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esterilización en jóvenes

Andie siente que, en su caso, no tener hijos es lo correcto. Asegura que tiene problemas mentales y que no se los querría pasar a sus hijos.

“Tengo problemas mentales que no quiero pasar a otros”: las razones de los jóvenes que luchan por esterilizarse

Ausencia de instinto paternal, temor a los riesgos que tener un niño comportaría a la salud e incluso miedo a transmitir enfermedades a un futuro bebé. Cada uno tiene sus motivos y algunos ya consiguieron su objetivo de volverse infértiles.

En Reino Unido, una de cada cinco mujeres llegará a la menopausia sin haber tenido hijos, muchas de ellas, por decisión propia.

Y si bien en el caso de los hombres el gobierno británico no registra datos similares, las estadísticas europeas señalan unos datos muy parecidos.

Ante estos números, cada vez más personas se preguntan: ¿por qué no esterilizarse durante la juventud y vivir los años de fertilidad sin preocupaciones?

Este es el caso de los cinco jóvenes a los que entrevistó la periodista de la BBC Poppy Begum para el especial “Cuerpos Extraordinarios”, en el que hombres y mujeres que rondan los 30 años narran su lucha por conseguir que el servicio de salud pública de Reino Unido (NHS, por sus siglas en inglés) les costee la esterilización.

Ausencia de instinto paternal, temor a los riesgos que tener un niño comportaría a la salud e incluso miedo a transmitir enfermedades a un futuro bebé. Cada uno tiene sus motivos y algunos ya consiguieron su objetivo de volverse infértiles.

“Tuve una infancia muy difícil…”

“Estoy segura de que sería una buena madre, pero no es lo que quiero”, asegura Andie sentada sobre una cama llena de peluches.

Esta joven no se identifica con un género específico y prefiere que se use la forma inglesa neutral “they” para referirse a ella. Es una trabajadora sexual, por lo que, en su caso, el riesgo de embarazo es alto.

Los juguetes y los accesorios infantiles se deben a que Andie se siente una niña pequeña en el cuerpo de un adulto: “Tuve una infancia muy difícil y durante la mayor parte de ella no pude ser una niña. Así que siento que la vivo ahora”.

Andie afirma que tuvo una infancia muy difícil y que teme que la maternidad le traiga los mismos sufrimientos.

Andie nunca conoció a su padre y asegura que su madre la “repudia”.

“Estoy segura al 100% de que no quiero tener hijos para tener que pasar por lo mismo otra vez”, confiesa. Insiste en que se trata de una convicción que siente muy dentro: “Tengo problemas mentales que no quiero pasar a otros”.

Ella también consiguió que las autoridades aprobaran costearle una ligadura de trompas, aunque no fue fácil. “Tengo amigas de 40 a las que sus médicos de cabecera les dicen que no”.

Andie cree que se trata de una forma más de evitar que las mujeres tengan control sobre su propio cuerpo, como sucede con la prohibición del aborto en algunos países.

“Sin embargo, hay muchas personas que no están capacitadas para ser madres o padres. Pero están teniendo hijos y el Estado los apoya. Pero para los que están seguros de que no quieren tenerlos, ¡lo ponen tan difícil!”

“Me asusta la idea de tener hijos”

Vaughan sufre de síndrome de Asperger pero de un grado tan leve, que pasa desapercibido para mucha gente. Este trastorno tiene un fuerte componente hereditario, algo de lo que este joven de 30 años es plenamente consciente.

“Me asusta la idea de tener hijos y de lo que esto podría suponer”, admite. “He visto a muchos padres que no pueden lidiar con niños que tienen este síndrome y no quisiera correr el mismo riesgo”.

Vaughan sabe que un hijo suyo tendría altas probabilidades de heredar su síndrome de Asperger.

Vaughan tiene tanto miedo a tener hijos, que suele padecer “aterradoras” pesadillas en las que deja embarazada a alguna chica. “Ha habido situaciones en las que la prácticamente me han intentado forzar a tener relaciones sexuales y las he parado porque no quería dejar a nadie encinta”, confiesa.

El temor de este joven de 30 años es tan fuerte que no esperó a contar con el visto bueno de la NHS y decidió acudir a una clínica privada para que le practicaran una vasectomía.
Pero, el día de la operación, otro miedo pudo más: el de no encontrar pareja.

“Cuando el médico y la enfermera se enteraron de que era soltero, me preguntaron si estaba seguro de hacerme la operación. Les comenté que lo que me preocupaba era cómo confesar que era estéril a una futura pareja”, cuenta.

“Me recomendaron que esperara a tener una relación antes de tomar una decisión. Así que se canceló”, afirma.

“No sabes lo que estás haciendo”

Apenas cumplió 18 años, Paul le pidió a su médico de cabecera que le derivara a un especialista para que le practicara una vasectomía. Desde entonces, lo ha vuelto a hacer cada año y medio durante una década, recibiendo siempre respuestas negativas.

Me decían: “Eres muy joven”, “Definitivamente no sabes lo que estás haciendo” o “Vete”.

Paul asegura que nunca ha sentido un “instinto paternal” y su esposa está de acuerdo con su decisión de no ser padre. Pero esta no es su única razón.

Este joven de 29 años tiene diabetes tipo 1, una enfermedad que puede causar la muerte si no la controla de forma constante. Los factores de riesgo de padecerla son hereditarios y, según varios estudios, este mal aumenta la posibilidad de sufrir depresión, algo que a Paul también se le ha diagnosticado.

Paul sufre de diabetes tipo 1 y de depresión. No quiere pasarle ninguna de estas enfermedades a un niño.

“Que yo sufra depresión no significa que el niño también lo vaya a padecer pero sí incrementa las probabilidades. Y yo no querría que esto pasara porque tener una enfermedad mental es algo muy difícil para cualquiera”, afirma.

Sus amigos le apoyan. “Que Paul no quiera tener hijos y decida esterilizarse es un paso más en nuestra civilización. Dentro de 100 años, una de cada cinco personas lo hará. Paul es más civilizado que el resto de nosotros”, opina uno de ellos.

Tras insistir durante 11 años, una nueva doctora se mostró “más receptiva” a su petición. “Ella es de la opinión de que cada uno debe poder decidir si quiere tener hijos o no”, le explica el joven a su urólogo en plena operación, a lo que este responde con un gesto de incredulidad.

“Me siento aliviado porque ya no hay riesgo de niños en mi futuro”, admite Paul. “Ahora puedo seguir adelante con mis aventuras sexuales sin tener que pagar el precio”, bromea”.

“Me han dicho que soy inservible como ser humano”

Lo que para Paul es una broma, para Holly es una crítica feroz: a esta periodista le reprochan a través de las redes sociales su decisión de no ser madre desde que confesara en un artículo que quería ligarse las trompas.

“¿Por qué no te haces responsable de tu propia vida sexual, usas métodos anticonceptivos como el resto de nosotros y dejas de actuar como una adolescente insolente que cree que se merece todo? A nadie le importa si quieres hijos o no. Pero en vez de pelear con la NHS, págate tú la cirugía y deja de malgastar recursos”, le espetó una usuaria en Facebook.

“Me han dicho muchas veces que debo matarme, que soy inservible como ser humano porque no voy a reproducirme…”, cuenta Holly. “Llevo pensando tanto tiempo en esto, investigando y luchando… ¡Uno no toma una decisión irreversible a menos que esté segura al 100%!”, se defiende.

Holly está convencida de que nunca querrá hijos pero no se cree capaz de abortar, así que prefiere ligarse las trompas.

El artículo de Holly tuvo gran resonancia en los medios de comunicación y despertó mucha polémica. Finalmente, la joven consiguió que el NHS aprobara la operación.

A sus 30 años, está convencida de que su deseo de no ser madre la acompañará el resto de su vida y lo puso a prueba el año pasado, cuando se quedó embarazada.

“Creo que nunca había llorado tanto en toda mi vida. No sabía qué hacer”, recuerda.

“No me creo capaz de abortar. Así que estaba segura de que lo tendría y lo daría en adopción. Aunque al final no fue necesario porque el bebé no sobrevivió. Y ya sé que la gente dirá que yo lo provoqué. Que el bebé no se sintió querido y no pudo permanecer”, cuenta con timidez.

“Físicamente, no podría lidiar con un niño”

Las razones de Leah son más complicadas.

Por un lado, admite no sentir mucha simpatía hacia los niños: “A mi novio se le dan mejor. Para mí es como intentar interactuar con un objeto extraño”.

Por otro, no se siente físicamente capaz: sufre de depresión y fatiga crónica.

“Físicamente, no podría lidiar con uno. Tendría que dejar de tomar mi medicación durante el embarazo porque esta afectaría la salud del niño. Pero mi medicina es la que me mantiene despierta y sin dolor, la que me ayuda a ser una persona normal”, sostiene.

Leah padece depresión y fatiga crónica y para tener un niño sano tendría que dejar de tomar su medicina durante el embarazo. No se siente físicamente capaz de ser madre.

Su novio, Phil, comparte su decisión de no tener hijos y sus padres le entienden.

La fatiga crónica le produce un cansancio intenso y continuo que no se va con descansar. “Leah era muy activa. No sé si se podría decir que es una especie de luto, pero hemos perdido a la persona que era y otra diferente ha tomado su lugar”, lamenta su madre.

“Por eso paso, no podría soportarlo y no sería justo”, concluye la joven de 29 años.

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