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Doraldina Zeledón Ú

El ruido está en todas partes

Cada último miércoles de abril se celebra el Día Internacional de Conciencia sobre el Ruido, establecido desde 1996 por la Liga para el Deficiente Auditivo, en Nueva York. El objetivo es informar y sensibilizar. En Nicaragua se realizan pequeñas acciones, especialmente lo retoman algunos medios de comunicación. Pero, en general, es una efeméride inadvertida, a pesar de ser un problema ambiental que nos invade día y noche.

El ruido está en todas partes y hay diferentes fuentes. Se dice que es característico de las grandes ciudades. Y se mencionan como principales fuentes el transporte aéreo y terrestre, industria, comercio, construcción, recreación. A veces las actividades recreativas y el comercio le ganan al transporte: de día las tiendas y ferias con sus parlantes. De noche, bares, restaurantes, cantinas y conciertos a campo abierto.

No estamos contra ninguna actividad, sino contra el ruido. Pero cada emprendimiento tiene sus requisitos. Una discoteca necesita aislamiento acústico, espacio para parqueo, esté ubicada en el centro de la ciudad, en un barrio o en el campo. Igual sucede con una fábrica, una empresa de transporte. Y las autoridades deben velar porque los vecinos de cada entorno no sean perjudicados.

En Nicaragua, la contaminación sonora es cada día peor. Y no solo en las ciudades más pobladas, ni solo en los centros urbanos, también en los barrios periféricos. Podemos estar en un vecindario tranquilo y de repente se estaciona un vehículo frente a la vivienda, con el motor encendido, música escandalosa y las ventanas abiertas. Otros circulan con música estridente en horas de la noche. O les gustó la tranquilidad del barrio, entonces instalan un bar o una discoteca. Por eso es necesaria la prevención y control de todo ruido en todos los ámbitos.

Esto sucede no por el tipo de actividad, sino por la actitud, el irrespeto, la indiferencia y pensar solo en el lucro sin importar qué pasa en el entorno. Y se le presta atención cuando la gente ya no aguanta, se desespera, se rebalsa y se une para reclamar y denunciar. Si se deciden a denunciar, unirse y movilizarse, es porque se ha llegado al extremo del tormento. Porque algo anda muy mal. Decía un ciudadano que lo afectaban doblemente, con el ruido y con el hecho de andar reclamando. Con la violación de su domicilio por la inmisión de altos decibeles y con la entrada de los técnicos hasta la intimidad del hogar. Debería ser una vergüenza para empresarios ruidosos y para funcionarios.

¿Qué hace falta? Respeto, solidaridad. Educación y sensibilización, incluir el tema en la educación ambiental. Carreras universitarias y técnicas, o especializaciones, sobre acústica, control de ruido. Capacitación a técnicos y funcionarios; equipos, guías técnicas, reglamentos claros para apertura, funcionamiento y control. Definición de horarios. Aislamiento acústico. Ordenamiento territorial. Delimitación de responsabilidades para cada institución. Leyes y ordenanzas específicas sobre contaminación acústica. Aplicar y exigir la aplicación de las existentes.

Hace falta que los afectados defiendan sus derechos. Es bueno unirse, compartir información y reclamar juntos, ya hay experiencias. Una vara sola, se dobla fácil; varias juntas, son invencibles, decía Chico Méndez. Por supuesto, lo ideal es que se escuche y se resuelva en paz, con prontitud y consideración.

La autora es educadora.
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