14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

Violines

Informan de darse como un hecho la desaparición de Venezia, no es posible parar la subida de nivel del Adriático y no hay dinero que financie el proyecto para frenar su irreversible hundimiento

Para Ariel Merlo, violinista hondureño.

Informan de darse como un hecho la desaparición de Venezia, no es posible parar la subida de nivel del Adriático y no hay dinero que financie el proyecto para frenar su irreversible hundimiento. A La Serenísima (no sé de dónde le llega ese nombre a quien fue por excelencia la ciudad más culiadora de Europa), la cubrirá el agua verdi azul del océano y el patrimonio urbano arquitectónico devendrá en una ciudad submarina, ideal para el buceo turístico.

Es obvio que los tesoros tendrán salvaguarda, los inmobiliarios: iglesias, conventos, palacios, puentes, con sus plazas y callejones, serán habitados por los peces, por la fauna marina de La Lacuna, así el Palacio Ducal, o el de Los Dogos, por sus dimensiones alojará ballenas, La Salute tiburones, y en Il Rialto y otros puentes se colgarán medusas. No estamos claros si la cuantía monetaria del planeta para el intervento colosal equivaldrá a lo gastado en arsenal atómico y armamentismo convencional, pero es real que son inmensos los recursos invertidos en matar y destruir, priorizados antes que un proyecto para prolongar la vida a “La Reina o a La Perla del Adriático”.

Lea además: Entre el arte de pintar y escribir

De pronto la nostalgia avienta sobre el alma en el aire marítimo su soplo lamentable, breve inventario de la memoria, desfile de imágenes fijas que bastan para convocarla: barcos anclados en el paseo de La Riva de Squiavoni, góndolas negras charoladas atracando en los palacios del Gran Canal, trenes que arriban a la estación de Santa Lucía, il vaporetto repleto de turistas con un asombrado jovencito sudamericano sonriendo con la sonrisa más linda y feliz del mundo., en la playa de El Lido, la muerte de Asenbach, músico protagonista de la novela de Thomas Mann, que contempla al adolescente Tadzio al salir empapado del mar irradiando a pleno sol su belleza de dios griego, el viejo maestro lo siguió por oscuros y estrechos callejones, aturdido y perturbado. Cientos de palomas gorjean en la Plaza de San Marco, libre del acqua alta que en la tarde penetró en la basílica, en fin, después de San Rocco y Los Frari, de La Giudecca y de San Giorgio, de las islitas de Torcello, Burano y Murano, quedan ondulando los techos venecianos de tejas rojas.

Y Venezia se inunda de luz con los colores de la pintura en los lienzos del Giorgione, Tiziano, Il Carpaccio, los Bellini, Il Veronese, y más, y estallan los sonidos de Il l’estro armónico, de los músicos barrocos, la escuela más alta veneciana escribiendo partituras para las cuerdas que propagan ritmos y melodías en sus vibratos, sostenutos, largos, prestos, allegri, andantes, con staccatos y pizzicatos de violines prodigiosos en los Concerti Grossi de Antonio Vivaldi Il preti rosso, Locatelli, Tartini, Geminiani, Scarlatti, Cimarosa, Frescobaldi, Corelli y Albinoni con su Adagio compuesto como una despedida a la ciudad y otros que seguirán sonando para siempre.

Managua 24 de marzo 2017.

Cultura Cuento David Ocón Escritores violines archivo

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí