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Emprender a los 50 años tampoco le ha resultado fácil. LA PRENSA/ARCHIVO

Para emprender no hay edad, conozca la historia de Mía Sangría

Esta es la historia de Mía Sangría, un negocio impulsado por una mujer que quedó desempleada a sus 50 años y decidió encarar su realidad con un emprendimiento

Después de 25 años de llevar una vida económica estable, porque ocupaba cargos importantes dentro de organismos de cooperación internacional, el desempleo tocó las puertas de Silvia Siria Castillo. Entró en pánico, no solo porque era el único sostén monetario de su hogar, sino porque sabía que ubicarse en una empresa no le iba a ser fácil. Tenía 50 años de edad y una larga trayectoria profesional, que de entrada haría pensar a cualquier empleador que su aspiración salarial era elevada. Silvia estaba consciente de un fenómeno cruel y actual en Nicaragua: el mercado del trabajo descarta a todo profesional mayor de 40 años.

En su lucha por asimilar su nueva realidad económica, Silvia llegó a la conclusión de que no todo lo que estaba pasando era negativo. A diferencia de años pasados, ella comprendió que podía convertir su habilidad en la elaboración de sangría en una forma de vida y de crecimiento profesional. Un arte que había aprendido hacía 15 años atrás, tras conocer dicha bebida mediante su hermana, quien residía en España y que en días de verano le enseñó a elaborarla en Nicaragua.

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“No soy muy metida en la cocina, pero me gusta eso de los traguitos, mezclar cosas, yo hacía margaritas diferentes, pero todo era como un pasatiempo, tenía mi trabajo, vivía de él… Antes pensaba que emprender era para jóvenes”, recuerda.

Silvia Siria, propietaria de Mìa Sangría, cuenta como a sus 50 años es una mujer emprendedora. Foto: Wilmer López/LA PRENSA

Desde que ella conoció de la elaboración de esta bebida, la receta la había venido perfeccionado, al punto que su sangría se había convertido en una referencia de delicia entre sus amistades. Silvia se llenó de valor y en lugar de hundirse en la desesperanza decidió vencer el miedo al desempleo con un emprendimiento.

Y nació el bebé…

Así nació lo que hoy es Mía Sangría, una pequeña empresa que surgió hace nueve meses con un cliente y que ahora tiene 120, algunos de los cuales inclusive son transnacionales. Pero antes de fundar el negocio y en pleno desempleo, Silvia se fue a degustar esta bebida en distintos restaurantes donde se sirve como aperitivo. Necesitaba una fórmula que la distinguiera en el mercado y llegó a la conclusión que el no usar aditivos sería su principal carta de presentación.

Esta vez Silvia no repartiría de gratis su sangría entre sus amigos y allegados, sino que tras perfeccionar la receta, la bebida la comenzaría a ofrecer en venta para construir un capital semilla.  Pero tener la fórmula de una buena sangría no iba a ser suficiente para impulsar el negocio, necesitaba asesoría de mercado, de marketing, asistencia de un profesional. Y fue así como decidió buscarla en Voces Vitales, un programa de la Universidad Centroamericana y se afilió a la Red de Empresaria de Nicaragua (REN).

De hecho fue en uno de los talleres sobre marketing donde nació la marca registrada Mía Sangría. En un inicio, ella queriendo hacer honor a un sobrenombre en la familia “La negra”, quiso nombrar su producto como Sangría “La negra”, lo que fue desaconsejado por una especialista, quien le aseguró que necesitaba un sello mucho más acorde al entorno donde este tipo de bebida suele degustarse.

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Pero ella quería que la sangría llevara su sello, sentirse apropiada de su fórmula , es decir que “era mía”, le explicó a una especialista en mercadeo. Y fue cuando entonces le sugirieron llamarla: “Mía Sangría”, relata. “Hasta hoy no ha habido una persona que me diga que esta sangría es fea, que esta sangría no me gustó”, afirma Silvia. Su bebida ha sido capaz de conquistar a paladares tan exigentes como el chileno o incluso el mismo español. En ferias, donde casi siempre participa, ha recibido elogios de extranjeros que saben lo que es una buena bebida.

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Silvia no se ha limitado a un solo tipo de sangría, ella ofrece tres presentaciones: rosada, blanca y roja. FOTO: LA PRENSA/ WILMER LÓPEZ.

Pero emprender a los 50 años tampoco le ha resultado fácil. Su negocio aún está en proceso de consolidación y crecimiento, y asegura que ha pasado momentos difíciles que la han llevado a pensar en desistir. Los ingresos del negocio a veces se agotan, particularmente cuando debe cubrir las necesidades básicas del hogar.

Una buena aspiración

“Me está costando separar el dinero del negocio y los gastos de mi casa, porque no tengo otro ingreso. Pero si vos no reinvertís en el negocio, llegás a un momento en que no tenés ni para comprar los insumos”, afirma.

Su aspiración es llegar a los estantes de los supermercados, pero antes de llegar a dar ese paso dice que prefiere enfocarse en el posicionamiento de su producto en tiendas de conveniencias, restaurantes, empresas organizadoras de eventos, etcétera.

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En diciembre los pedidos de su producto no paraban de crecer. Tanto así que durante varios días comenzó su faena desde las 5:00 de la mañana y hasta tuvo que contratar temporalmente a algunas personas, más el apoyo de siempre el de su hijo. La asesoría externa le ha permitido tener etiqueta, ofrecer su producto en las redes sociales, tener sitio web y está en proceso de sacar su registro sanitario. El negocio está registrado ante el Fisco.

Su idea también es abrir un local exclusivo de degustación de su sangría, por lo que está pensando unirse con una empresaria que está preparando empanadas chilenas para ambas darle forma al negocio. Actualmente ella tiene la capacidad de producir en un día cincuenta galones de sangría.

La ventaja que Silvia observa en su mercado es que no tiene mucha competencia y ha descubierto que si bien en el país no existe la cultura de esta bebida, son las mujeres las que suelen demandarla.

Emprender no es solo de jóvenes

“Tengo clientes hombres, pero el noventa por ciento son mujeres”, menciona. Silvia cuenta que tras nueve meses de haber echado a andar su negocio, una de las mayores lecciones que ha aprendido es que el emprender no es exclusivo de los jóvenes. Antes creía que sí.

“Antes pensaba que emprender era para jóvenes, ahora sé que para emprender no hay edad, estoy gateando, pero sé que un día Nicaragua va a conocer Mía Sangría, un día la venderé por todos lados, y ese es el legado que quiero dejar: que no hay edad para emprender. Yo, a punto de jubilarme, sé que voy a heredar este negocio a mis hijos”, afirma.

Cada vez que a su mente llega la idea de querer repartir su currículum en las empresas, Silvia dice que sustituye ese pensamiento enviando mejor sus boletas de presentación de sus productos.

Contacto
Propietaria: Silvia Siria Castillo.
Teléfonos: 86770220 / 82089379
Correo: [email protected]
Sitio web: www.miasangria.com

 

Economía emprender. Nicaragua REN sangría archivo

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