organización de Chicago. Y mejor aún, escapó a las garras de la muerte y le ha dado un nuevo sentido a su vida. Esa es ya su mayor victoria.
Sin embargo sabemos que Cabrera no se conforma y no se rendirá. Seguro va a luchar por volver a la cúspide. En su actuación durante el entrenamiento, demostró que es útil. Solo es asunto de afinar detalles para regresar.
Cabrera está saludable, su guante aún es confiable, tiene un brazo poderoso y sus piernas aún se mueven con rapidez, mientras su bate no se limitó a poner la bola en juego. Dos veces la mandó por encima de la cerca, pese a que ese no es su fuerte.
Nunca olvido que lo vi en República Dominicana tras ser botado por Licey hace ya varios años. Bajé con la idea de animarlo. Al final me percaté que yo estaba más triste.
“Estoy vivo. Mientras hay vida, hay esperanza”, me dijo con una sonrisa. Seguro ahora piensa igual, más cuando ha visto la muerta tan cerca, pero se ha escapado con la vida.
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