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Álvaro Fonseca

Oportunidad de desarrollo

Pérdida de nuestra soberanía alimentaria, erosión genética irreversible al patrimonio nacional de semillas criollas, pobreza y dependencia entre los pequeños agricultores de granos básicos son los principales daños que llegaría a causar el cultivo de maíz transgénico en Nicaragua. Por tales razones la pretensión de Upanic de introducir maíz transgénico al país es totalmente insensata.

Hay evidencia científica que muestra que es inevitable el cruce o flujo génico en el maíz y que por ende no es posible la coexistencia “pacífica” entre el maíz transgénico y los maíces nicaragüenses. Se causaría un daño inadmisible a nuestras cien variedades de maíz criollo como por ejemplo el incremento constante de genes en forma de duplicaciones, trisomías, etc., que forma aberraciones cromosómicas además de otras anomalías fenotípicas que inducen malformaciones y reproducción defectuosa en los individuos (Kato 2004).

Para los nicas el maíz es nuestra raíz y nuestro alimento básico. Para las pocas transnacionales que desarrollan y venden semillas transgénicas el maíz es solo una mercancía donde lo que más importa es el control del mercado y maximizar el lucro. Esto nos generaría dependencia tecnológica y económica frente a un pequeño grupo de empresas y dejaría a Nicaragua debilitada en su derecho a la soberanía alimentaria.

En estos duros tiempos de cambio climático lo más inteligente es preservar al máximo la diversidad genética de nuestros maíces nativos y no destruirlo con irresponsables aventuras transgénicas. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha alertado, en un reciente informe del año 2015, que la pérdida de los recursos genéticos, como los presentes en los maíces nativos, pone en peligro la seguridad alimentaria, la nutrición, la adaptación al cambio climático y los sistemas de producción que dan de comer al mundo.

Finalmente no solo hay que ver lo que se pierde con los transgénicos sino también todo lo que se gana con conservar la gran riqueza de plantas autóctonas que existen en Nicaragua: maíz, frijoles, hortalizas, tubérculos, cacao, chía, plantas ornamentales, frutales, etc.

Toda esta riqueza, por sus excepcionales cualidades nutricionales, es fuente de alimentación sana y accesible al pueblo nicaragüense y solo por ese hecho debe ser mantenida en su diversidad y potencialidad. Por otro lado hay oportunidades de mercado para esta diversidad de alimentos producidos por los pequeños productores. Existe una tendencia creciente en los mercados mundiales a consumir productos naturales y variados.

Muchas empresas de alimentos, bebidas y cosméticos utilizan con mayor frecuencia ingredientes naturales en sus productos.
Como ha señalado el Panel Internacional de Expertos en Sistemas Alimentarios Sostenibles (IPES-FOOD) la agricultura intensiva que está detrás de los cultivos transgénicos es un sistema vulnerable y causante de múltiples problemas ambientales y sociales. Lo que se requiere es un modelo de agricultura fundamentalmente diferente, basado en la diversificación de las fincas y paisajes agrícolas, como la que practican los agricultores familiares. Apoyar la pequeña y mediana agricultura familiar nicaragüense y sus medios de vida es fundamental para el desarrollo del agro y la seguridad alimentaria nacional.
El autor es ecólogo.
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Opinión
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