Marcia Hidalgo habita en barrio El Riguero y le toca levantarse a las 3:00 de la mañana para llenar la piscina en la que se bañan sus hijos, porque el agua se va a las 6:00. La piscina es pequeña, pero tarda dos horas en llenarla porque el chorro de agua que llega a su casa es apenas un “hilito”.
A Marling Leiva, de 42 años y habitante del barrio San José Oriental, le toca igual. Debe levantarse a las 5:00 de la mañana si quiere que sus dos hijas se bañen en la piscina que les compró el año pasado. Aunque es de tamaño mediano, le toma tres horas llenarla, porque el chorro que llega a su casa no es fuerte.
Esta semana Leiva solo ha llenado la piscina durante dos días, pero sus hijas se han bañado diario. Le toca “reciclar” el agua porque además de la escasez le preocupa que el recibo del servicio le salga muy alto.
En el barrio Bóer, Distrito II de Managua, el agua se va a las 7:00 de la mañana y regresa hasta las 6:00 de la tarde. Así llevan varios años y esta Semana Santa no ha sido la excepción, asegura Martha Aráuz, habitante del barrio.
Esta semana de vacaciones han tenido que llenar la piscina de su casa durante la noche, porque pasan sin agua todo el día y lo que recogen apenas les ajusta para los quehaceres del hogar. Aráuz expresa que les ha tocado bañarse dos días seguidos en la misma agua.
En el barrio Rubén Darío, en las cercanías del Puerto Salvador Allende, se repite el problema. Aunque hay varias piscinas en las calles, los pobladores aseguran que deben acostarse tarde para dejarlas llenas, porque, aunque durante el día hay agua, es apenas “un hilito” el que llega.
Les sale caro ir al mar
Aunque le toque madrugar y reusar el agua por varios días, Leiva, quien tiene una pulpería como negocio, prefiere quedarse en su casa durante Semana Santa, porque el gasto de salir es demasiado grande para su bolsillo. Salir a un balneario con sus hijas le cuesta 800 córdobas. “No puedo. Mejor les hago la comida aquí y estoy en la casa cuidando. No se vende mucho en estos días porque la gente anda fuera y como yo no vendo alcohol…”, explica Leiva.
Marcia Hidalgo dice que ella prefiere quedarse en casa porque es más seguro y gasta menos. Ella y sus hijos dependen solo del salario de su esposo, quien es guarda de seguridad, y salir es demasiado costoso, por eso este año prefirió hacer una sola inversión y compró una piscina de 800 córdobas.
Por cuestiones de ahorro Marlon López, habitante del barrio Larreynaga no bota el agua de la piscina después de que su familia se baña en ella. La aprovecha para regar el jardín y la usa en los servicios higiénicos de la casa, porque debe ahorrar. Este año su familia compró una piscina de 950 córdobas. Se despiertan de madrugada para llenarla, ya que el agua se va antes de las 6:00 de la mañana y llega tipo 5:00 de la tarde. “Salir es alegre, pero es para los que tienen buenos trabajos”, dice López. Él gasta entre ocho y diez mil córdobas cada vez que sale con su familia, conformada por ocho miembros.
Problema de agua en Managua
Ruth Herrera, expresidenta de la Empresa Nicaragüense de Acueductos y Alcantarillado (Enacal), aseguró en días pasados que la infiltración de la Subcuenca III, la principal fuente de abastecimiento de agua en Managua, ha disminuido más de un 30 por ciento, lo cual ha afectado 59 pozos. La experta explica que esto es consecuencia de la impermeabilización del suelo, causada por el crecimiento del área urbana.
Asimismo, ha señalado que el problema se agrava por la mala distribución del líquido, a causa del crecimiento poblacional, el supuesto tráfico de influencias, la manipulación de válvulas, la posición geográfica, así como las tuberías obsoletas, según Herrera.
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