Miles de opositores venezolanos se manifestaban este sábado en Caracas y en otros 12 estados contra el gobierno de Nicolás Maduro, en su cuarta protesta en una semana, que degeneró nuevamente en choques con la policía y que hasta el momento ha dejado 17 heridos.
Los enfrentamientos iniciaron cuando los manifestantes decidieron a última hora dirigirse hacia la Defensoría del Pueblo, bastión del chavismo y donde se ubican las sedes de los poderes públicos.
A la altura del sector La Campiña se toparon con un piquete policial que lanzaba bombas lacrimógenas, según periodistas de la AFP en lugar.
Un reducido grupo de jóvenes con el rostro cubierto respondió con piedras, mientras el grueso de la marcha aguardaba detrás de ellos.
“Hemos atendido hasta las 3:23 de la tarde (19:23 GMT) a 17 personas”, dijo el alcalde del municipio capitalino Chacao, el opositor Ramón Muchacho a periodistas, quien ubicó en 10 la cifra de personas que presentaron “contusiones y traumatismos diversos”.
Detalló que otras cuatro personas resultaron heridas con piedras o por impacto directo de bombas lacrimógenas, dos asfixiados y uno con impactos de perdigones.
“Todos están fuera de peligro (…) no hemos recibido heridos de bala”, agregó el mandatario local.
Protestas en los estados
En el estado del Táchira (oeste), fronterizo con Colombia, los opositores llegaron hasta la sede regional de la Defensoría del Pueblo, que estaba cerrada, y colocaron carteles con la frase “clausurado por complicidad en golpe de Estado”, según mostró en Twitter el partido Voluntad Popular (VP).
Esta organización, liderada por el opositor preso Leopoldo López, denunció también que grupos violentos, a los que señalaron como oficialistas, atacaron a los manifestantes con disparos “a mansalva”.
Sin embargo, no presentaron reportes de heridos por estas acciones.
En el céntrico estado de Carabobo cientos de manifestantes bloquearon el paso en una de las principales arterias viales de la ciudad, el Distribuidor San Blas, y se enfrentaron a la policía regional.
El cuerpo policial de la entidad informó en Twitter la detención de tres “encapuchados”, pero no dio un reporte de heridos.
En Yaracuy (occidente) decenas simpatizantes de varias organizaciones políticas opositoras se concentraron en plazas y calles y solicitaron la realización inmediata de elecciones.
De acuerdo con el diputado opositor Biagio Pilieri, oriundo de esa región, las fuerzas de seguridad locales reprimieron esta manifestación, sin ofrecer mayores detalles. Entretanto, cientos de opositores se manifestaron en las principales arterias viales de la ciudad de Maracaibo, capital del estado Zulia (oeste), también limítrofe con Colombia.
Aunque las fuerzas policiales de esta entidad impidieron que los opositores llegaran hasta la sede regional de la Defensoría del Pueblo, no se reportaron choques violentos ni heridos.
En la capital del estado de Lara, Barquisimeto, otros cientos de opositores se concentraron en una plaza y, además de pedir la destitución de los magistrados de la Sala Constitucional, respaldaron al opositor Henrique Capriles, que fue notificado de su inhabilitación para ejercer cargos públicos por 15 años.
Mientras que en el céntrico estado de Aragua los opositores marcharon de forma tímida, seguidos de las fuerzas policiales. La convocatoria opositora se desarrolló aún con menor asistencia en los estados de Apure, Sucre, Anzoátegui, Trujillo, Mérida y Falcón. En esta última entidad el chavismo también marchó pero para apoyar el programa gubernamental de entrega de casas conocido como Misión Vivienda.
En Caracas
Originalmente los opositores se concentraron en una calle del este capitalino, pero el excandidato presidencial Henrique Capriles los convocó a dirigirse hacia la Defensoría del Pueblo, que esta semana frenó la posibilidad de que el Parlamento de mayoría opositora destituyera a los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ).
“Nos recibieron con gases y perdigones (balas de goma). Insisten en ponerse del lado de la dictadura, pero vamos a seguir adelante”, dijo el diputado opositor Juan Andrés Mejía.
Portando retratos del dirigente y figura emblemática de la oposición, los manifestantes acusaron una vez más a Maduro de encabezar una “dictadura” que tiene sumida a Venezuela en la “miseria”.
“Esto que acaban de hacer con Capriles es producto de una tiranía. Esta gente hace lo que le da la gana”, dijo a la AFP Adel Rincones, exatleta de 61 años.
Vestido con un uniforme deportivo, Rincones llegó hasta Chacao (este) con una pancarta en la que se leía: “Venezuela está herida en el corazón, con hambre, miseria, corrupción, dictadura”.
Capriles fue notificado el viernes por la Contraloría de una inhabilitación para ejercer cargos públicos por 15 años, lo que le cierra el paso para postular por tercera vez a la presidencia.
La oposición acusa a ese organismo de servir al gobierno.
“No habrá descanso”
El líder opositor, un abogado de 44 años, apelará la sanción, que se le impuso por supuestas irregularidades administrativas como gobernador del estado Miranda (norte), cargo que ejerce desde 2008.
“El que ríe de último, ríe mejor! Nos veremos en las calles de Venezuela @nicolasmaduro No habrá descanso”, prometió este sábado en Twitter.
Capriles ya había sido anunciado por su partido como precandidato para las primarias de la coalición opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) de cara a las presidenciales.
La concentración llegó a reunir unas 4.000 personas, entre ellas los principales dirigentes de la MUD, que pronunciaron fogosos discursos desde una tarima, acompañados por el coro: “¡libertad, libertad!” y “¡el pueblo arrecho (enfadado), reclama sus derechos!”.
Es la cuarta manifestación opositora desde el pasado sábado, cuando cientos rechazaron dos fallos con los que el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) se adjudicó temporalmente los poderes del Parlamento -de mayoría opositora- y retiró la inmunidad a los diputados.
También hubo protestas el martes y el jueves, que sumaron reclamos como elecciones generales.
Las sentencias del TSJ fueron anuladas parcialmente tras un fuerte rechazo internacional y denuncias de la fiscal general Luisa Ortega, confesa chavista, de que constituían una “ruptura del orden constitucional”, lo que abrió una fisura en el oficialismo.
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Ola de protestas
Es la cuarta manifestación opositora desde el pasado sábado, cuando cientos salieron a rechazar dos fallos con los que el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) se adjudicó temporalmente los poderes del Parlamento —de mayoría opositora— y retiró la inmunidad a los diputados.
Las sentencias fueron anuladas parcialmente tras un fuerte rechazo internacional y denuncias de la fiscal general Luisa Ortega, confesa chavista, de que constituían una “ruptura del orden constitucional”, lo que abrió una fisura en el oficialismo.
“Queremos marchar”, gritaban algunos antes de enrumbarse hacia el centro.
Plan golpista
Este jueves, una concentración en la principal autopista de Caracas se desvió hacia esa zona, bastión del chavismo y donde se concentran las sedes de los podres públicos.
La marcha fue detenida por la militarizada Guardia Nacional, desatándose choques que dejaron una veintena de heridos y 30 detenidos.
En la noche, un joven de 19 años fue asesinado de un balazo presuntamente por un policía, durante una protesta en las afueras de Caracas.
Maduro denuncia las manifestaciones como un plan para “llenar las calles de sangre” e intentar derrocarlo.
El mandatario asegura que detrás de esa estrategia “golpista” se encuentran Estados Unidos y la Organización de Estados Americanos (OEA) que a raíz de las sentencias del TSJ declaró una “grave alteración del orden democrático”.
Maduro enfrenta una crisis económica que se agravó con la caída del precio del petróleo y que se caracteriza por la escasez de alimentos y medicinas y la inflación más alta del mundo, proyectada por el FMI en 1,660 por ciento para 2017.
El colapso minó la popularidad del heredero del fallecido presidente Hugo Chávez (1999-2013), al punto que siete de cada diez venezolanos rechazan su gestión, según una reciente encuesta de la firma Venebarómetro.
Pero el gobernante atribuye la crisis a una “guerra económica” de la oposición apoyada por Estados Unidos, que incluye un boicot para que el país con las mayores reservas petroleras del mundo no consiga financiamiento internacional.
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