El cambio climático es una de las mayores amenazas para la salud humana, en Nicaragua ha detonado epidemias como dengue, chicungunya y zika, a pesar de esto el fenómeno no está contemplado en la Ley General de Salud.
Para el médico internista, Vicente Maltez, es necesario una reforma a la ley que incluya las nuevas amenazas para la salud y así poder crear políticas públicas para enfrentarlas.
“Esta ley tiene 15 años y por ningún lado habla de cambio climático (…), entonces este es un vacío que se está demandando. Claro, aquí por ejemplo habla de la salud ambiental, habla de la contaminación atmosférica, dos artículos y se acabó, pero el reconocimiento del gran problema que tiene la humanidad que se llama cambio climático no está contemplado”, dijo Maltez.
Contaminamos el agua que tomamos
Según el médico el calentamiento del planeta es la principal razón del incremento de enfermedades cardiovasculares, respiratorias y problemas gastrointestinales debido al consumo de agua insalubre.
Pero además de los daños a la salud causados por los prolongados periodos de sequía, existen otras enfermedades asociadas a las lluvias y desastres naturales ya que esto obliga a muchas personas a desplazarse y se incrementa la presencia de vectores.
“Cuando hay desplazamiento de las personas eso va a generar riesgos para la salud y enfermedades transmisibles, lo que más nos preocupa son las diarreas y enfermedades transmitidas por vectores y otras que son zoonosis como la leptospirosis”, explicó el galeno.
Entre los males que son transmitidas por vectores y actualmente se han convertido en epidemias se encuentran el paludismo, dengue, chicungunya y zika; todas estas se encuentran en Nicaragua y existe la amenaza de la fiebre amarilla.
La falta de alimentos
Para el doctor Maltez, otro problema de salud que podría agudizarse con el cambio climático es la destrucción debido a que la falta de alimentos afecta a las poblaciones más pobres.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) entre 2030 y 2050 el cambio climático causará unas 250,000 defunciones cada año y se estima que el coste de los daños directos para la salud se sitúa entre 2000 y 4000 millones de dólares. Las zonas con malas infraestructuras sanitarias serán las menos capacitadas para prepararse ante esos cambios y responder a ellos.