La semana pasada falleció, a los 92 años de edad, el filósofo político italiano Giovanni Sartori, reconocido como uno de los pensadores más brillantes del mundo en la época actual.
Sartori fue autor de más de treinta libros entre ellos Teoría de la Democracia y La democracia después del comunismo. Esta última obra de Sartori, en particular, se puede relacionar con la historia reciente y la situación actual de Nicaragua, por lo que seguramente es conocida y estudiada por quienes en este país se dedican a la investigación y la enseñanza de las ciencias políticas. Pero también los que se dedican a la política práctica y aspiran a la restauración de la democracia en Nicaragua, deberían estudiar o al menos leer a Sartori para alumbrar el camino de su lucha, en consonancia con el principio inobjetable de que no hay una buena práctica sin una buena teoría que la ilumine.
En La democracia después del comunismo Sartori analizó los nuevos problemas que ha debido enfrentar la historia después de la caída del sistema comunista en la antigua Unión Soviética y los países de Europa Central y Oriental que se le subordinaron.
En Nicaragua, en el decenio 1979-1989 no hubo un régimen comunista propiamente dicho. Pero fue una especie de hijo bastardo del comunismo. La revolución sandinista tenía “orientación socialista”, sus dirigentes abrazaron la ideología marxista-leninista y Nicaragua pasó a ser un “Estado fraterno” de la URSS y demás países comunistas. De manera que las ideas generales de Sartori contenidas en La democracia después del comunismo, se relacionan con Nicaragua y pueden ayudar a entender los grandes dilemas políticos nicaragüenses de la actualidad.
En la obra de Sartori se advierte que la victoria de la democracia a la caída del comunismo es relativa, le cuesta mucho consolidarse por la falta de cultura y tradición política democrática. Al fin y al cabo, la democracia no es algo que surge de la noche a la mañana, completamente formado, sino que es un proceso que se construye poco a poco y enfrentando a múltiples enemigos, incluyendo a algunos de los mismos demócratas prominentes. ¿Acaso no está retratada en este concepto la historia de la democracia nicaragüense, nacida después de la revolución sandinista y traicionada y socavada en el camino por algunos de los mismos y más renombrados demócratas, mediante pactos o componendas corruptas con el enemigo?
Otro planteamiento esencial de Sartori, de palpitante vínculo con la situación de Nicaragua, es el que se refiere a la relación de la economía de mercado con la democracia en la época poscomunista (o posrevolucionaria). Según las reflexiones de Sartori la economía de mercado no necesariamente va de la mano con la democracia y más bien puede ser compatible con cualquier autoritarismo político.
La economía de mercado se puede desarrollar sin libertades políticas y los empresarios estar conformes con la falta de instituciones democráticas, porque les resulta mejor para sus intereses económicos. Sin embargo, Sartori advierte que aunque la democracia no sea una condición sine qua non de la economía capitalista, a la larga el éxito del mercado llevará a demandas democráticas.